una situación que, mal entendida, puede llegar a ser enervante. Al menos, para el común de los mortales o para aquéllos con el corazón fácilmente sugestionable. Es lo que sucede cuando uno se queda encerrado en un cementerio, situación que ocurrió en la capital alavesa al mismo tiempo que se acababa la pasada semana. Concretamente, en Santa Isabel. Lugar histórico e imponente que, incluso, acoge visitas guiadas para descubrir los tesoros que encierra tras sus muros pero que, sin embargo, no deja de ser lo que es. Es decir, un lugar de recogimiento y de recuerdo para los restos de sus moradores, inicialmente, todos difuntos. Esta circunstancia, y de noche, puede provocar ciertas susceptibilidades según sea el estado de ánimo del visitante. Y más si el citado, y tras un error con los horarios de visita al camposanto, requiere de la intervención de Bomberos y de Policía Municipal para abandonar un recinto sacro ya cerrado y candado.

Todo esto sucedió el pasado domingo. Una anciana que había acudido a la necrópolis de Zaramaga para acompañar a familiares ya fallecidos se confundió con los horarios de apertura y visitas de la instalación y se quedó encerrada en ella hasta que varias dotaciones del retén gasteiztarra pusieron solución al encierro. En concreto, según fuentes del Ayuntamiento de Vitoria, que informaron en una nota de prensa de la intervención en Santa Isabel como un rescate, una persona mayor quiso salir del camposanto a las ocho y media de la tarde. Sin embargo, le fue imposible porque los portones del mismo ya estaban cerrados. Al parecer, los responsables del cementerio cerraron sus puertas a las siete de la tarde, como lo hacen habitualmente, sin sospechar que había una persona en su interior.

Según la información facilitada desde el Consistorio gasteiztarra, la mujer siguió con su visita sin darse cuenta de que las puertas ya estaban cerradas. Fue al salir cuando se dio cuenta de lo que ocurría.

Por ello, poco antes de las ocho y media de la tarde no tuvo más remedio que llamar a los Bomberos, a quienes explicó que creía que el horario de visitas del camposanto era más extenso. Estos acudieron poco después. Una vez en el lugar, los integrantes del retén rompieron el candado, que cerraba una de las puertas de la calle Vitoria, para que pudiera salir y pusieron otro en su lugar. La Policía Local se quedó con las llaves para entregárselas al portero del camposanto.

En otro orden de cosas, desde el retén de Aguirrelanda también se informó ayer de una intervención que tuvo lugar el pasado fin de semana en una zona de viñas entre Elvillar y Laguardia. El aviso motivó el desplazamiento de los Bomberos gasteiztarras hasta este lugar a primeras horas de la tarde del domingo. Realizaron una instalación de unos 200 metros de línea para poder atacar las llamas que avanzaban lentamente, ya que por la fuerza del viento reinante ese momento las estaba llevando cuesta a abajo.