un gran paso adelante en su lucha por vivir. John Jerónimo Mendoza Ruiz, el joven gasteiztarra de 19 años herido de gravedad en el encierro de San Fermín del sábado al ser aplastado en el angustioso montón humano que se formó a la entrada de la plaza de toros, ya respira más tranquilo. Continúa ingresado en la UCI del Hospital de Navarra, pero su estado mejoró ayer y su vida ya no corre peligro.
El chaval gasteiztarra recuperó ayer la plena consciencia y respira ya tras el susto de muerte que puso el alma en un vilo a amigos y familiares y que dio mucho que hablar durante la jornada en Vitoria ante la escalofriante imagen del joven atrapado el en montón humano o mientras su cuerpo inerte era trasladado en volandas por un grupo de mozos sobre la arena del coso pamplonés.
No obstante, los médicos se mostraron cautos ante las posibles secuelas. "El problema cuando se produce un síndrome de asfixia de este tipo es que el primero en sufrir la falta de oxígeno es el cerebro, lo que puede suponer la aparición de secuelas en el paciente, cuyo alcance habrá que evaluar en el futuro", comentó el jefe de Urgencias que le atiende, aunque irradió un moderado optimismo tras haber visto la evolución del joven.
Mendoza, estudiante de Arquitectura en la UPV, antiguo alumno de los Escolapios de Vitoria y de Ekialde, se vio ayer arropado por sus allegados. Su prima Rebeca, residente en la capital navarra y que el sábado se encontraba en la grada de la plaza de toros para asistir a la llegada del encierro en el que corrían su familiar y su novio, mostraba ayer al mediodía una expresión totalmente distinta a la que mostró el sábado nada más llegar al Hospital a interesarse por John Jerónimo, visiblemente impactada y consternada cuando vio al joven llegar en ambulancia prácticamente moribundo.
El joven, vecino del barrio vitoriano de Santa Lucía, llegó al Hospital de Navarra con un síndrome asfíctico por aplastamiento y un traumatismo torácico que hizo temer a los médicos seriamente por su vida. Su prima, acompañada de su novio al término del encierro, pero ambos habían perdido de vista a Jero, se trasladó a la enfermería de la plaza de toros, donde el vitoriano estaba siendo atendido en una actuación que acabó siendo fundamental. La rapidez con la que fue asistido por los servicios sanitarios del coso, donde fue reanimado antes de ser trasladado al hospital, resultó vital a todas luces.
de la mano Una vez ingresado y asistido por ventilación mecánica, el joven fue sometido a un escáner y ahí se dio el primer síntoma de mejoría. "Tras esa prueba, los médicos estaban más contentos", comentaba ayer la prima del herido. Lo que ocurrió es que el joven tuvo una pequeña reacción y agarró con fuerza la mano de uno de los miembros del equipo médico. En ese momento la esperanza empezó a abrirse hueco tras una mañana de agobio y miedo ante la situación del joven.