vitoria. El Centro Municipal de Acogida Social (CMAS), gestionado por el Ayuntamiento de Gasteiz, ha recuperado desde mediados del pasado enero su función original de manera exclusiva: la atención a personas adultas con un alto grado de vulnerabilidad y en riesgo de exclusión social. Según confirmó ayer ante las Juntas Generales el concejal vitoriano de Intervención Social, Peio López de Munain, la llegada de menores extranjeros no acompañados a este equipamiento municipal se ha interrumpido definitivamente en las últimas semanas, lo que pone fin a una situación anómala motivada por la saturación de los distintos centros de acogida de la Diputación alavesa, competente en esta materia.

Hace alrededor de un año, debido a la imparable llegada de menores extranjeros -menas- al territorio, los recursos forales quedaron desbordados y el albergue CMAS comenzó a acoger de forma ocasional a algunos de ellos. López de Munain puntualizó ayer que se decidió "echar una mano" a la Diputación, sin compensaciones económicas a cambio, y que se puso al corriente de esta realidad a la Fiscalía alavesa. "El papel de padre para los menores extranjeros corresponde a la Diputación", recordó ayer el edil socialista.

Pese a que las pernoctaciones de menas deberían ser exclusivamente "de urgencia", la media de estancia de los chavales en CMAS ha sido de entre 25 y 30 días. Algunos, incluso, han llegado a permanecer hasta 90. De las 67 plazas con las que cuenta el servicio, en alguna ocasión 13 de ellas han sido ocupadas por menores extranjeros.

López de Munain dijo desconocer las razones que han provocado la interrupción repentina de la llegada de menores a CMAS. Con todo, "sospecha" que puede deberse, por un lado, a las actuaciones de la propia Fiscalía alavesa, que siempre ha insistido en que la tutela de los menas corresponde a la Diputación; y por otro, a una carta enviada recientemente por el Ayuntamiento al ente foral en el que se informaba de que dejaría de asumir más menores extranjeros por la puesta en marcha del dispositivo de invierno, que le obligaba a contar con todo el remanente posible de camas. Una capacidad que la presencia de menores reducía considerablemente.