hAY temas muy delicados que es mejor no tocar, y los días de fiesta es uno de ellos. No ha nacido alguien a quien le guste tener que trabajar cuando ya tiene todo preparado para ir a la playa, o quedarse en casa recuperándose de la noche anterior. Si a eso le sumamos que la festividad a suprimir es una fecha histórica en el territorio de Álava, la mezcla es dinamita pura. Vitoria vive estos días inmersa en esta tesitura, estéril para unos, de calado para otros, como consecuencia del calendario laboral de 2014 aprobado recientemente por el Gobierno Vasco, en el que mantiene el 25 de octubre como festivo por el día de Euskadi, implantado por el ejecutivo de Patxi López.
La decisión con epicentro en Lakua provocó un terremoto en el resto de la ciudad. Mantener el citado día como festividad obliga al Ayuntamiento de Vitoria a decantarse entre el 25 de julio, día de Santiago y del blusa, o el 5 de agosto, día de La Blanca. Uno de los dos dejará de ser festivo a partir de 2014, siempre y cuando el Gobierno Vasco no opte por suprimir definitivamente el día de Euskadi. Javier Maroto ha trasladado al consejero de Empleo y Políticas Sociales, Juan María Aburto, su deseo de que la ley se cambie cuanto antes para mantener las dos festividades. Y es que el alcalde de Vitoria no quiere verse obligado a tomar una decisión que, a buen seguro, dejará insatisfecho a más de uno. De cualquier forma, el problema está sobre la mesa y es de esos que tocan más de una fibra sensible. "Los dos son días sagrados y me parece impensable que cualquiera de ellos deje de ser festivo en Vitoria a partir del año que viene. No tiene ningún sentido lo que puede suceder si los políticos no son capaces de alcanzar un consenso al respecto", explica Gorka Ortiz de Urbina.
el último sábado de julio Aunque cuando saluda micrófono en mano desde la balconada todo Vitoria está pendiente de lo que va a decir, a día de hoy no parece que el deseo de Celedón vaya a ser atendido por las instituciones. PNV y Bildu se han mostrado a favor de eliminar el día de Euskadi en beneficio de la fecha de la celebración de blusas y neskas, si bien el grupo en el Parlamento Vasco de la coalición abertzale opta por fijar en cambio como nueva festividad el 3 de diciembre, día del euskera. El PSE y el PP, además de UPyD, conviven ahora con la decisión que los tres apoyaron en su momento con López como lehendakari, aunque el alcalde de Vitoria ha salido de nuevo a la palestra para pedir al Gobierno Vasco que mantenga inhábiles tan señalados días para los alaveses. En definitiva, una maraña de fechas más propia de una ecuación matemática que de un calendario laboral que genera una disyuntiva que sobrevuela desde hace días las conversaciones de muchos vecinos de Vitoria, entre ellos los blusas y neskas de las cuadrillas, a los que tener que trabajar un 25 de julio seguro que nos les hace mucha gracia.
"Para nosotros hay dos días sagrados al año: el día del blusa y el 5 de agosto. Perder aunque sea uno sería una vergüenza", asegura Aitor Sampedro, presidente de la comisión de blusas y neskas. Pero la vida es dura y a veces hay que decantarse entre dos males. "Si hay que elegir, quiero decir, si yo fuera el alcalde de Vitoria y no tuviera más remedio que mantener uno de los dos, dejaría como está el día de La Blanca. Me parece totalmente inviable que un 5 de agosto no sea festivo en Vitoria", valora Sampedro.
A la espera de que el Gobierno Vasco aporte algo de luz a una bola de nieve que empieza ya a crecer de forma ostensible, una de las soluciones que en estos momentos pasa por tener mayor viabilidad sería trasladar el día del blusa al último sábado del mes de julio. Y así todos los años empezando por 2014, cuando el 25 de julio cae en viernes y debería retrasarse un día hasta, por qué no, celebrar un día de Santiago el 26, 27 o 28 de julio. "Sería una solución factible, porque una cosa es perder la tradición y otra perder el día como tal. Digamos que, sin ser una solución buena, sería la menos mala", mantiene el presidente de la comisión, que aprovecha para lamentar esta pequeña -o gran- polémica causada "por un día impuesto que no representa a nadie". Impuesto o no, lo ocurrido no deja de ser una de esos problemas suscitados por la política que dejan con la boca abierta a la mayoría de los ciudadanos.
mantener los dos "Las leyes están para cambiarlas. Estos días todas las personas con las que hablo del tema coinciden en lo mismo, es desde el ámbito político de donde debe partir la solución", apunta Eloy López de Foronda, presidente de Boilur, la asociación de sociedades gastronómicas. "El Gobierno Vasco tiene que cambiar la normativa, no queda otra. Las dos son celebraciones que los vitorianos y los alaveses llevamos en el corazón y tienen que mantenerse intactas, sin ningún cambio", subraya.
Mientras el Consistorio gasteiztarra y Lakua negocian la mejor solución posible, la Diputación foral de Álava no ha tenido tantos problemas para tomar una decisión, aunque en su caso realmente no había mucho margen donde elegir y evidentemente el ganador fue el 28 de abril, San Prudencio. Ahí no hubo discusión posible. "Que lo hagan como les de la gana pero que mantengan Santiago y La Blanca como festivos. Es de cajón. La única conclusión que saco de todo esto es que a alguno habría que darle con un palo por montar todo este lío", solicita medio en broma medio en serio Iñaki Landa, que durante dos décadas encarnó a Celedón. "Es ridículo crear una polémica así con dos cosas que están tan arraigadas en Vitoria. No me parece normal andar así a estas alturas. Es absurdo, hay que mantener los dos como están y punto", concluye Landa, que como muchos vitorianos supedita la tradición por encima de cualquier cambio innecesario en la legislación.
Dejando a un lado la vertiente sentimental, a la hora de tomar una decisión habría que echar un ojo a la economía de los comercios y locales hosteleros de la ciudad, que de caerse uno de los dos días festivos perderían una suculenta jornada de trabajo en la que acostumbran a recaudar mucho más de la cuenta. "Nuestra actividad es un poco mayor el día de Santiago, aunque sin mucha diferencia con La Blanca. Lo que ocurre es que el 25 de julio la gente ya va teniendo ganas de que lleguen las fiestas y se nota mucho ambiente en las calles", argumenta Josean Merino, de los restaurantes MarmitaCo y PerretxiCo. "De todas formas, entiendo que si al final es obligatorio decantarse entre uno u otro el que debería respetarse es La Blanca", valora el restaurador. El tiempo, y el acuerdo político, dirimirá la pelea entre Santiago y la Virgen Blanca a partir del año que viene. Será el momento de contemplar si, finalmente, sólo puede quedar uno.