Teniendo en cuenta su pasado como diputado de Hacienda es inevitable preguntarle sobre su opinión acerca de la gestión foral de este departamento del actual equipo de gobierno...
Está en un difícil laberinto porque la gestión está siendo la adecuada, pero la actividad económica ha ido bajando de forma muy importante y en paralelo a la recaudación de tributos. No responsabilizo al Departamento de Hacienda en las políticas que está estableciendo. Sí veo que algunos criterios de inversión de toda la Diputación pueden ser muy discutibles en cuanto a determinados proyectos y formas de endeudamiento. La cifra de deuda está llegando a ser de proporciones muy relevantes. Son decisiones muy discutibles, habrá que ir debatiendo.
¿Cuáles cree que no se deberían haber llevado a cabo?
Bueno, algunas ya estaban encarriladas. Pero el uso de los sistemas de créditos, lo que se ha venido a llamar la colaboración público-privada, es una forma de esconder el endeudamiento porque, al final, se van comprometiendo recursos públicos para decenios. Esos temas hay que cuidarlos mucho. En las Juntas Generales se tomó un acuerdo, incluso más abierto que la propuesta, para que ese tipo de operaciones tuvieran que tener un límite en relación con los presupuestos de la Diputación. Al final, se puso un tope muy alto que no va a limitar en la práctica este tipo de operaciones.
¿Qué opina de las últimas medidas anunciadas por el gabinete Agirre para fomentar el ahorro?
Fue sorprendente el marco, a respuesta de una pregunta del Grupo Mixto con diversas medidas en la primera contestación y otras en la réplica. Por otro lado, parece que estamos ante un concurso de ideas y no hay unos planteamientos serios para llevar al Órgano de Coordinación Tributaria y negociarlo con las otras diputaciones. Además, las iniciativas que anunció en aquel momento el diputado general no han coincidido con las que están diciendo los otros ejecutivos forales o incluso el Gobierno Vasco. Fue una expresión un poco temeraria, de concurso de ideas, porque no se pueden anunciar estas medidas si no hay ya un cierto consenso para que puedan ir avanzando en la legislación foral.
Algunos afirman que más valdría recuperar el impuesto sobre el patrimonio. ¿Lo ve así o su retirada es correcta?
Ha sido una medida acertada y nuestro grupo político, de hecho, ha apoyado la eliminación de este impuesto. Ahora se está hablando de uno que sería un poco una copia del francés sobre grandes fortunas, en el que el mínimo exento sería mucho más alto que el que ha habido en España durante los últimos años. De todas formas, este impuesto siempre ha tenido dos facetas. La recaudatoria, que era mínima y casi no justificaba su existencia y otra, de control, para conocer al final de año cuál es el balance de una persona física. Dentro de estas dos es donde hay que moverse y si no hay que plantear una recuperación del impuesto del patrimonio, igual sí tiene sentido utilizarlo como elemento de gestión. De todas formas, su nuevo establecimiento no aportaría grandes recaudaciones a las haciendas públicas.
Los primeros movimientos electorales ya han comenzado a realizarse. ¿Espera que se recrudezca el debate en el Parlamento foral?
No debería, espero que aumenten las iniciativas. Y eso que estamos ya en un número muy elevado con más de 2.000 en tres años. El ambiente no tiene por qué enrarecerse porque no espero cuestiones importantes, mociones de censura o situaciones de este tipo. Puede haber más actividad, pero no un cambio del tono que ha habido hasta ahora.