El riesgo de intoxicaciones, si no se siguen unas pautas básicas de seguridad alimentarias, aumentan con las altas temperaturas y el cambio de rutinas. Los datos son preocupantes. Según datos de la FAO, cerca de 600 millones de personas en todo el mundo enferman cada año por consumir alimentos contaminados.
En este contexto, es más importante que nunca prestar atención a pequeños gestos que marcan la diferencia, al margen de la labor esencial que desempeñan las autoridades sanitarias y los profesionales de la industria alimentaria: cómo transportamos los alimentos, cómo los manipulamos o cómo los conservamos antes de su uso, para evitar intoxicaciones alimentarias.
En esta línea, profesionales en servicios de restauración colectiva, han identificado cuatro claves esenciales para mantener la inocuidad de los alimentos durante el verano, poniendo el foco en las prácticas cotidianas más sencillas que contribuyen a reducir riesgos.
Evitar la contaminación cruzada
Separar alimentos crudos de los ya cocinados, utilizar distintos utensilios y superficies para su manipulación, y lavarse las manos de forma frecuente, son gestos básicos que ayudan a evitar la transmisión de microorganismos. Estos pequeños hábitos pueden convertirse en automatismos muy eficaces para prevenir intoxicaciones alimentarias.
Extremar las precauciones con la refrigeración
Las bacterias proliferan con mayor rapidez en ambientes cálidos. Por eso, es fundamental conservar los alimentos a temperaturas adecuadas, no solo en el frigorífico doméstico, sino también cuando se transportan para su consumo en escapadas o comidas al aire libre.
Utilizar bolsas térmicas, neveras portátiles u otros métodos que permitan mantener los productos fríos hasta este momento resulta clave para mantener la seguridad alimentaria fuera de casa. Además, es importante tener en cuenta el tiempo que transcurre desde la preparación hasta la ingesta. Si se superan las dos horas sin refrigeración, muchos alimentos pueden dejar de ser seguros.
Leer bien las etiquetas
Aunque el etiquetado ya lo llevan a cabo los fabricantes, la responsabilidad como consumidor reside en prestar atención a la información que éstos nos ofrecen. Revisar ingredientes, alérgenos y fechas de caducidad es especialmente relevante. También es útil comprobar instrucciones de conservación y preparación.
Limpiar y desinfectar
Es importante saber que limpiar no siempre significa desinfectar. Una higiene adecuada implica el uso de productos específicos en las dosis correctas para asegurar la eliminación de microorganismos. La limpieza y desinfección adecuadas reducen las posibilidades de contaminación cruzada y disminuyen la carga microbiológica en utensilios, superficies y recipientes, especialmente en entornos húmedos y calurosos.