coronación. 16.40 horas. Un hombre de mediana edad, chaqueta de cuero, gafas de sol y puntas teñidas para intentar aparentar menos edad de la que a buen seguro tiene, se dirige directamente hacia un viandante. Hay contacto visual. El ciudadano cambia de acera, pero el hombre también. El encuentro es inevitable. "Buenos días. ¿Puede usted acompañarme?". Sorpresa y recelo. "Pues no". "Bueno, disculpe, que no me he identificado; Policía Nacional", y una placa se abre paso entre la camisa a medio abotonar. "Acompáñeme, necesitamos que ejerza de testigo en un registro que vamos a realizar en su barrio".

Esta situación se dio recientemente en esta zona de Vitoria, pero en realidad le puede suceder en cualquier lugar del Estado español. Se trata de una figura que, forzada por la urgencia de la necesidad, convierte al ciudadano de a pie, en un abrir y cerrar de ojos, en colaborador de las fuerzas públicas, a las que la ley faculta para requerir su ayuda en determinadas situaciones.

registros

Dar fe por necesidad

Según determina el cuerpo de la Ley, cuando se procede a un registro la Policía tiene que acudir acompañada de una orden judicial y contar con la presencia de varias personas para asegurar la validez del proceso: el interesado -sea propietario del piso en el que se sospecha que se puede estar cometiendo un delito, el arrendatario, el regente de un bar,... o su representante legal-, el secretario judicial y dos testigos, cuya misión será presenciar el registro y dar fe de que el acta que se levanta es auténtica; que se registra la habitación a encontrando en ella... o nada; que el propietario se resiste o no; que la fuerza policial se conduce de una u otra forma...

Después se redactará el acta y, tras estar ocupado en esta colaboración el tiempo que pueda durar el registro, la firmará si la considera ajustada a lo sucedido y listo... Siempre y cuando, claro está, la defensa del registrado no considere oportuno citar a declarar a los testigos, caso en el cuál deberán además acudir al juzgado. No cumplir estos trámites puede convertir en nulo todo el proceso de registro. Y aquí es donde aparece la figura del ciudadano que, por sorpresa, puede quedar convertido en testigo necesario de la actuación policial.

"Desde luego, no es un procedimiento ordinario", explica para DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA Ángel Gaminde, presidente de la asociación jurídica Res Pública y uno de los más destacados juristas del País Vasco que, en cualquier caso, precisa: "A no ser que lo ordene un juez, son actos de carácter voluntario. Los ciudadanos tienen la obligación de colaborar con la Justicia, pero sólo si han presenciado directamente un crimen, un atropello o una muerte casual,...". O sea, que en este caso de asalto callejero, si no lo exige un juez, no. Pero entonces, ¿por qué se producen? La respuesta la da la propia Policía. "Son situaciones que se pueden dar ante actuaciones sobrevenidas. Si se recibe el aviso de que se está produciendo un delito flagrante y hay que actuar de inmediato efectuando el correspondiente registro sin poder preparar la actuación, se trata de recurrir al ciudadano más cercano", precisan.

rueda de reconocimiento

'Sospechosos habituales'

Pero, con todo lo chocante que puede resultar verse convertido en testigo policial, ésta no es la única situación para la que las autoridades pueden reclutarle mientras pasea tranquilamente por la calle.

Como sucede en las películas cuando se observa una hilera de sospechosos que entran en una sala y se colocan bajo el correspondiente número para que un testigo de los hechos identifique tras el cristal a quien hubiera participado en ellos, la Policía puede requerirle para hacer bulto; para completar la hilera de sospechosos y ayudar así a que el culpable salga a la luz.

"Lo más habitual es que se pida que participen personas que están directamente en los juzgados, sean ciudadanos de a pie o funcionarios. Pero como la idea es encontrar a alguien que se parezca lo más posible al sospechoso para ajustar su identificación, no es raro que salgan a la calle desde la sede judicial a buscar estos figurantes de parecido razonable", explica Gaminde. "Si es un sospechoso por ejemplo negro, no vamos a poner a cinco blancos a su lado para que sea identificado", explican tanto él como desde la propia Delegación del Gobierno en Euskadi.

En este sentido, las cúpulas de Interior de Euskadi y España ultiman una iniciativa que, según su actual diseño, pasa por hacer que buena parte de los elegidos para estas colaboraciones sean ciudadanos condenados por delitos relacionados por ejemplo con el maltrato o el Tráfico que así, pasando por ser sospechosos habituales, pagarían parte de los "trabajos en beneficio de la comunidad" pendientes.

Mientras tanto, la pesca seguirá produciéndose en el marco de estas dos opciones, por lo que si se le acerca una pareja de agentes, de uniforme o de paisano, sepa que pueden convertirle en apenas un parpadeo en asistente de la Policía, lo que, depende de cómo se lo tome, puede ser toda una experiencia.