parís. Los opositores al matrimonio homosexual en Francia han elevado el tono de su protesta cuando el texto entra en su recta final con el inicio ayer del trámite parlamentario que desembocará en su adopción definitiva el 23 de abril. Las acciones de protesta en los domicilios de ministros, acosados en actos públicos, las manifestaciones no autorizadas o el incremento de la actividad en las redes sociales han mantenido el nivel alto de la oposición a un texto cuyo debate ha marcado la actividad política reciente. El ministro del Interior, Manuel Valls, tuvo que ser escoltado por antidisturbios la pasada noche a la salida de un concierto donde le esperaba un grupo de opositores al matrimonio homosexual.

Además, la policía detuvo a 67 militantes a las puertas de la Asamblea Nacional cuando trataban de instalar un campamento de protesta. Una periodista favorable al matrimonio homosexual fue agredida en Nantes el sábado. Todas estas situaciones coinciden con la mayor presencia entre los opositores a esta ley de grupos de extrema derecha o ultracatólicos, con un lenguaje más violento que en las semanas precedentes.

Las asociaciones de homosexuales denuncian un incremento "de hasta cuatro veces" de las llamadas a sus teléfonos de ayuda, "sinónimo del clima de homofobia que se ha instalado en torno al debate sobre la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo", indicó el presidente del colectivo LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales), Nicolas Gaugin. "Las declaraciones de los políticos de la derecha no son ajenas a la violencia que hay en el ambiente. Cuando escuchas hablar de 'guerra civil' o de 'derramamiento de sangre', te explicas que haya este incremento de acciones violentas", afirma el responsable de la Federación LGBT. Gaugin hizo un llamamiento a la "responsabilidad" de los políticos conservadores, particularmente combativos en su lucha contra el proyecto que legaliza los matrimonios homosexuales, una de las promesas electorales del presidente, François Hollande.

Desde el otro lado, el colectivo Manif pour tous, que se ha convertido en la cabeza visible de la oposición al matrimonio homosexual, asegura que sus reivindicaciones son pacíficas y se desvincula de los actos violentos. Además, acusan al Ejecutivo de tratar de dar de ellos una imagen falsa. "Ni somos homófobos, ni llamamos a la violencia", señala un portavoz de este grupo, que reivindica su derecho a "oponerse a una ley que crea mucha controversia en el país".