Esto lo hacemos para lograr el récord. En nuestras bodegas de la Cuadrilla de Rioja Alavesa seguiremos seleccionando los granos y sacando el mosto como siempre lo hemos hecho, con delicadeza, para seguir elaborando el mejor vino del mundo". Así se expresaba el propietario de una pequeña bodega familiar de Samaniego, uno de las más de 1.000 personas que se habían inscrito a lo largo del día de ayer para tener en Labastida el título mundial de la localidad capaz de juntar a más pisadores de uva a la vez.

Desde primeras horas de la mañana numerosas personas se habían acercado hasta este municipio para apoyar el llamamiento realizado desde la Casa Consistorial con el fin de conseguir un número suficiente de pisadores como para quitarle el récord a una localidad australiana que, hasta la fecha, había logrado mantener la gesta ante los intentos de otros pueblos y ciudades de quitarles la gloria.

La empresa Servicios Turísticos Thabucca, que gestiona la Oficina de Turismo municipal en Labastida, entre otras muchas actividades, se encargaba de la entrega de dorsales. Para ello se había preparado un paquete turístico, por el que a cambio de cinco euros, cada participante recibía una camiseta, el dorsal y sendos vales para la comida y la cena, un verdadero chollo para pasar un día agradable en Labastida, de una forma participativa y, además, con el valor de ser uno de los protagonistas que sumaran pies para conseguir el objetivo.

Además, por su parte el Ayuntamiento había organizado un programa de actividades para toda la jornada, ya que el momento estelar no llegaría hasta las ocho de la tarde. De esa forma, se daba tiempo a todo el que quisiera inscribirse, aunque también se podía participar con una camiseta blanca, sin apuntarse previamente.

"De esta forma, vecinos y visitantes tuvieron a su disposición una cata comentada y juegos y actividades para los pequeños de la casa mientras se hacía tiempo para ir a comer. Los poseedores de los vales pudieron dar buena cuenta de una comida a base de patatas con chorizo, pan y vino y tiempo para hacer la digestión mientras presenciaban partidos de pelota en el frontón municipal. Lo que no se imaginaban a media tarde los organizadores es que a esa hora se había superado con creces la cifra de mil dorsales y seguía llegando gente con ganas de ser uno más en la monumental pisada de uvas.

El acto estrella de la jornada comenzó poco antes de las ocho de la tarde, con la introducción, casi con calzador, de los 977 participantes oficiales.

La verdad es que fue un ejercicio de imaginación y paciencia, ya que en la plaza se había instalado una gigantesca cuba cuadrada llena de uvas y se fueron colocando a los que iban a ganar el récord a base de pedirles que entraran al fondo, que se pusieran de costado, que no saltaran hasta que la jueza diera la orden...

Sobre las ocho y veinte de la tarde entraban los últimos y se cerraba el acceso con unas vallas amarillas. Entonces, la jueza inglesa, llegada de Londres para certificar que se había superado el objetivo propuesto, salió al balcón central del Ayuntamiento de Labastida y advirtió a los concursantes que debían pisar las uvas por espacio de tres minutos, tras escuchar el disparo de rigor. Y vaya si sonó!

Una persona que se encontraba en el balcón sacó un revolver y disparó un tiro al cielo, momento en el que los participantes comenzaron la danza ritual del pisado de la uva, cada uno a su manera, eso sí.

Un disparo, y récord Un nuevo disparo, pasados los tres minutos fue el anuncio de que se había superado la prueba y de que Labastida entraba en el libro de honor de los record Guinness, con el logro de 977 personas pisando uvas simultáneamente y quitándole ese honor a la citada localidad de Australia, que lo tenía con poco más de 550 pisadores. Tras las muestras de algarabía y alegría, la jueza entregó a la vicepresidenta de la Asociación de Comerciantes de Labastida la placa que certificaba que habían ganado e inmediatamente comenzaron a salir de la tina, ya que la lluvia hizo acto de presencia para lavar el mosto del triunfo. Una vez certificado el triunfo y terminado el acto, los participantes se dirigieron a cenar con su vale una ternera asada que, a lo largo del día, se había estado cocinando en uno de los laterales de la plaza. Y a continuación, por aquello de que la noche es joven, se celebró una verbena popular.