Haciendo posible lo imposible
Pioneros y visionarios sí, pero sobre todo fascinados por la ciencia, apasionados por ella con el nexo imprescindible de que todos ellos ponen sus conocimientos al servicio de la sociedad. Son el selecto ramillete de científicos premiados con los ‘Fronteras del Conocimiento’ Un reportaje de Nekane Lauzirika
en el nuevo mundo que necesitaremos, ellos serán -son ya- faros-guía cuya luz nos marque el camino, porque estos científicos nos están abriendo las puertas del futuro que ya es hoy. A los diez galardonados en la VI Edición de los Premios Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA -dotados con 400.000 euros para cada una de las ocho categorías-, les gusta pensar que la ciencia es la luz del mundo, y sirviéndose de la Física, la Química, la Biología, la Economía, la Medicina, la Música y la Cooperación al Desarrollo nos dan desde sus respectivas áreas del conocimiento algunas de las nuevas claves para entender mejor la evolución del mundo y su desarrollo equilibrado y sostenible.
Figura en el frontispicio de un moderno, precioso y emblemático edificio de Bilbao y lo canta Natxo de Felipe en un texto de J.R. García “?ezina ekinez egina... ”, que en traducción libre nos dice que “la perseverancia hace posible lo imposible”. Hablando con este selecto grupo de científicos y leyendo sus nutridísimos currículos, la inteligencia, la capacidad de observación, el esfuerzo? son virtudes que les adornan a raudales a todos ellos, pero sobresaliendo por encima de ellas -como destaca el director de la Fundación, Rafael Pardo- “descuellan la perseverancia y tenacidad”; perseverar sin perder el aliento ni la esperanza de que la puerta que siempre estuvo cerrada empiece a entornarse algún día hasta abrirse de par en par; entonces ellos encontrarán más adelante otra nueva puerta cerrada hacia la que dirigirán sus perseverantes esfuerzos tratando de entreabrirla en una matrioska científica ad infinitum. Son científicos a la búsqueda de respuestas a los “por qué” de la vida.
Ciencias Básicas
“Crear lleva tiempo, no es solo cuestión de dinero”
“Crear algo nuevo lleva tiempo, aunque los políticos piensen que solo es preciso dinero. Lo veo en mis alumnos; no tienen tiempo para pensar porque deben de publicar artículos científicos. Si no lo hacen pierden los fondos económicos”, reconoció Harald Rose, que compartió galardón con sus colegas Maximilian Haider y Knut Urban. Su trabajo en equipo durante décadas dio como resultado la creación del dispositivo que permite al microscopio electrónico ver el tejido atómico de los materiales. La posibilidad de controlar estos cambios promete crear mejores catalizadores, células solares más eficaces, membranas para capturar CO2... “Puede decirse que sin la nueva óptica que hemos conseguido desarrollar, los científicos estarían ciegos para el nivel atómico”, dice Haider. No todo fue un camino de rosas en el trabajo para estos tres científicos. De hecho, para seguir adelante en la comercialización del microscopio electrónico con corrección de la aberración esférica, cuyas primeras imágenes se obtuvieron en 1997, se vieron obligados a crear su compañía. Hoy hay 500 microscopios electrónicos de resolución ultra alta en todo el mundo.
“Sembrar el pánico no ayuda a resolver nada”
Para Madhav Chavan, director de la ONG india Pratham, dedicada a la enseñanza de niños y niñas desfavorecidos, no es justo decir a las nuevas generaciones que dentro de unos años no habrá recursos para toda la población mundial, o que terminaremos padeciendo una catástrofe. “Porque crear pánico nunca ha ayudado a resolver nada”, apunta. A finales de los años 90 los miembros de Pratham se sentían desmoralizados. Sus alumnos no aprendían al ritmo esperado y a ellos les vencía “el sentimiento de que no parecía posible un cambio rápido y efectivo”, cuenta Chavan, lo que les llevó a la siguiente reflexión. “Si pudiéramos provocar un cambio a gran escala, en poco tiempo sacudiríamos el sistema educativo desde sus cimientos”. Hoy, unos quince años después, “Pratham está logrando que millones de pequeños aprendan a leer y escribir, y a realizar operaciones aritméticas básicas en poco tiempo”, dice consciente de que “queda mucho por hacer en un país donde 287 millones de personas no saben leer ni escribir. “El cambio no compete solo a los políticos; hasta que los padres no estén convencidos de que es posible otro tipo de educación, no habrá cambios en la escuela”.
“Mi generación cambió muchas cosas”
El compositor neoyorkino, uno de los más destacados exponentes de la música culta contemporánea, reconoce que hubo un momento en que a esta música se le cerró la puerta de la calle. “Nos dimos cuenta de ese tremendo error porque antes no existían esas distinciones entre música popular y culta. Pero mi generación tuvo la suerte de restaurar la normalidad. Volvimos a abrir la ventana”, explica el autor de Drumming. Reich (1936) ha concluido una pieza llamada Rewrite the Radio, basada en dos canciones del grupo británico Radiohead tras conocer a Jonny Greenwood, su guitarrista, en Polonia. Reich se hizo músico por Stravinsky, Miles Davis, John Coltrane... “Pero en aquella época eso no estaba en el menú de las escuelas musicales”. Tuvo que hacer su propia carta, incluyendo composiciones con percusiones africanas o únicamente con palmas. Con su aspecto de taxista (profesión que ejerció para ganarse la vida) y su inseparable gorra de béisbol, el músico desafía los estereotipos sobre los compositores de música culta contemporánea. “Para mí, el mayor compositor que ha habido jamás es Bach”.
“Actualmente falta sabiduría económica”
Autor de contribuciones esenciales en matemáticas, ciencia cognitiva, robótica y filosofía, el neoyorkino Marvin L. Minsky (1927) sigue convencido de que se construirán máquinas al menos tan inteligentes como los humanos. “Hay que volver al sistema de investigación de los años 60-70, donde un proyecto duraba de 5 a 10 años y no de tres a seis meses como sucede ahora por la falta de fondos estables. Falta sabiduría económica”, aseguró el padre de la Inteligencia Artificial. “Construir una inteligencia como la humana no es una utopía, sino el resultado de un devenir natural de las cosas. Somos afortunados teniendo que dejar esa decisión a las generaciones futuras. Hoy por hoy solo hay una cosa cierta: quien diga que hay diferencias básicas entre la mente de los hombres y las máquinas del futuro se equivoca”, sentencia.
“La ciencia es un juego a largo plazo”
A Adrian Bird el genoma le fascina desde niño, y el reto de descifrar las instrucciones para construir un ser vivo está presente en toda su carrera. Para Bird (Reino Unido, 1947), catedrático de Genética en la Universidad de Edimburgo, la secuenciación de nuestro genoma a principios de este siglo “fue solo el principio del esfuerzo por entenderlo. Queda una larga lista de preguntas por resolver.” ¿Qué hace falta para que el ADN se convierta en un ser vivo? “El ADN es el libro de la vida pero no está vivo. Nosotros no podemos crear vida, pero estaría bien conocer las reglas para ello”. El bioquímico galardonado por sus aportaciones en epigenética, un área esencial para entender cómo se codifican las órdenes que rigen nuestro organismo subrayó la necesidad de mantener un compromiso permanente con la cultura y la ciencia, que compara con una planta que hay que regar para que no muera. “La ciencia es un juego a largo plazo. Para un político, cinco años es una eternidad, pero un científico necesita décadas; trabajan en escalas distintas”.
“Los problemas que tenemos son globales”
“El cambio climático ya no es un problema futuro sino una fuerza presente y real que afecta a la producción de alimentos, a los ecosistemas, a la economía global”, afirma Fiel (California, 1953), codirector de la parte de análisis de impactos en el último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) publicado en marzo. Para este estudioso en ecosistemas, “la oportunidad de construir un mundo más vibrante y mejor está ahí. Pero para ello tenemos que hacer frente al cambio climático”. Field recuerda que “hasta las sociedades más ricas son vulnerables a la variabilidad del clima. Actuar frente al cambio climático no es solo para proteger a los pobres”. A su juicio, los problemas que tenemos son globales. “Hoy sabemos lo suficiente para emprender acciones necesarias”.
“Con más conocimiento crece la productividad”
“Si observamos el modo en que han evolucionado los países veremos también que cuando aumenta el conocimiento crece la productividad”, sostiene el economista israelí (Dzalabad, en la antigua Unión soviética, 1946) creador de la nueva teoría del comercio internacional o la teoría del crecimiento. Helpman apuesta por convencer tanto a los gobiernos como a las empresas que financiar la ciencia básica es fundamental para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y la eficiencia en la producción. Sus enfoques han transformado la teoría del comercio internacional. El economista, que cuenta con colaboradores como Krugman, reconoce “que estamos viviendo una época en la que el crecimiento económico ha sacado a millones de personas de la pobreza extrema, pero a pesar de esto, la desigualdad crece en muchos países”.
“La gente tiene que presionar a los políticos”
“La estupidez natural ha sido más importante que la Inteligencia Artificial”, ironiza Ehrlich (Filadelfia, 1932), ecólogo y biólogo de la Conservación sobre el riesgo de autodestrucción “si continuamos despilfarrando los recursos como hasta ahora; no se puede seguir con el ritmo actual de consumo”. La naturaleza tiene sus límites y no podemos ignorar la posibilidad de que se colapse si los sobrepasamos. Los gobernantes ignoran los problemas a largo plazo. Por eso, la población debe de presionar a los políticos para evitar una catástrofe”, subrayó en plena coincidencia con Harald Rose.
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