belfast. "El vuelo está cancelado. El espacio aéreo no se abrirá hasta las 17.00 horas. Diríjanse a la ventanilla de Ryanair para que les propongan una solución". Con estas palabras, el capitán del vuelo entre Dublín y Girona del pasado martes certificaba lo evidente: el avión no despegaría. A partir de ese momento, los pasajeros de los cuatro aparatos desalojados de las pistas tuvieron que enfrentarse con un caos en el que nadie ofrecía respuestas y, mucho menos, alternativas. La falta de información provocó que, en este caso, como en otros registrados a lo largo de toda Europa, se impusiese la ley del más fuerte. Ante el mutismo de los responsables aeroportuarios, las páginas webs de las terminales o el twitter de Eurocontrol se convirtieron en las únicas voces fiables.

"Es mejor que se vayan a casa. El sistema está colapsado. Pueden cambiar su vuelo desde la Red". Dos horas después del cierre del espacio aéreo dublinés, una decena de empleados de la compañía aérea irlandesa barrían la larguísima fila de pasajeros y maletas con el objetivo de despejar la terminal. Los momentos posteriores al desembarco se convierten en el reino de la rumorología y cada viajero tenía algún conocido que, la noche anterior, o hace tres días, había pernoctado en el aeropuerto y logrado una plaza en un vuelo extra. Finalmente, la paciencia fue agotándose y las colas se desplazaron al piso superior, donde cientos de personas trataban de utilizar los únicos ocho ordenadores con Internet de toda la terminal. Las opciones eran escasas: solicitar la devolución del importe y tratar de comprar otro pasaje en algún aeropuerto cercano o cambiar el billete por otra fecha. Claro, que esta opción tenía su letra pequeña. En este caso, las plazas disponibles. "La compañía pone a su disposición cualquier cambio gratuito, aunque es mejor que lo haga desde casa", insistía uno de los trabajadores, que ocultaba un papel con varias inscripciones. Lo que decía esa nota era que, en el caso de Girona, el próximo vuelo disponible (es decir, con plazas) estaba previsto para el 30 de diciembre. Otras opciones, como Barcelona o Madrid, también se alargaban hasta casi Año Nuevo.