parís. La prohibición de los matrimonios homosexuales no es contraria a la Carta Magna francesa, según la decisión adoptada ayer por el Consejo Constitucional, que decidió que corresponde al legislativo, si así lo considera, cambiar la ley para autorizar este tipo de uniones. La sentencia, muy esperada por las asociaciones francesas de homosexuales, supone un jarro de agua fría para los anhelos de quienes contaban con esta vía para autorizar en Francia un tipo de matrimonio que ya existe en países vecinos como España, Bélgica u Holanda.
Pero el Constitucional les dio la espalda y remitió la cuestión a los políticos, que deberán decidir si lo colocan en el centro de la campaña electoral de las presidenciales del año próximo.
Ésa es ahora la esperanza de las asociaciones de gays y lesbianas, que pretenden alimentar el debate apoyados en su percepción de que una mayoría de franceses son favorables a ese tipo de uniones.
Un sondeo publicado ayer por la televisión Canal+ revela que un 58% de los franceses es favorable a los matrimonios homosexuales, un porcentaje que ha evolucionado con respecto al 46% que aprobaba estas uniones hace cuatro años. Pero si la sociedad parece preparada para admitirlas, los guardianes de la Constitución no les dieron ayer su respaldo. "Han dejado escapar una ocasión histórica de acabar con una discriminación que sufren tres millones de homosexuales franceses que no pueden casarse", dijo la letrada de la Asociación de Padres Gays y Lesbianas (APGL), Caroline Mecary.
Al motivar su decisión, el Constitucional señaló que la ley actual no priva a los homosexuales del derecho constitucional a tener una vida familiar normal, ya que tienen la opción de vivir "en concubinato" o constituir una pareja de hecho.
El Consejo consideró que no es discriminatorio que la ley recoja diferencias entre las uniones homosexuales y las heterosexuales y que la definición de matrimonio como la unión de un hombre y una mujer tal y como recoge el Código Civil no supone una discriminación.
Un principio que no acepta Corinne, una lesbiana que junto con su pareja, Sophie, inició el combate jurídico que llevó la cuestión del matrimonio homosexual hasta la máxima instancia judicial francesa. "Las parejas de hecho no tienen los mismos derechos que los matrimonios. Por ejemplo, nuestros hijos están más desprotegidos que los demás en caso de muerte de uno de los dos miembros de la pareja", aseguró.
Madres de cuatro hijos, uno fruto de la unión anterior de Corinne y tres engendrados en Bélgica mediante fecundación artificial, Corinne y Sophie van a seguir dando batalla en favor de la igualdad de derechos. Su intención ahora es casarse en Barcelona y abrir un nuevo frente judicial para que su matrimonio sea reconocido en Francia.