Vitoria. Se acerca la Navidad, ese momento en que se afloja el cinturón. Por las comilonas y a pesar de la crisis. No obstante, este año parece que muchas familias, más de las habituales, optarán por menús tradicionales con productos básicos, por adelantar la compra de pescados y mariscos antes de que suban los precios o patearse la ciudad en busca del mejor chollo. Los vendedores del mercado más castizo de la capital alavesa, la plaza de Abastos, y de quienes se asientan cada semana en los puestos exteriores ya presienten que la caja registradora se va a resentir. Y muchos clientes admiten que, aunque se estiren, no lo harán al nivel de celebraciones anteriores. Esta vez, más que nunca, lo importante será festejar la efeméride en compañía de los seres queridos en vez de regalarse una bacanal gastronómica.

"Hay personas que ya se están llevando pescado para congelar, antes de que suba de precio. Sobre todo, besugo, lubina salvaje, gambas... Y mucho calamar", apunta, en pleno trajín, Isabel. Por experiencia, sabe que cuando llega la Navidad los gasteiztarras "acaban picando", pero esta vez tiene dudas de que las ventas aguanten como lo hicieron en la pasada celebración. "Yo digo que los trabajadores están esperando a ver si les pagan la extra. Y yo creo que la crisis se va a notar bastante", opina. Algo más optimista se muestra Naiara, otra minorista que sí limpia pescado. Y a un ritmo brutal, por cierto. "Este año no hemos notado mucho bajón. ¿Expectativas para los próximos días? Sorpresa, sorpresa... Confíamos en aguantar", sostiene.

El marisco y los pescados se han convertido, con el tiempo, en indispensables en una mesa navideña. Sin embargo, cuando toca ahorrar, existen otras opciones jugosas y con un precio más razonable. Como las que ofrecen las pollerías. Manuel Rabasco, portavoz de los comerciantes de Abastos, pondrá a la venta en breve su mejor oferta de capones, pulardas y ejemplares de caza. "Se pueden servir cosas bien ricas y no muy caras. Nosotros, por ejemplo, ofrecemos un pollo relleno de frutos secos y foie que sale a diez euros el kilo", explica. A su juicio, lo importante es "tener un motivo para juntarse, para conversar", aunque no duda en invitar al consumo de productos más elitistas. "Al final, todo el mundo tiende a estirarse en estas fechas", apostilla el comerciante, "que bastantes desgracias sufrimos todo el año".

A las puertas de Abastos, bajo un toldo chispeante por la lluvia, los propietarios de Invernaderos Ruiz tratran de trabajar con una sonrisa, a pesar de la crisis. "Se está notando mucho, muchísimo. Este año, por ejemplo, estamos vendiendo la mitad que el pasado, y ya entonces lo pasamos mal", afirma David. Con todo, confía en que las familias se dejen seducir por sus estupendos ejemplares de cardo y alcachofas, verduras que no suelen faltar en las mesas de los amantes de la comida verde. "Los precios, desde luego, son majos, pero ya veremos.... Llegan estas fechas y parece que incluso vendemos menos que de normal", lamenta el joven, mientras limpia unas borrajas.

Las dudas de los vendedores quedan confirmadas al conversar con los compradores. Habrá familias que se darán algún capricho, sí, pero con moderación, que entre despidos, recortes salariales, expedientes de regulación de empleo, pensiones ridículas y los regalos de Olentzero y Reyes Magos toca contenerse. "Hay que regalarse alguna alegría, pero poca... Que soy jubilada", apunta Mercedes. Para la cena de Nochebuena y la comida de Navidad ya tiene pensado llevarse un cogote de merluza, "lo justito" de almejas y gambas.... Y pare usted de contar. Francisca, por ejemplo, ni siquiera piensa en comprar marisco. "Haré seguramente unas croquetas caseras, igual algo de solomillo... Cositas ricas y producto bueno, pero aprovechando las ofertas y sin pasarse", sostiene. Bastantes gastos hay todo el año: está pagando la carrera universitaria de su hijo y el alquiler de su hija en Madrid. "Así que no queda otra que mirar bien los precios y optar por alternativas algo más baratas", apunta, tras realizar la compra de la semana en Abastos. Charo también es de esas vitorianas que opta por elaborar un sugerente festival gastronómico a partir de la sencillez. "Y no sólo por la crisis. Es que siempre lo he hecho así. Habrá algo de picoteo, unos chipirones, huevos rellenos, rabo de toro... Un menú básico pero rico y que no sube de precio con la llegada de estas fechas", explica. Lo importante para ella en celebraciones familiares es, por encima de todo, "la compañía". Y la Navidad no es una excepción en su regla. Emilia, sin embargo, confiesa que "aunque haya que ahorrar un poco", la efeméride traerá pescado, marisco e incluso cordero a su casa. "Como todas las navidades, lo tradicional de siempre", señala la jubilada. Una vez al año, para algunos no hace daño.