El campo piensa en el mañana. Porque aunque el hoy se vislumbra en azul oscuro, casi negro, el futuro parece tener una tonalidad totalmente opaca. Y, por ello, mañana, con motivo de la celebración del día de su patrón buscará soluciones. San Isidro escuchará durante esta especial jornada muchas rogativas para que salve explotaciones, pero también para que logre que un territorio tradicionalmente labrador y ganadero no vea cómo su tradición desaparece.

Y mientras el santo aplica su obra divina, el sector primario alavés ya se pone manos a la obra para evitar que esto suceda. El futuro parece estar en manos de los jóvenes y las mujeres, y son ellos los que dan un paso al frente para pintar de verde esperanza el horizonte de la actividad.

Por ello, Miguel Uriarte se levanta de madrugada, o casi por la noche, todos los días. Este ganadero alavés de 33 años es el ejemplo de la devoción por un estilo de vida transformado en trabajo por vocación. Porque Miguel vivió desde su infancia en el caserío de sus padres, lo que significaba una existencia dedicada al campo, y cayó en sus encantos consciente también de todos y cada uno de sus pesares. "Siempre tuve la ilusión de seguir el trabajo de mis aitas. Somos cuatro hermanos y los dos chicos decidimos hace 13 años hacer la granja", recuerda.

Aunque los tiempos no son muy alentadores, él confía en su opción y no espera "tener una gran empresa sino vivir de ello con un sueldo digno" . Aun así, sabe que el futuro está difícil y que gran parte de la responsabilidad recae en los jóvenes como él y en cómo manejen sus explotaciones. "Lo primero que tenemos que aportar es trabajo y dedicación para sacar las explotaciones adelante. Luego, debemos trasladar todo esto a la sociedad para que vea que hacemos una aportación generando empleo y manteniendo el entorno que ahora no es capaz de comprender. Cuando logremos esto, pagará lo que realmente valen nuestros productos", argumenta convencido Miguel.

Y es que, en la actualidad, los costes de producción no dejan de subir y los márgenes de reducirse a cuenta del pago ínfimo de muchos de los alimentos. Estas poco halagüeñas expectativas llevan a que el relevo generacional se convierta en una de las principales complicaciones a medio plazo. De hecho, el año pasado los premios Gaztenek, otorgados a jóvenes agricultores y ganaderos del Euskadi, demostraron que Álava había sufrido un más que reseñable receso en las peticiones de nuevos proyectos. Este ejercicio, los primeros sondeos hacen ser más optimistas al respecto. Y es que alrededor de 25 emprendedores de menos de 40 años podrían haber cursado ya su petición en la Diputación para iniciarse en el sector.

Apuesta en firme

A pesar de ello, el campo envejece poco a poco, pero Miguel sigue fiel a su iniciativa y anima a aquel que lo desee para que no se deje asustar y a las administraciones para que apuesten realmente por el campo y echen una mano en lugar de poner la zancadilla. "Lo principal es que guste y, a partir de ahí, que quienes están interesados apuesten por ello. Pero hay que tener acceso a la tierra, a los mercados donde van a producir y ahí es donde se tiene que ver a la Administración", reclama.

Y aunque entiende que en las últimas décadas la gente haya optado por otros empleos "porque aquí no se gana dinero para las horas que se meten", él continúa a piñón fijo con su máxima de que querer es poder e invita a que los interesados no se amedrenten ante las dificultades. "Es cuestión de ilusión y querer trabajar". Aunque reconoce que los tiempos han cambiado y que hoy en día hay que estar preparado para todo. "La diferencia es que mi aita desarrollaba un trabajo mucho más físico, tenía una dedicación mucho mayor y yo ahora tengo mis días de vacaciones. Sin embargo hay que tener en cuenta que ahora la presión económica es mucho mayor. Tienes que ser ganadero, economista, administrativo y de todo un poco para poder sacar márgenes", explica.

A pesar de no perdonar sus días de asueto, el día de su patrón le honrará trabajando. Aunque no perderá la ocasión de realizarle un ruego. "No creo mucho en los milagros, pero voy a pedir que este sector tenga su reconocimiento y que no se mueran la agricultura ni la ganadería en Álava", solicita.

Por su parte, Judith González de Matauco sí guardará fiesta en su explotación agrícola de Mendoza para cumplir con todo el programa típico de este día, con la misa y la comida entre amigos correspondiente. Al frente de unos terrenos donde cultiva remolacha y cereal entiende la importancia del papel de la mujer en el campo gracias al conocimiento que le ha dado ser nieta e hija de agricultores. A sus 46 años, no se arrepiente de haber emprendido un proyecto de vida en su pueblo natal junto a otro agricultor del pueblo que se convirtió en su marido hace 27 años y sigue trabajando para que la capacidad de la fémina en el sector se evidencie. "Como en toda empresa familiar, la mujer es parte primordial de ella. El futuro está en los jóvenes, hombres y mujeres, que tengan ilusión por este trabajo, que entiendan perfectamente qué significa ser agricultor y ganadero. Que tengan proyectos, nuevas ideas, hay que conseguir un producto atractivo para el consumidor, que sea de la mayor calidad posible", comprende.

En busca de la igualdad

Y aunque la paridad en el sector primario parece un elemento difícil de conseguir al frente de las explotaciones, entiende que el trabajo de la mujer siempre ha existido y ellas han sabido, además, evolucionar con los tiempos. "En los últimos años ha cambiado la visibilización de la mujer en el campo. Antes se vivía muy aislada, no había tiempo para relacionarte con los demás, siempre priorizabas tus obligaciones a todo lo demás. Las mujeres siempre han estado ahí, dando el 200% en todo lo que hacen. Han sido y seguimos siendo el alma de la casa. En estos últimos años, tenemos que estar más preparadas a todos los niveles. De hecho, eso hacemos, estar preparadas no sólo para ir a la pieza sino para, en muchos casos, llevar la gestión de la casa. Además, ahora las mujeres están en muchos cargos en los que antes era impensable verla", evidencia.

Aun así, es consciente de que aún queda mucho trabajo por hacer por un campo que tiene "un presente incierto" y un futuro poco halagüeño por el que ella asegura nunca animaría a su hijo a enrolarse en esta profesión. Y, aun así, ofrece las claves que ella considera básicas para seguir adelante con su pasión.

"Tenemos la responsabilidad de querer y sentir lo que hacemos, como todo negocio propio familiar, tienes que dar por él, hasta lo que no está inventado todavía", admite. Y en ello continúa mientras, al igual que Miguel, pide a las instituciones que cambien de estrategia y no dejen que este sector caiga en el olvido. "El presente es un anticipo de la incertidumbre que le espera al sector primario. Ya nada depende de nuestro esfuerzo, dedicación, materia prima,... Todo está en manos de personas que tienen que defender nuestro producto y que han preferido tenernos bajo la mano de la subvención y así controlar los mercados", lamenta.

Y mientras esperan a que esta situación cambie y las administraciones modifiquen su estrategia para escuchar a quienes están a pie de pieza, los agricultores y ganaderos seguirán creciéndose ante la adversidad para mantener una actividad imprescindible para el territorio. El trabajo lo hacen ellos. El respaldo recae en las instituciones.

La responsabilidad de la conciencia y el reconocimiento está en la sociedad. Para que no haya que regresar al futuro y descubrir que no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde.