BILBAO. En el juicio de la sección segunda de la Audiencia vizcaina por los presuntos delitos continuados de malversación de caudales públicos y falsedad en documento, esta mañana ha declarado Goiriena quién ha negado mantener o haber mantenido una relación sentimental con la otra acusada y le ha achacado gran parte de la responsabilidad de los hechos que se les imputan.

Los acusados se enfrentan a una pena de 10 años de prisión y 14 de inhabilitación, además de una indemnización de 750.000 euros, ya que, según la fiscal, entre 1994 y el 2000, aprovecharon sus cargos para destinar a dinero de la universidad a sus fines particulares.

El ex decano ha afirmado que fue decisión de M.B. pagar con dinero procedente de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unbertsitatea los honorarios de una abogada en un pleito particular, después de que profesores del departamento hubieran impugnado la concesión de una cátedra a la acusada, tras conocer la relación que como socios de varias mercantiles mantenía con Goiriena, quien había sido presidente del tribunal calificador.

Goiriena ha reiterado más de una docena de veces, hasta desesperar a las acusaciones que le interrogaban que, según la interpretación que él hace de la normativa de contratación que tenía la UPV, en realidad era el Instituto de Epidemiología, al que pertenecían ambos, el titular de los fondos que supuestamente se apropiaron.

La UPV/EHU aportaba a ese instituto diversos fondos para organizar masters y cursos de postgrado, y las acusaciones sostienen los acusados malversaron parte de ese dinero publico.

El jurado popular ha escuchado varias contradicciones en la declaración de Goiriena cuando se le ha interrogado sobre material de la Facultad que ordenó trasladar a un local externo, en concreto 14 sillones de dentista, valoradas en más de 12.000 euros cada uno de ellos, ha indicado.

Goiriena ha relatado que tuvo que sacar esos sillones del local del campus donde se encontraban porque habían aparecido allí unos bidones tóxicos y contaminantes, si bien no ha explicado por qué no se aplicaron en su transporte medidas de seguridad.

Ha dicho que incluso piensa que un tumor de tiroides que personalmente padeció pudo tener relación con esos bidones, ya que su despacho estaba situado junto al local donde se almacenaban.

Ha asegurado ante el tribunal que ese material que sacó de las instalaciones de la UPV estaba "en desuso" y que su intención fue "darle una segunda vida" con fines benéficos, en los campamentos de refugiados saharauis o para las Hermanitas de la Caridad, ha detallado.

Goiriena ha reconocido que creó junto a M.B. varias sociedades, como consultas odontológicas o distribuidoras de material de laboratorio.

Esas sociedades emitían facturas falsas que pagaba como único cliente la UPV/EHU, según las acusaciones, pero que el ex decano ha querido aclarar que tenían algún otro cliente que no ha podido recordar.