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EL barrio de Repelega en Portugalete aún sigue conmocionado tras el trágico suceso acaecido a principio de esta semana cuando uno de sus residentes, de 17 años, asesinó a sangre fría con una piqueta y un cuchillo a su madre de 58 años y a su hermano menor, de apenas once años y con un discapacidad psíquica y física, en un episodio de violencia que sus vecinos aún son incapaces de asumir y comprender.

"Repelega está muy triste" acertaba a resumir la empleada de un supermercado de la zona donde la fallecida, Pilar A, compraba de vez en cuando las viandas de esta familia hoy desecha tras una explosión de violencia adolescente que para los vecinos genera aún más interrogantes a medida que se conocen más detalles del presunto asesino, confeso, pero al parecer inimputable por su alta degradación mental.

Lo explicaba Miguel Alonso Belza, abogado y profesor de criminología de la Universidad de Donostia para quien apuntó que según el diagnóstico que se haga de su enfermedad mental "puede que desaparezca su responsabilidad penal de manera total, parcial o que se atenúe".

No hablaba en vano el criminólogo quien vio reafirmada su apreciación pericial cuando los médicos que estudiaban el caso de Ismael Q. diagnosticaron que el joven padece un "trastorno mental grave" que podría haberle llevado a cometer el doble crimen.

Esquizofrenia A Ismael se le diagnosticó una "esquizofrenia severa", lo que presumiblemente podría liberar al presunto asesino de su responsabilidad penal aunque de momento su actuación homicida le ha llevado al pabellón de Psiquiatría del hospital bilbaíno de Basurto, donde permanece recluido. El primer diagnóstico ofrecido por el equipo médico estableció que Ismael pudo sufrir una esquizofrenia severa que pudo inducirle a cometer el parricidio. Un análisis que ha sumido en la perplejidad a los residentes de este populoso barrio obrero de la zona alta de Portugalete. "Sabrán los doctores lo que dicen pero la gente de a pié lo que nos preguntamos como es que nadie se ha dado cuenta de nada de lo que estaba pasando por la cabeza de este joven hasta que ha explotado", comentaba un con tertulio de uno de los escasos bares de este barrio dormitorio de la villa jarrillera. Un comentario que hizo suyo el mismo día del suceso la Corporación portugaluja quien reseñaba en un comunicado aprobado por la junta de portavoces que la sociedad portugaluja no tiene más remedio que preguntarse "cómo responder a este dolor: ¿con indignación, repulsa, asombro, miedo...?.

"Tenemos que reflexionar y seguir preguntándonos: ¿podíamos haberlo evitado? ¿Tendríamos que haber prestado mayor atención a posibles señales? ¿Tendríamos que haber llegado con recursos educativos, sociales o psicológicos, al joven?", manifestaron los representantes locales.

Los vecinos permanecían ayer sumidos en la diatriba de como un joven aparentemente normal había podido ser autor de un hecho tan atroz. "Es casi imposible saber cual ha sido el detonante que le ha llevado a ese arrebato de furia que, por lo que habéis contado los medios de comunicación, parece casi un ensañamiento, pero se hace raro pensar que nadie había intuido algo", reseñaban los clientes de otros de los bares cercanos a la calle Federico García Lorca donde tuvo lugar el suceso. "Estamos a punto de celebrar las fiestas del barrio, San Cristóbal, pero parece que este suceso ha caído como un jarro de agua fría que nos ha traído un gran desánimo al barrio", añadían ayer.