Ayer se celebró en Donostia un acto importante. Se firmó un convenio entre dos prestigiosas instituciones científicas, el Donostia International Physics Center (DIPC) y el Instituto Max Planck de Óptica Cuántica (MPQ) de Garching, Alemania. El acuerdo supone la institucionalización de un vínculo de colaboración entre investigadores que ya existía y sirve para establecer una alianza estratégica de largo alcance entre ambas entidades.

Hace dos o tres décadas Euskadi era casi un desierto científico. Tras la recuperación del autogobierno se empezó a desarrollar una política científica digna de tal nombre.

Los noventa fueron un periodo de progreso, pero hasta el nuevo siglo no se consolidó una posición acorde con nuestro potencial económico. Hoy contamos con equipos y centros de investigación perfectamente homologables a los mejores del mundo en sus áreas. Este es el caso del DIPC que es, con diferencia, el centro vasco de investigación más importante. Conviene no perder de vista, además, que es parte integrante del Campus de Excelencia Internacional de la UPV/EHU, Euskampus, y por lo tanto, parte fundamental del entramado investigador de nuestra universidad. Da cierto vértigo dirigir la vista atrás y comprobar que en pocos años Euskadi ha pasado de ser un desierto científico a tener centros aliados con los mejores del mundo.

El centro alemán, por su parte, es líder mundial en física atómica y óptica cuántica. Para acertar conviene aprender de los mejores y el MPQ es uno de ellos. Las autoridades científicas alemanas basan su política de apoyo a la investigación en el Max Planck en un principio simple: las ideas las generan las personas. Puede parecer una obviedad, pero además de no serlo, ese principio tiene importantes implicaciones.

Significa que prioriza a las personas y no a los programas y que, por ello, las personas tienen libertad para trabajar en las líneas que les interesan y cuentan con el necesario apoyo. Dan así rienda suelta a su creatividad, que es como han alcanzado una posición de preeminencia.

Entre nosotros está muy extendida la idea de que la investigación ha de generar resultados “prácticos” en plazos cortos de tiempo, y se diseñan políticas a tal fin. Esas políticas no funcionan, porque no es posible predecir el resultado de una línea de investigación, por mucho dinero que se gaste en ello. La libertad para desarrollar la creatividad propia tampoco garantiza resultados a corto plazo, pero cuando uno menos se lo espera se producen hallazgos de gran potencial. De lo que se trata es de crear las condiciones para que esos hallazgos encuentren su camino y, entre tanto, de facilitar la formación de personal investigador, pues es el que generará las ideas que en algún momento y del modo más insospechado se trasformarán en bienes para toda la sociedad. El MPQ es un buen modelo de esa forma de hacer las cosas y por esa razón, es muy buena noticia para Euskadi que haya sellado una alianza estratégica con el DIPC.