Hace nueve años que María Jesús Expósito se dio cuenta de que la vida es una carrera de fondo. La detectaron un cáncer de mama que en sólo dos meses provocó que le extirparan el pecho izquierdo y, al de poco, el derecho. Lejos de abatirse por el sobresalto emocional, se fijó una meta: vivir. Tenía que estar en plena forma para sobreponerse al tumor, así que se puso a hacer deporte para aumentar su fortaleza física y mental. Las diversas investigaciones que había consultado al respecto le demostraron que el ejercicio físico ayuda a prevenir las recaídas. Y como ella no quería sufrir ningún tipo de pájara, empezó a correr como la que más junto a su marido, Fernando, y sus amigos. Logró cruzar la primera etapa al superar su dolencia, pero al cabo de cuatro años volvió a tropezarse con otro obstáculo en su camino. Esta vez, en forma de metástasis pleural. Un mal que la dejó sin fuerzas para caminar y subir escaleras.
"Pensaba que no podía volver a hacer ejercicio porque me encontraba floja". Necesitaba un esfuerzo mayor y lo encontró. Concentró toda su energía para poder participar en la primera edición de la Carrera de la Mujer de Vitoria, prueba que le había propuesto su amigo, el atleta gasteiztarra Martín Fiz. Así que se apuntó al gimnasio para entrenar de forma suave. Sin ir al límite para no forzar el cuerpo, aunque al final consiguió cruzar la línea de llegada del recorrido del Paseo de Cervantes.
Otra prueba superada. Al año siguiente logró incluso hacerla en menos tiempo. "Corrí mejor", recuerda esta mujer que dentro de diez días tendrá que realizar este trayecto a ritmo más lento. Una metástasis ósea le obliga a ello por precaución ante una posible rotura de huesos. En especial, los de su pierna. "Correr no puedo, pero si puedo, ando. Lo importante es tener alegría y rodearte de gente positiva. Hay que descartar palabras como mala suerte y pena, que no ayudan a nada". Y la gente que hace deporte es la que le transmite mucha fuerza. Una vitalidad que se hará visible dentro de diez días, cuando una marea rosa vuelva a inundar las calles de Vitoria. Se pronostica que será a las 11.00 horas, el momento en el que una oleada de solidaridad arranque, gracias a las 3.500 féminas que se espera que se pongan las zapatillas en la IV Carrera de la Mujer Nunca estará sola contra el cáncer. Todas ellas saldrán otra vez del parking de Mendizorroza, salida y meta de este recorrido de 5 kilómetros, que este año donará un euro de los seis de la inscripción a la Asociación Alavesa de Mujeres con Cáncer de Mama y Ginecológico (Asamma).
Es el evento deportivo femenino más grande de Europa debido a las 60.000 corredoras que se espera que participen en las ocho ciudades en las que se disputa en todo el Estado. La capital alavesa es la cuarta parada de este circuito. "El año pasado más de 2.839 mujeres y algún hombre asistieron. El reto para este año está en agotar los 3.500 dorsales. De conseguirlo sería el evento más solidario de Álava y Euskadi", desea Martín Fiz, el célebre deportista gasteiztarra que preside esta carrera.
No hace falta correr porque la competición es lo de menos. Lo importante de las portadoras del dorsal es que den su apoyo para demostrar que de este cáncer se sale, como Pilar, la corredora de 42 años que participa en todas las carreras que se están celebrando este año con una doble meta. Conseguir reunir 22.000 mensajes de apoyo al finalizar la última prueba en noviembre, la de Zaragoza. De lograrlos se traducirán en 22.000 euros destinados al apoyo psicológico en el tratamiento de esta enfermedad.
Asistir a ella es muy fácil. Se puede ir dando un simple paseo, sola o en compañía, como demuestra las diversas categorías del evento más intergeneracional de la ciudad: madre e hija, tía y sobrina, compañeras de trabajo o de asociación, entre otras. El único requisito es ser mayor de 12 años y apuntarse antes del miércoles que viene en la página web www.carreradelamujer.com o en El Corte Inglés y en el Sportown de la capital alavesa.