El público que acudió anteanoche a presenciar el akelarre en el dolmen de La Hechicera de Elvillar se encontró con un espectáculo renovado, en el que se ha puesto corazón y pasión, y en el que por innovar no se ha renunciado a expresar la moraleja de lo que allí se cuenta.
Este espectáculo forma parte de las actividades del programa de fiestas de esta localidad de Rioja Alavesa, aunque habitualmente es coordinado desde la Cuadrilla. Este año, sin embargo, fueron los propios vecinos quienes se empeñaron en querer prepararlo ellos solos, sin la tutela de la institución comarcal, según comenta el concejal de Festejos, Andrés Córdoba de Samaniego. "Se nota un cambio, porque hay nuevos argumentos, como la presencia de la Inquisición, y mucha más participación de la gente del pueblo".
La verdad es que los cambios eran notables: desde el propio dolmen, que ha quedado totalmente al descubierto, mostrando cómo era en sus orígenes, aunque la empresa de restauración medioambiental todavía tiene que completar su encargo de rehabilitar ese espacio, hasta la propia historia que se cuenta, e incluso los trajes que se utilizan en la puesta en escena.
La representación recuerda una de las muchas cazas de brujas que se llevaron a cabo en la Edad Media por parte de la Inquisición y el posterior juicio al que son sometidas esas mujeres, así como su condena a ser quemadas en la hoguera por no arrepentirse de sus pecados. Prácticamente todas las intervenciones se producen en directo, con ritmos de txalaparta en vivo y con un mensaje final: que aquellos acontecimientos contra las mujeres no vuelvan a suceder. El espectáculo termina con un canto a la libertad expresado a través de una joven con un vestido blanco que finaliza invitando a los espectadores a unirse a la danza, como una forma de manifestar su rechazo a aquellas persecuciones. Córdoba de Samaniego reconoce que otros años se quiso hacer como un hito turístico y hasta se puso en marcha una asociación de fuera del pueblo que se encargó de hacer una especie de teatro, pero así se perdía la identidad de los vecinos del Elvillar, que son quienes en realidad hacen la representación. El concejal realiza un esfuerzo para no criticar a nadie, pero remacha que en esta edición "se ha notado que tenía más vidilla. Es la gente del pueblo quien tiene la responsabilidad de montar la representación y, al final, es algo que queremos que sea nuestro, que se mantenga aquí y que sea la propia gente de Elvillar quien lo organice". En esta edición han participado más de cincuenta personas, que han estado trabajando a lo largo de todo un año, aunque los ensayos han durado uno o dos meses.
Los espectadores acudieron en buen número y al término de la representación repartieron entre los asistentes txoripanes.