EL comercio minorista tradicional aguanta la crisis como puede y si se impone es gracias al trato personalizado y la calidad de sus productos. Esto es lo que ocurre en la Plaza de Abastos de Vitoria desde su inauguración en 1965. El mercado cuenta con clientes fieles de diferentes edades y sexos. "Antes, la mayoría eran mujeres, amas de casa de clase media alta. Esto ha cambiado y cada vez más se acerca gente joven y hombres. Sobre todo los fines de semana", declara Manuel Rabasco , dueño de la Pollería Magna y presidente de la Sociedad del Mercado. Pese a la dura situación que viven los comerciantes alaveses, en La plaza se lo toman con calma, sin desmoronarse. "La crisis es una enfermedad que debemos superar poco a poco y sin desmoralizarnos", afirma Rabasco.

Desde su apertura comparte compradores con Mariscos Mariano Alonso de Mariano Alonso, que a pesar de la mala situación económica también ha aguantado en su puesto el paso de los años. Reconoce que la situación que se vive hoy en día afecta a todo el mundo: "Donde más se nota es que la gente actualmente suele comprar cosas más baratas, pero seguimos teniendo una buena clientela", asegura.

nuevas caras Con el paso de los años son muchos los comercios que han pasado por la plaza. Nuevas tiendas y productos han abierto sus puertas, como es el caso de Pili Jaras, que llegó al mercado en plena crisis, hace dos años con Aceitunas Jaras. "La crisis, aunque sea en menor medida, siempre afecta. Nosotros trabajamos con productos que no ofrecen los grandes supermercados cercanos y eso se nota", reconoce Jaras.

A primera vista, la cercanía de otras grandes superficies puede parecer negativa, sin embargo, sucede todo lo contrario. "Son buenos compañeros de viaje", afirma Rabasco y corroboran sus compañeros, en referencia a los grandes almacenes de al lado y al súper de abajo. Una de las principales ventajas que ven al tener debajo de sus comercios una marca como BM es que este supermercado no comercializa productos específicos -encurtidos- o frescos -pescado, por ejemplo-. Por eso, el presidente de la plaza piensa que es un buen complemento, y ayuda a atraer clientes al mercado, lo que, al final, les beneficia. Lo relevante y característico de la plaza es que la clientela lo tiene claro: prefiere un trato personalizado y de calidad. Ana se considera una compradora fiel: "Vengo siempre, prefiero comprar en la plaza porque me preparan los productos como a mí me gusta. Además, es todo recién cortado y eso proporciona más calidad a los productos" .

Como ella, otros clientes también valoran poder encontrar productos específicos como los encurtidos. "Suelo comprar bastantes productos en vinagre y sólo este tipo de tiendas me ofrece una gran variedad y, sobre todo, calidad", confiesa Pablo. Parece que los vitorianos lo tienen claro. "A mí me gusta poder ver los productos de primera mano. Cuando vienen envasados parece que pierden calidad y tienen peor pinta", manifiesta David.

Para mantener la afluencia diaria al mercado, en julio se firmó la orden de inicio de las obras de reforma, unos trabajos presupuestados en ocho millones de euros. Después de múltiples especulaciones sobre qué tipo de establecimiento compartirá clientela con los comercios tradicionales, El Corte Inglés contará con una planta en la plaza para la venta de ropa y complementos. Tras esta remodelación, también se baraja la posibilidad de construir un parking subterráneo, algo que favorecerá a los minoristas -dicen- puesto que el subterráneo puede ser otro polo de atracción de nuevos compradores, al facilitar la accesibilidad a los clientes, como ya hacen otras grandes superficies. No obstante, esta obra está aún sin confirmar.