BILBAO. Retomemos si le parece el motivo original de la entrevista, el estado de la educación. En España se unen los recortes en la enseñanza al fracaso escolar. ¡Menuda combinación!

¿Fracaso escolar? Ya está bien. El Informe PISA viene de la OCDE, de una organización económica de los países más desarrollados de la Tierra. A ver si de una vez por todas, nuestras autoridades educativas, en lugar de inspirarse en instituciones económicas, se inspiran en instituciones educativas. En España hay pedagogos y pedagogas estupendos y, sobre todo, está la experiencia extraordinaria de tantas y tantos educadores. Es a ellos a los que hay que consultar, son ellos quienes tienen que decir cómo debe ser la enseñanza, si hay o no fracaso escolar. ¿Qué es fracaso escolar?, ¿no saber Matemáticas? No. Fracaso escolar es ser maleducado, es decir, una persona que no es libre y responsable. Así es como define la Unesco la educación, crear individuos libres y responsables. Ser educado es actuar en virtud de las propias reflexiones, es no actuar al dictado de nadie. Por tanto, que no me hablen a mí de fracaso escolar en virtud de los baremos que aportan instituciones económicas que no tienen ningún prestigio educativo. Como exdirector general de la Unesco tengo que decir muy claro que en España hay unos grandes profesionales de la educación.

Pero al Ministerio no parece que le haya importado hasta ahora el criterio del sector.

Creo que no es necesaria la nueva ley educativa.

No obstante, el actual Gobierno español vuelve a caer en el vicio de otros gobiernos de amoldar la enseñanza a su visión de la misma.

Creo que las leyes que ya existen son válidas, basta con que se mejoren algunas cuestiones, pero no vamos a estar permanentemente reformando una ley como la actual, que tiene aspectos magníficos y, sobre todo, lo que no podemos hacer es introducir la confesionalidad en la escuela porque es contraria a la Constitución española y a los derechos de la infancia, igual que la segregación de los alumnos. Tenemos que ser muy serios. La Lomce no se puede imponer por rodillo y, si se impone, no la seguiremos. Tiene que saber el Gobierno que hay límites a la mayoría parlamentaria absoluta. La Convención del Niño dice que hasta la edad de emancipación los niños se educarán en las creencias de sus padres. Una cosa es que las familias que quieran que sus hijos reciban una formación religiosa lo puedan hacer y otra muy distinta, que es lo que se pretende, es que este tipo de educación se ofrezca obligatoriamente a todos y que sea evaluable.

¿La reforma educativa es un intento de recentralización de las competencias educativas al Estado?

El Ministerio tiene la potestad de regular unos criterios que son básicos en la educación: la aconfesionalidad, la formación de seres libres y responsables, la libertad de expresión, en resumen, los Derechos Humanos reconocidos por la Constitución. Todo eso sí depende del poder central. Ahora, todo lo demás ni hablar, para eso la educación está descentralizada, porque todas las autonomías deben tener sus propias particularidades, su autonomía.

Siguiendo con las reformas, ¿qué opina de la reforma universitaria que plantea el ministro Wert?

Ojo con tocar cuestiones que deben formar parte de la autonomía de las universidades y con la autonomía de las comunidades. Ojo con modificar una situación que ha dado lugar a la excelencia, en muchos casos. Creo que la universidad española no tiene nada que ver con los perfiles tan restrictivos que algunas de las propuestas que se han sometido a la consideración del ministro.

El informe al que alude contiene ideas compartidas, creo, por mucha gente, como que la universidad debe de estar al servicio de la sociedad y no de sí misma. ¿Cree que la endogamia, la funcionarización y la conservación de las estructuras se anteponen a la formación de calidad y a la investigación de excelencia?

Es cierto que en la universidad existen muchos problemas, pero en la universidad han existido siempre muchas más soluciones que problemas. No se puede hablar de endogamia y a continuación proponer un modelo de universidad privada. No estoy en contra de que haya universidades de financiación privada, siempre que tenga acceso a la universidad cualquier persona en virtud de su mérito, que es lo que establece el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Que nadie se llame a engaño, que ahora no vengan a decir que la educación pública tiene muchos problemas, porque en la educación privada los problemas todavía se multiplican.

¿Es factible o deseable que el futuro modelo se parezca al de las universidades estadounidenses?

Lo que tiene que haber es rigor. El informe que yo he visto tiene aspectos que son positivos, pero quieren incorporar aspectos de gobernación y financiación universitaria propios de ciertos países que no se distinguen precisamente por su calidad universitaria. Dicen que las universidades españolas se tienen que parecer a las que aparecen en los puestos de cabeza en los rankings internacionales, como las de Estados Unidos. Pues, ojo, porque allí hay más de 3.000 universidades, y dígame usted cuántas están en esos puestos de cabeza en los rankings. La mayor parte de las universidades de Estados Unidos no son excelentes; solo lo son quince o veinte que, además, tienen una gran afluencia de personas de todo el mundo con muchos medios económicos. Por tanto, creo que no se puede generalizar este modelo al conjunto de las universidades públicas españolas.

O sea que lo que se pretende con la reforma en realidad es restringir el acceso a la educación superior mediante la privatización de las universidades.

La palabra privatización me preocupa en el sentido de que se pretenda trasladar a la opinión pública que lo público funciona peor que la empresa privada cuando no es cierto, porque algunos servicios públicos se han privatizado y ahora están en situación de quiebra. Hay centros de enseñanza privada que son magníficos, como Medicina en la Universidad de Navarra, pero de eso a que el Ministerio haga la prolongación y diga que tenemos que privatizar la universidad, es un error craso.

Creo que ha llegado a decir que habría que rebelarse contra esta reforma.

Es que para mí, como le digo, cabe la objeción de conciencia. Además, no es que lo diga yo, el propio presidente del Gobierno cuando estaba en la oposición habló en favor de la objeción de conciencia en relación a la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Por tanto, ahora, nosotros, como ciudadanos libres, podemos pensar que hay algunas cuestiones como las reformas en educación, justicia, sanidad o ciencia que pueden ser objetadas.