París. La promulgación ayer por el presidente francés, François Hollande, de la ley del matrimonio homosexual abre la puerta a las primeras bodas, programadas ya para finales de mes, una forma de dar portazo a las multitudinarias manifestaciones en contra, cuyos organizadores siguen empeñados en dar batalla. "Velaré para que la ley se aplique en todo el territorio, con plena efectividad, y no aceptaré que se puedan perturbar estas bodas", advirtió Hollande, que un día antes se había mostrado "convencido de que esta ley se verá como lo que es: un progreso para la igualdad".

El Ayuntamiento de Montpellier, cuya alcaldesa, la también socialista Hélène Mandroux, se había significado como gran valedora del matrimonio homosexual, quiso marcarse un punto ayer al señalar que celebrará la primera boda del país entre dos hombres el día 29. Los futuros esposos son Vincent Autin, responsable del colectivo LGBT en esa ciudad y su pareja desde hace siete años, Bruno.