vitoria. Gasteiztarra (1967) y titular de una botica en la ciudad, el nuevo presidente abre las puertas de su despacho para reflexionar sobre los asuntos que le ocuparán durante los próximos cuatro años.
El diseño y la estructura de la receta electrónica es un proceso que se prevé de larga duración. ¿En qué punto nos encontramos ahora?
Se trata de un proyecto ambicioso y de gran complejidad. Va a mejorar la calidad de la prestación farmacéutica que reciben los ciudadanos y facilitará el acceso de éstos a los medicamentos con seguridad y eficacia. Actualmente, trabajamos con Sanidad en el desarrollo de un modelo funcional adecuado, pero el despliegue de la receta electrónica se iniciará a instancias del propio Gobierno cuando el modelo esté totalmente desarrollado.
¿Qué papel está jugando entonces el Colegio?
De la parte que a nosotros nos corresponde, estamos trabajando en el módulo de dispensación, que tiene muchos parámetros técnicos para que podamos hacer funcionar el sistema. Que cuando una persona llegue a la farmacia con su tarjeta sanitaria podamos acceder a sus prescripciones y hacer una labor de dispensación correcta. Pero la fecha exacta de implantación de la receta dependerá de Sanidad, que es quien lidera el proyecto y marcará el calendario. Las farmacias somos una parte de este proceso.
¿Qué tiene que decir sobre la polémica generada en torno a la prescripción de cuatro fármacos genéricos para pacientes crónicos?
El medicamento genérico tiene la misma seguridad, eficacia y calidad que el de marca, pero es más barato porque no soporta los gastos de investigación. Los farmacéuticos estamos a favor de la sostenibilidad, y la utilización de genéricos es una herramienta útil en la racionalización del gasto farmacéutico. Ahora bien, nuestro ámbito se refiere a la dispensación de los medicamentos que el médico prescribe, y nuestra responsabilidad es garantizar el acceso de los ciudadanos a una prescripción de calidad, en cualquier punto geográfico.
¿Debería extenderse al mayor número posible de fármacos?
Insisto, nuestro ámbito se refiere exclusivamente a la dispensación.
Su equipo pretende también impulsar las campañas de concienciación y educación sanitaria, ¿tiene ya alguna idea concreta?
Sí. Seguiremos trabajando en distintas campañas sanitarias como la de asesoramiento en fotoprotección, que se desarrolla en las piscinas desde 2008, potenciaremos el desarrollo del programa de atención farmacéutica, y participaremos en proyectos de mejora en la utilización de los medicamentos, especialmente por las personas que precisan ayudas domiciliaria.
Principalmente, los mayores.
Sí, hay grupos de pacientes que tienen mayor riesgo en el uso de la medicación, como los pacientes crónicos, que en ocasiones están polimedicados. Pero también nos interesa mucho la juventud, en todas las campañas de prevención de embarazo y educación en todos los niveles. Los jóvenes necesitan mucha información sanitaria.
En una época de crisis como la actual, ¿es difícil diversificar la labor del farmacéutico potenciando la vocación de servicio?
La farmacia es un importante eslabón del sistema sanitario, y la creciente demanda de servicios de calidad por parte de los usuarios le obliga a un esfuerzo de mejora continua, independientemente de las circunstancias. El Colegio apuesta por la mejora continua del servicio, aunque la ciudadanía perciba que es de excelente calidad. Siempre hay que seguir mejorando.
¿Con los años ha cambiado la relación farmacéutico-paciente?
El usuario es cada vez más exigente, y esa exigencia ha llevado a la farmacia a adaptarse y a ofrecer servicios de más calidad. En el fondo, la presión que hacen los usuarios hace mejorar el servicio.
¿El usuario, por tanto, entiende ya que el farmacéutico no es un mero dispensador de medicamentos?
La persona que va a la farmacia habitualmente sí percibe el valor añadido que aportan los profesionales a la cadena del medicamento. Y también ve a la farmacia como un primer escalón de la atención primaria, como un servicio muy accesible donde se da una prestación de mucha calidad.