vitoria. El estudio ¿Menores o extranjeros? Análisis de las políticas de intervención sobre menores extranjeros no acompañados, elaborado por Alazne Gozalo Goicoechea, Eva Jiménez Martín y Laura Vozmediano Sanz, gracias a una beca de investigación concedida por el Ararteko, alerta de la presencia de niños de 12 años entre los menores extranjeros no acompañados residentes -conocidos como menas en el ámbito social- en Euskadi. En un comunicado, el defensor del pueblo vasco señaló que en el análisis se destaca que el 96% de los menores es varón, con una edad media de 16,1 años.

Además, el estudio afirma en el 30% de los casos estudiados no hay coincidencia entre la edad ofrecida por el menor y la estimación del profesional encargado de realizar la prueba ósea. "Si situamos el interés del niño por encima de cualquier otra consideración, sería necesario aplicar un criterio restrictivo a la realización de las pruebas oseométricas", se añadió desde la oficina del Ararteko.

En cuanto al permiso de residencia, el estudio critica que "en muchos casos, los menores cumplen 18 años sin conseguirla, lo que les lleva a una situación de irregularidad y marginalidad". Por ello, entre las propuestas realizadas por los autores del estudio se encuentra la de "solicitar la regularización de los menores a partir del momento en que se pueda considerar que la permanencia en el Estado es de interés superior del menor, y no esperar a que transcurran nueve meses para iniciar el trámite".

Este estudio patrocinado por el defensor del pueblo vasco pone de relieve alguno de los condicionantes que azuzaron hace poco más de un año la polémica con los menas en Álava, territorio que se vio superado por el volumen de la llegada de menores extranjeros no acompañados que, en número superior al centenar, puso en jaque a los servicios sociales del territorio. Tal fue la situación que los recursos forales se colapsaron y fue necesario crear otros nuevos fijos y provisionales. Entonces se disparó la polémica ya que se sospechaba que muchos de los recién llegados ni siquiera cumplían con el precepto de su menoría de edad, pero llegaban a Vitoria atraídos por el denominado efecto llamada.

Cambio de situación Ahora, la situación ha cambiado. La llegada desaforada de menores se ha cortado de raíz. El recurso ubicado en el edificio de la Cruz Roja se cerró a finales del pasado ejercicio, así como la acogida temporal de chavales foráneos en las instalaciones cedidas en el santuario de Estíbaliz. Sólo queda el centro que se inauguró en Molinuevo cuando la demanda de plazas superaba con creces la oferta.