donostia - El mar no perdona. Dos hermanos, de 44 y 46 años, domiciliados en Pamplona, perdieron ayer la vida ahogados en la playa de Zarautz. Lo que iba a ser una mañana de disfrute tomando olas durante el fin de semana tuvo un desenlace dramático. El estreno otoñal no ha podido ser más negro en los arenales guipuzcoanos, que acababan de cerrar la temporada de playas sin lamentar ningún fallecimiento. La estadística se rompió ayer en mil pedazos. A lo largo de los casi tres kilómetros de costa, jamás había muerto un surfista en esta playa, habitual señuelo para los amantes del surf. Ayer fallecieron dos de golpe, poco después de adentrarse en una mañana de marejada, con peligrosas corrientes marinas. Un binomio al que se unió la inexperiencia de los malogrados deportistas.
Los problemas comenzaron muy pronto. Fue en torno a las 11.00 horas cuando la rotura del invento de uno de los surfistas desencadenó la tragedia. Con este nombre se conoce en la jerga a la cuerda que sujeta la tabla al pie del surfista. Al parecer, según diversas fuentes, el anclaje no ofrecía las suficientes garantías y, sin el asidero, el hombre quedó a merced del mar embravecido, sin soporte sobre el que apoyarse.
Fue en estas condiciones como trató de volver a nado a la orilla, pero pronto perdió las fuerzas. Trataba de remontar infructuosamente las fuertes corrientes, librando una batalla que acabó dando por perdida. Exhausto, perdió el conocimiento a la altura de Beraza, donde se corta el Malecón de Zarautz, en la zona conocida como “el desierto pequeño”.
Testigo de lo ocurrido, su hermano se aventuró tras él, y acabó corriendo una suerte similar. El mar parecía enfurecida, algo que corroboraban surfistas experimentados, asegurando que no era el de ayer precisamente un día para iniciarse en este deporte. No tardaron en percatarse de lo ocurrido los participantes de la segunda prueba del Circuito Vasco de Surf, que se celebraba en el mismo arenal. Dos monitores de la escuela de surf Pukas acudieron a socorrer a los hermanos. También lo hicieron tres catalanes testigos de lo ocurrido.
Fueron momentos de tensión. Las labores de rescate no fueron nada sencillas. El mar no lo ponía fácil. “Les ha costado muchísimo sacarlos afuera”, explicaba a los periodistas desplazados al Malecón de Zarautz el alcalde del municipio, Juan Luis Illarramendi. Lo corroboraba en propia persona uno de los protagonistas. “He encontrado a dos personas en el agua, boca abajo, con una sola tabla”, lamentaba uno de los monitores que trató de ayudar. Los dos deportistas fueron llevados a la orilla inconscientes. Los sanitarios intentaron reanimarles, pero nada pudieron hacer por salvar sus vidas, y solo pudieron certificar sus muertes sobre las 11.30 horas.
“duro golpe” El regidor zarautztarra lamentó el “duro golpe” que ha supuesto el doble accidente mortal para un municipio tan vinculado con la práctica del surf. El alcalde también dejó caer que ayer no era el día más propicio para la práctica de este deporte en una mañana que registró olas de gran tamaño. Experimentados surfistas abundaron en la misma dirección. Las víctimas “no eran surfistas conocidos en Zarautz, y parecía que no tenían nivel” suficiente para hacer frente a las olas que se ensañaron con la costa.
Durante dos horas los cuerpos sin vida de los hermanos quedaron tendidos en la rampa de acceso al arenal, a la espera de que la comitiva judicial procediera al levantamiento de los cadáveres. Los agentes de la Ertzaintza precintaron unos 150 metros del Malecón, para preservar la zona de curiosos, que se fueron acercando conforme avanzaban la mañana.
Los agentes tomaron varias fotografías de las tablas que utilizaban los hermanos en el momento del siniestro mortal. “Desde luego que no eran conocidos”, aseguraba a este periódico Ivan San Martín, que conoce muy bien todos los entresijos de esta modalidad deportiva. San Martín dejó hace un año la presidencia del Club de Surf de Zarautz, pero sigue muy vinculado a él. “Para evaluar el nivel de cada uno, nos orientamos por el tipo de material que emplean. Pues bien, las personas que han fallecido usaban tablas que conocemos como minimalibu, más alargadas, con un remate en la punta redondeado, que resultan más sencillas para ponerse en pie pero más complicadas para dominar”, explicaba.
Entretanto, se acercaba al Malecón un surfista con cara de preocupación, tratando de comprobar si la identidad de los fallecidos se correspondía con la de dos varones catalanes que habían acudido días atrás a un establecimiento de venta del municipio a alquilar dos tablas. La jueza llamaba poco después a este monitor que colabora con esa tienda. El joven sorteaba el precinto policial para intercambiar con ella unas palabras. Tras el encuentro, el surfista se marchó sin querer dar más detalles. “Prefiero no hablar de lo ocurrido. Desde luego que las condiciones de hoy no son las adecuadas para una persona que está empezando. Es lamentable lo ocurrido”, se despedía el monitor.
Lander Sánchez, con su tabla bajo el brazo, abandonaba la zona apesadumbrado. El joven vizcaíno acababa de participar en el campeonato de surf. “Si no conoce este deporte, hoy era un día muy complicado. Ha sido un compañero de la competición quien les ha sacado. El invento, si está bien atado, es difícil que se desprenda. Si está bien atado no tiene porqué pasar ninguna desgracia, pero desde luego que puede romperse si han hecho un apaño. Hoy no era día de ensayos, y menos a partir de ahora, con los maretones de octubre”, confesaba el joven.
Agentes de la Ertzaintza rastrearon durante toda la mañana los vehículos estacionados en los alrededores de la playa de Zarautz por si alguno de ellos pertenecía a los dos surfistas. Tras ordenar el juez el levantamiento de los cadáveres, los cuerpos fueron trasladados al Servicio de Patología forense de Donostia.
La identidad de ambos hermanos no pudo ser certificada hasta pasadas unas horas, ya que no portaban documento identificativo alguno. Entretanto la Policía vasca continuaba peinando los alrededores de la playa por si algún vehículo era propiedad de las víctimas y pudiera contener documentación que facilitara su labor. Finalmente, fueron familiares de los dos aficionados al surf, desplazados hasta Donostia, quienes confirmaron su identidad. La fuerte marejada engulló la vida de los dos hermanos.