Donostia - La presunta estafa a una anciana de Hondarribia se dirime estos días en los tribunales con un cruce de acusaciones que ayer sumaron un nuevo capítulo. Responsables de las tres órdenes religiosas imputadas por un supuesto engaño a una anciana, por el cual habría cedido su caserío en circunstancias que aún son investigadas, negaron ayer los hechos y aseguraron que “la señora firmó el contrato con total libertad”. Así lo hicieron saber representantes legales de los Dominicos, los Trinitarios y los Salesianos durante su declaración por videoconferencia desde Madrid, citados por el titular del juzgado de instrucción número 3 de Irun, que admitió a trámite la querella presentada por los familiares.
En los pasillos del palacio de Justicia del ciudad bidasoarra solo pudo verse al abogado defensor de uno de los diez imputados. “Esa mujer tenía plenas facultades mentales”, sopesaba el letrado poco antes de una vista oral en la que representantes de las órdenes religiosas se negaron a responder a las 62 preguntas de la acusación. Todo ello en un día en el que el caserío Eskalante, en Hondarribia, se convirtió en centro de atención para algunos medios, un día después de que saltara a la luz la presunta estafa a la anciana.
Son los nietos de la fallecida quienes residen actualmente en la finca, donde residió su abuela hasta 2011, cuando murió con 94 años. Poco antes se gestó el acuerdo por el cual la mujer cedió la finca. Los descendientes recurrieron a la Justicia después de que un apoderado de las congregaciones titulares de la vivienda presentara, en marzo de 2014, una denuncia por usurpación contra ellos con el fin de desalojarlos de la finca. “Vino un cura desde Madrid y nos denunció. Inmediatamente acudimos a la Ertzaintza. Esta villa es de nuestra abuela”, le respondieron.
El goteo de medios de comunicación en la zona sorprendió ayer a la familia. De cuando en cuando salía a la puerta Mario Melín, nieto de la fallecida, que reside en la finca junto a un hermano. Los dos se encargan actualmente del mantenimiento de la vasta extensión de terreno, de 7.315 metros cuadrados, donde se levanta esta villa de tres plantas en un paraje casi idílico, rodeado de árboles.
Los vecinos recordaban la enorme sábana que desplegaron en la fachada del inmueble, con una firme declaración de intenciones: De este villa no nos mueve ni Dios. Y ahí permanecen. Los querellantes rompieron ayer su silencio. “Esto ha sido un montaje para desvalijar a mi madre”, censuró en declaraciones a este periódico Carlos Melín, hijo de la fallecida. El notario es, a su entender, uno de los máximos artífices de lo ocurrido. “Mi madre apenas sabía leer ni escribir y le quiso comprar la casa a base de engaños”, criticó ayer desde su domicilio, cercano a la finca donde residen sus hijos.