Madrid. Investigadores del Instituto MIND de la Universidad de California en Davis, en Estados Unidos, han descubierto que las familias de niños pequeños con autismo y otros retrasos en el desarrollo a menudo usan tratamientos de la medicina complementaria y alternativa y que la mayoría de los usuarios frecuentes de enfoques convencionales y complementarios son aquellos con mayores niveles de educación e ingresos de los padres.

No existe un tratamiento médico aprobado por la agencia norteamericana del medicamento para los síntomas principales del trastorno del espectro autista, una enfermedad del desarrollo neurológico permanente cuyas señas de identidad son los déficits en las relaciones sociales, pensamientos y comportamientos repetitivos y, a menudo, discapacidad intelectual.

En la búsqueda de tratamientos para ayudar a sus hijos, las familias pueden recurrir a métodos no convencionales como la medicina mente-cuerpo (por ejemplo, la meditación o la oración), los remedios homeopáticos, los probióticos, dietas alternativas o terapias más invasivas, como inyecciones de vitamina B-12, inmunoglobulina intravenosa o la terapia de quelación, algunas de las cuales conllevan riesgos significativos.

La causa o las causas de la mayoría de los trastornos del desarrollo neurológico se desconocen y las condiciones no tienen cura. Muchos niños sufren de una amplia gama de síntomas asociados que pueden no estar directamente relacionados con su condición y que hacen estresante su vida cotidiana y la de sus familias.

El uso de las medicinas alternativas es más común entre los niños con autismo que los niños diagnosticados con otro tipo de retraso en el desarrollo, en concreto, el 40 por ciento frente al 30 por ciento, respectivamente. "Por supuesto, es razonable que los padres sigan buscando maneras de ayudar a sus hijos, cuando hay pocos tratamientos efectivos y ninguno que pueda ayudar a todos los niños", concluían los responsables de este estudio.