madrid. Serán las 32 horas más intensas de una de las mayores operaciones de marketing diseñadas por el Vaticano. La Santa Sede busca este fin de semana un milagro que redima a la Iglesia católica de una de sus épocas más oscuras, en el que fue considerado bastión cristiano en tiempos del franquismo.
De hecho, España se convertirá en agosto en el país más visitado por un Papa, tras el viaje de este fin de semana a Santiago y Barcelona, y a Madrid el próximo año. Consciente de que con las denuncias de abusos a menores, la Iglesia ha puesto en duda su credibilidad social y su autoridad moral, Joseph Ratzinger visita la Península para darse un baño de multitudes y lavar su imagen. O como dice el teólogo José Catalán Deus, "el síndrome pedófilo ha obligado al Papa a intervenir personalmente y a jugarse el todo por el todo".
Pero Benedicto XVI también viene a la reconquista moral de la Península. La jerarquía eclesiástica española espera que esta visita sirva para una revitalización religiosa de un país donde la religión se tambalea. Una opinión que comparte el teólogo Juan José Tamayo. "El Papa sabe que España es la sociedad más secularizada de todo Occidente. El sistema de valores que vivimos ahora es dictado por una ética laica y por una valores constitucionales que no se apoyan ya en principios religiosos".
convencido del mensaje No lo cree así, Juan Rubio, autor de Tolerancia cero. La cruzada de Benedicto XVI contra la pederastia en la iglesia. Rubio, sacerdote y director de la revista Vida Nueva reconstruye en esta publicación el cambio de actitud de Benedicto XVI sobre la pedofilia desde su llegada al dicasterio de Doctrina de la Fe hasta convertirse en Pontífice. "Los viajes de este Papa, que por edad no pueden ser como los de Juan Pablo II, son viajes significativos. Nada de lavado de imagen. El Papa está convencido que la Iglesia tiene un mensaje que dar dentro de la pluralidad y en sociedades abiertas. Y lo da. Sin miedo, con valentía". "Es verdad que al Papa le preocupa España. Por una lado, por su vieja tradición creyente y los cambios que se operan en la sociedad. Podría ser hoy una sala de pruebas, un laboratorio de laicidad para el resto de países europeos de tradición cristiana y es lógico que preocupe. Pero, por otro lado, no hay que olvidar que España es cabeza de puente para Latinoamérica".
fe con fisuras Pero hace mucho que España dejó de ser la reserva espiritual de Occidente, y en los últimos años ha vivido un proceso de secularización sin precedentes. Ha bajado en más de veinte puntos el porcentaje de católicos practicantes, se han incrementado las bodas civiles y el matrimonio entre homosexuales es legal desde 2005.
En definitiva, Ratzinger visitará una España "en la que se difumina la fe y se va desvaneciendo la herencia cristiana", como reconoce el arzobispo de Santiago de Compostela, Julian Barrio. Pero "las grandes concentraciones papales se suele quedar en una especie de espejismo que dura unas horas, unos días, y luego todo sigue igual; o peor, de año en año, la asistencia a misas, la falta de religiosidad, el laicismo...", dice el teólogo José María Castillo.
El Papa se presenta como una combinación entre una megaestrella del rock y una personalidad política, secundando por un séquito cardenalicio y representantes de la curia. Dos Mercedes ML430 blindados blancos, los papamovil, le acompañan como una sombra. En la calle, cientos de miles de fieles colapsarán las dos ciudades en las que se han desplegado más de 70 pantallas gigantes en las calles adyacentes. Un total de 3.250 periodistas se han acreditado. Más de 150 millones de personas le seguirán por televisión en todo el mundo.
El blindaje es férreo. En Santiago más de 6.000 efectivos policiales velarán por la seguridad en el viaje del Pontífice. En Barcelona se encargarán de este operativo 3.000 Mossos d"Esquadra, además de efectivos de la Casa Real, la Policía Vaticana, el Ejército del Aire, la Policía Nacional, la Guardia Civil y la Guardia Urbana de Barcelona, además de Bomberos y equipos de emergencias médicas.
la factura del viaje Pero el safari papal no es un viaje low-cost. A diferencia de lo ocurrido en Reino Unido, donde se exigió a los fieles entre 12 y 30 euros por asistir a las misas y actos del Papa; en España no se cobra entrada. Sin embargo, y a pesar de no tratarse de una visita de Estado, sino de un viaje apostólico, las administraciones autonómicas y locales asumen los gastos de seguridad, asistencia sanitaria, infraestructuras y dotación de los centros de prensa. Los gastos litúrgicos corren a cargo del Arzobispado y de la contribución de sus fieles. Se calcula que las 32 horas que estará Ratzinger en España costarán más de 5 millones de euros, aunque el impacto económico será mucho mayor.
Para el presidente de Europa Laica, Francisco Delgado, "lo que no es de recibo es que un Estado aconfesional acabe pagando con el dinero de todos, actividades de un credo religioso en particular". De hecho, la organización Europa Laica quiere entregar al Papa una factura en la sombra, con el coste de su visita.
Pero si Ratzinger pudiera penetrar en la realidad y no se quedara colgado en el decorado, vería las banderolas que ha repartido la Plataforma Yo no te espero, que reúne a asociaciones contrarias a la visita y se encontraría con un país con un número creciente de ateos, en el que lleva cuatro meses en vigor la nueva ley del aborto, que estableció el aborto libre durante las 14 primeras semanas de embarazo. La inmigración ha supuesto además un aumento del número de religiones que se profesan, contabilizando varios millares de iglesias evangélicas, algunos centenares de mezquitas, salones de Testigos de Jehová, o templos budistas e hinduistas, entre otros.