Vitoria. Ayer por la mañana el Mars Science Laboratory (MSL), más conocido como Curiosity, llegó a Marte y empezó a transmitir datos y fotografías del cráter Gale, donde se había posado después de un viaje de 567 millones de kilómetros. El aterrizaje del robot Curiosity, que es el explorador móvil más complejo enviado por la NASA al espacio, fue seguido y celebrado por la comunidad científica mundial, que a partir de ahora contará con una buena dosis de datos sobre la geología, el clima y la atmósfera de Marte... un montón de información que ya ha empezado a llegar a la Tierra gracias a una antena construida con aportación vasca.

El objetivo de esta misión a Marte consiste en analizar las condiciones actuales del planeta y buscar rastros de vida -ahora o en el pasado- como un paso importante en el proyecto de enviar astronautas a Marte a mediados de 2030.

La ingeniería vasca Sener ha desarrollado el mecanismo de apunte HGAG (High Gain Antenna Gimbal) de la antena de alta ganancia HGAS (High Gain Antenna System) que se encarga de hacer llegar las comunicaciones del robot a la Tierra desde la superficie marciana. La antena permite la comunicación bidireccional directa entre Curiosity, una vez en Marte, y las estaciones de seguimiento. Una de sus características es que al ser orientable puede apuntar directamente, evitando que lo haga el vehículo y ahorrar energía. Esta antena que incorpora tecnología vasca es la encargada de comunicar los datos científicos de los diferentes instrumentos del MSL (Laboratorio Científico Marciano), información sobre el estado del propio robot y de recibir las instrucciones sin necesidad de enlaces intermedios. El HGAG desarrollado por Sener es un mecanismo de apunte de dos grados de libertad que se integra sobre la plataforma del Curiosity para posibilitar el apunte preciso de la antena hacia la Tierra. De la recepción de datos se encargan los tres complejos espaciales de la red de Espacio Profundo de la NASA -Madrid, Camberra y Goldstone-, que mantendrán una comunicación continua con el robot.

los mensajes A las 7 y 32 minutos de la mañana de ayer Curiosity transmitió "estoy entero y a salvo en la superficie de Marte". El mensaje, que ponía fin a un viaje de ocho meses y diecisiete días, fue recibido con aplausos y abrazos en la sala de control del Laboratorio de Propulsión de la NASA en Pasadena (California), donde habían estado muy pendientes de los llamados "siete minutos de terror" -la aproximación final a Marte-. Y es que el MSL ha protagonizado la maniobra de descenso más compleja realizada hasta ahora por un robot de exploración planetaria. Tras ingresar en la atmósfera marciana a 21.500 kilómetros por hora la cápsula, que fue lanzada en Cabo Cañaveral el 26 de noviembre de 2011, pasó en 420 segundos de ser un cono envuelto en temperaturas de casi 900 grados centígrados a convertirse en una grúa flotante sobre ocho cohetes y a algo parecido a una araña mecánica que logró posarse suavemente en el cráter marciano Gale, abierto hace unos 3.000 millones de años por el impacto de un meteorito y que se cree que albergó un lago.

La siguiente comunicación de Curiosity fue "¡Cráter Gale, aquí estoy!". Trece minutos después, el blog de la NASA recibió otro mensaje: "Ustedes piden fotos de mi viaje. ¡Aquí van! Mi primer vistazo (y seguirán muchos más) de mi nuevo domicilio....¡MARTE!". Las primeras imágenes enviadas por el Curiosity fueron en blanco y negro, con una resolución de 256 pixeles, y muestran una porción del suelo y una de las ruedas del artefacto.

El Curiosity, que está equipado con instrumentos científicos avanzados, incluye tecnología desarrollada en el Estado español en la estación meteorológica REMS (Rover Environmental Monitoring Station) que medirá, entre otros elementos, la temperatura del suelo, aire, presión atmosférica, humedad, radiación ultravioleta y velocidad y dirección del viento. Esta información se descarga sobre el ordenador de control del rover y, posteriormente, sobre el satélite que comunica con la Tierra.

En cuanto a los objetivos de la misión, Lara Sáiz, del Centro Espacial de la NASA y el Instituto de Técnica Aeroespacial, señaló que supone un "gran paso" para una posible expedición humana a Marte. Aseguró que "el futuro es ese, pero todavía queda un camino por recorrer. Todavía no se conocen los riesgos exactos de lo que sería el viaje. Hablamos de un viaje muy largo, una misión tripulada a Marte supone en torno a tres años. Y todavía queda bastante por aprender, conocer cómo los astronautas podrían soportar este proceso y disponer de un sistema que les permitiera volver".