Lorenzo Mateo se presenta en consulta con su agenda de color azul debajo del brazo. En ella, cada día, con una constancia absoluta, apunta su peso y su tensión arterial. Siempre con la ayuda inestimable de su hija Estíbaliz. Lorenzo no ha llevado este control escrupuloso siempre, pero la Covid-19 le hizo pasar un total de 99 días en Reanimación y, desde entonces, como una de las secuelas, es paciente con Insuficiencia Cardíaca (IC) crónica. 

La IC es una enfermedad por la que el corazón pierde fuerza y no es capaz de bombear toda la sangre y los líquidos del cuerpo

Noelia Fuente, Enfermera de Práctica Avanzada Crónica (EPAK) de la OSI de Ezkerraldea-Enkarterri-Cruces, explica que la IC es una enfermedad por la que el corazón pierde fuerza y no es capaz de bombear toda la sangre y los líquidos del cuerpo. Hay un total de cuatro estadios de la enfermedad, desde la ausencia de síntomas hasta disnea incluso estando sentado en el sofá. 

El paciente, Lorenzo Mateo, y su hija, Estíbaliz Mateo, en consulta con las enfermeras Leire Lozano y Noelia Fuente. Jose Mari Martinez Bubu

Además, es uno de los motivos más frecuentes de reingreso hospitalario. Por eso, Leire Lozano, enfermera en el Ambulatorio de Ortuella, asegura que es “importante que los pacientes sepan identificar los signos y síntomas de alarma para que puedan avisarnos” con el objetivo siempre de evitar reingresos. Así, el conocimiento de la enfermedad por parte de los pacientes y sus cuidadores se convierte en la base del tratamiento.

Talleres de educación grupal

Sin embargo, desde este ambulatorio detectaron que era difícil realizar intervenciones individuales de educación para la salud en la consulta porque muchos pacientes diagnosticados de IC clase II y III no acudían a controles con la enfermera de atención primaria. Tras identificar esta necesidad, seleccionaron un grupo de pacientes con diagnóstico de IC clase II y III, y/o sus cuidadores principales, y les incluyeron en el “taller de educación grupal para pacientes con IC”, con el fin de ofrecer conocimiento y capacidad para resolver los problemas derivados de la enfermedad.

"Parece que no, pero son pequeños cambios en el día a día que hacen que la enfermedad se controle"

Se realizaron tres sesiones de una hora, cuentan ambas profesionales. En una primera, se explicó qué es la IC, cuáles son los signos de alarma y qué hacer en caso de detectarlos. Una segunda trató especialmente la alimentación, evitar el consumo excesivo de líquidos, aprender a leer las etiquetas de los productos que consumen para ver, por ejemplo, su contenido en sal. Y la última, fue sobre hábitos saludables: el ejercicio, el tabaco, la vacunación, el descanso… “Parece que no, pero son pequeños cambios en el día a día que hacen que la enfermedad se controle”, asegura Noelia.

Lorenzo dice que ha seguido todos estos consejos, trabaja la fuerza y hace ejercicios de fisioterapia respiratoria en casa porque él va a hacer “todo lo que pueda” para mejorar y Noelia asegura que esta mejoría es patente. “Le conocí en un nivel III de IC y ahora estaría en un nivel I, porque es capaz de caminar, no se tiene que parar cada X metros y no tiene disnea”, dice su enfermera y él lo suscribe, porque se da largos paseos por la playa de La Arena, “voy, vengo, vuelvo… y estoy bien”.

Su hija Estíbaliz, que le acompaña diariamente, dice que uno de los síntomas que tienen que vigilar mucho es el peso. “Como un día se pase con el líquido, engorda un kilo fácilmente”, asegura ella. “Pero luego me subo en la bicicleta estática y en una hora he bajado medio kilo”, apostilla Lorenzo. Y es que eso es lo importante, porque en el grupo se enseñan “los síntomas básicos pero luego cada uno tiene que conocer sus propios signos y tienen sus propias pautas de alimentación y medicación”, afirma Leire.

El paciente, Lorenzo Mateo. Bubu

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Estíbaliz recuerda que hubo momentos muy difíciles, en los que parecía que no iban a poder salir de ahí. Cuenta que en la época de ingreso hospitalario de su padre por la Covid-19, por momentos, pensó en abandonar. Hoy da las gracias por no haberlo hecho. Porque Lorenzo, con su IC y su libreta azul, rezuma alegría por los cuatro costados -una actitud, junto a su predisposición, que sus enfermeras aseguran que ha sido fundamental para el proceso-. Alegría que ha conseguido gracias al conocimiento de su enfermedad y de sus signos de alarma. Porque la vida no le regala nada a nadie pero la educación para la salud y la perseverancia, a veces, sí pueden dar una segunda oportunidad. 

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