Quién fue quién
Cuatro personajes cobraron protagonismo en la derrota francesa. Fueron Wellington, el General Álava, la Duquesa de Montehermoso y un aldeano. Estás son sus historias
la Batalla de Vitoria supuso el principio del fin de la aventura napoleónica en España. La presencia francesa había arrancado cinco años antes con una idea clara: configurar un nuevo mapa de Europa bajo el mandato de Napoleón Bonaparte. Lo ocurrido aquella primavera en Gasteiz, en cambio, supuso la ruptura definitiva del sueño imperial, ya que aliados hasta entonces neutrales, como Austria, decidieron entrar en guerra para amputar de cuajo las pretensiones galas. De aquel histórico episodio se cumplieron el pasado viernes 200 años. Una contienda donde tomaron parte miles de soldados, militares y ciudadanos alaveses, al margen de otros procedentes de países como Alemania, Portugal o Polonia. Como es lógico, todos ellos con nombres propios. Una guerra en la que destacaron líderes que años después encontrarían acomodo en los libros de historia e incluso en la propia capital vitoriana. Sin ir más lejos, ésta recuerda dos siglos después su implicación en la batalla a través de calles, estatuas o palacios.
De entre los miles de actores que aquellos días de 1813 tiñeron de sangre y fuego los campos alaveses, este diario ha tratado de reflotar la memoria de cuatro de los más influyentes, los mismos que ayer sábado cobraron vida en la plaza de la Virgen Blanca para interpretar La ciudad salvada, un relato dramatizado de aquel 21 de junio percibido a partir de la visión del duque de Wellington, el general Álava, la marquesa de Montehermoso y un aldeano de Trespuentes llamado José Manuel Ortiz de Zárate, que ayudó a las tropas aliadas a cruzar el puente de dicha localidad aprovechando un despiste imperdonable del imperio francés. Pero, ¿quiénes fueron realmente estos cuatro personajes? ¿Qué influencia tuvieron en el devenir de la batalla?
Duque de Wellington
El azote de Napoleón
Sir Arthur Wellesley, más conocido como duque de Wellington, fue el comandante en jefe de todas las fuerzas aliadas contra el ejército napoleónico. Su victoria provocó la retirada definitiva de la península ibérica y dio por finalizada la Guerra de la Independencia española. Procedía de una familia noble y fue un experimentado militar que utilizó, en el caso de esta última batalla, una macabra estrategia que consistió en devastar y saquear todo aquel terreno conquistado a su paso, algo que afortunadamente no ocurrió en Vitoria gracias a la actuación del general Álava.
200 años después, la capital alavesa continúa rindiendo homenaje a su decisiva actuación con una calle con su nombre en el barrio de Lakua. En el plano de las anécdotas, el hotel Ciudad de Vitoria -que estos días celebra su vigésimo aniversario- bautizó con el nombre de este militar británico un pub de estilo inglés.
El General Álava
Evitó el saqueo de Vitoria
El vitoriano Miguel Ricardo de Álava y Esquível -Vitoria, 7 de febrero de 1772-Baréges (Francia), 14 de julio de 1843- fue militar, político y diplomático español, pero sobre todo, fue uno de los alaveses más influyentes, sino el que más, del siglo XIX. En palabras del diputado general de Álava, Javier de Andrés, "fue el hombre que salvó a la ciudad del horror de la guerra" al evitar el saqueo de la misma por parte de las tropas aliadas, que él mismo dirigía y que meses después arrasarían la vecina San Sebastián. Por éste y otros logros llevados a cabo en aquellos días, también Vitoria recuerda hoy su nombre con una calle en el centro de la capital, dos esculturas y el nombre de uno de los hoteles más emblemáticos de la capital, gestionado por la cadena AC. De su capital actuación en la batalla y con motivo estos días del bicentenario de la contienda, la Diputación ha organizado una exposición didáctica sobre su figura que quedará instalada frente al palacio foral hasta el próximo 25 de junio. A partir de entonces, la muestra -formada por fotografías, grabados, viñetas y objetos personales- será trasladada a los jardines del Museo de Bellas Artes, donde se instalará después del verano.
Procedente de una familia noble y militar, el general Álava recibió desde temprana edad una estricta educación en el Real Seminario Bascongado de Vitoria, que no sólo le permitió dominar las lenguas francesa e inglesa, sino también nociones importantes de matemáticas y física, solvencias que le permitirían hacer carrera en la Marina primero y en el Ejército después, sostiene la biografía sobre el personaje escrita por Ildefonso Arenas (Ediciones Edhasa). Por sus servicios prestados, Miguel de Álava recibió, entre otros, la Cruz de Comendador de la holandesa Orden Militar de Guillermo y fue nombrado académico de honor de la Academia de Bellas Artes de San Fernando por sus gestiones en la recuperación de las obras de arte llevadas a Francia por la tropas de Napoleón. Tras abandonar el campo de acción fue embajador en Francia en dos ocasiones (1815 y 1835), diputado por Álava (1821), presidente de las Cortes (1822), embajador en el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda (1834 y 1838), senador (prócer), ministro de Marina (1835) y presidente del Consejo de Ministros (1835).
La marquesa de Montehermoso
La amante de 'Pepe Botella'
Se llamaba María Pilar de Acedo y Sarriá (1784-1867), era viuda de Hortuño Aguirre-Zuazo y pertenecía a una familia noble que recaló en la capital alavesa cuando ésta apenas tenía siete años. Testimonios de la la época calificarían a la marquesa como la amante "socialmente aceptada" de José Bonaparte, hermano de Napoleón, que durante la retirada francesa hizo del Palacio de Montehermoso su corte en Vitoria antes de su precipitada huida a Francia. Aunque no entró en batalla, su comportamiento e influencia sobre el gobernante francés también han sido motivo ahora, 200 años después, de reconocimiento. El promotor ha sido el director de la Escuela de Teatro Ortzai, Iker Ortiz de Zárate, que ha escrito y dirigido una obra de teatro titulada Vittoria. Ésta "retrata las horas vividas en el dormitorio de la marquesa, mientras fuera acontece la lucha, y que habla de un amor roto por la guerra, del desgaste de su relación", explicaba su autor el día de la presentación en su sede de la gasteiztarra calle Pintorería.
Con este proyecto, el director vitoriano pretende rescatar la figura de la marquesa de los "moralismos" de la época para poner en valor a una mujer "cultivada, sofisticada, con capacidad para la política e implicada con las tremendas carencias sociales de su tiempo", añade Ortiz de Zárate, que ha encontrado en el director de la Banda Municipal de Vitoria, Hilario Extramiana, la batuta perfecta para poner melodía a la obra.
El aldeano de Trespuentes
Aprovechó el descuido francés
La gloria nunca llamó a su puerta hasta que, siglos después, la historia reconoció la decisiva actuación de este aldeano de Trespuentes en el desenlace de una de las grandes batallas del siglo XIX. Se trataba del alavés José Manuel Ortiz de Zárate, vecino de dicha localidad que, al parecer, avisó a los generales de las tropas aliadas y al duque Wellington de que el estratégico puente de su localidad -que data de la época romana y que está formado por 13 arcos- no se encontraba vigilado ni había sido destruido por el ejército francés. Tal circunstancia se antoja de suma gravedad desde un punto de vista de estrategia militar. El despiste seguramente le costó gran parte de la guerra a Napoléon Bonaparte, que contempló incrédulo cómo Wellington se apresuraba a enviar allí tropas para cruzarlo, tomar el cerro de Iruña y caer sobre la retaguardia francesa, lo que desequilibró finalmente la balanza hacia el lado aliado. El anónimo aldeano moriría allí a consecuencia de un disparo aislado.
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