hay quienes afirman que el nombre de una persona determina su destino. Si así fuera, en unos años en Euskadi habrá miles de trayectorias clónicas. Los padres vascos del siglo XXI se rompen muy poco la cabeza cuando toca bautizar a la criatura que está en camino. Ya serán otros los que, para distinguir a las Ane e Iker de turno, acudirán a los apellidos de los procreadores o tramarán apodos que marcan de por vida. Sí, por increíble que parezca, la moda sigue imponiéndose a las bondades de la originalidad en esta tierra, y Ane e Iker, en sus apartados correspondientes, se postulan ya como las dos opciones más usadas -abusadas- de los últimos tiempos.

Ane encabeza la lista femenina desde el año 1996. Uxue, no obstante, ya la está pisando los talones, y en tercera, cuarta y quinta posición aparecen Nahia, Irati y June. En la carrera masculina, Iker luce el maillot con autoridad seguido por Jon, Unai, Aimar y Maikel. Sólo con este recital de nombres, quedan claras varias cosas. La primera, que los padres vascos tienen tendencia a la repetición, sobre todo cuando el bebé es niño: los cinco primeros nombres de la lista masculina se repiten bastante más que los de la femenina. La segunda, que tienen querencia por las raíces: de los 25 primeros nombres más comunes, 21 son euskaldunes y sólo cuatro castellanos. En la liga de las niñas, en concreto, hasta el noveno puesto no entra un nombre español, Lucía. Y en la de los niños, hay que esperar hasta el 19, momento en que surge Adrián.

Además, en la época del fast-food, prima la economía lingüística. Es tal la pasión por lo corto y rápido, que incluso las abreviaturas han ascendido de categoría en la lista femenina. Ejemplos: Maddi, que se sitúa en el puesto 19, o Malen, en el 25. Teniendo en cuenta este escenario, no es de extrañar la desaparición de los combinados. Sólo hay uno en la lista de los cien nombres más comunes, y es Jon Ander. Las María o Miren y algo más han desaparecido del mapa.

La atomización de los nombres, en cualquier caso, no está reñida con el aumento de apelativos distintos. En los últimos tiempos, han surgido muchos nombres nuevos que aparecen una sola vez. La respuesta está en los inmigrantes chinos, africanos, árabes, italianos o aglosajones. Ellos sí que son originales.