“Saber escucharnos es una poderosa herramienta de autoconocimiento, y en este libro, explico cómo podemos usarla para conocer y revisar nuestros pensamientos y emociones, mejorar la conexión con nuestro cuerpo, potenciar nuestras relaciones y activar nuestra intuición”, afirma el comunicador social Ismael Cala, autor de El arte de escuchar(te), una guía completa para aprender a escuchar y evolucionar a mejor en todos los aspectos de nuestra vida.
Quién es
Ismael Cala es presentador del programa Cala en la CNN en castellano. Ha trabajado más de 25 años en medios de Cuba, Canadá, EEUU y México, entre los que destacan Televisa, Univisión, TLN y AméricaTevé. Sus libros se han convertido en best sellers en América Latina y EEUU. Además, dirige la revista digital Cala 3.0 y publica una columna semanal en más de 30 periódicos y revistas. Ha recibido varios reconocimientos, entre ellos Personalidad Iberoamericana (Organización de Periodistas Iberoamericanos, 2014), Premio de Liderazgo John Maxwell, en medios de comunicación, y Premio Palmas de Oro, del Círculo Nacional de Periodistas de México.
En el diccionario oír y escuchar son sinónimos, pero ¿acaso son lo mismo?
En la vida real nosotros oímos, pero en nuestro interior el proceso de interpretar lo que escuchamos es selectivo y muy subjetivo. Cuando utilizo la palabra escuchar es porque hay función selectiva. El oír es estoy escuchando y escucho porque tengo esa posibilidad física a través de mis oídos; el escuchar es mucho más integral como concepto, porque es aprender a escuchar mi mente, mi corazón e incluso lo que mi cuerpo me está diciendo cuando puedo hacer una técnica de escaneo corporal. La palabra escuchar se enmarca en un proceso mucho más profundo de lo que significa oír a través de los oídos.
“Si te escuchas y conoces a ti mismo, te cuidarás mejor”
Su obra habla de escuchar y escucharte. ¿Por qué esta duplicidad de escucha?
Porque al principio los seres humanos creemos que nuestro sentido de escuchar es para entender el entorno y entendernos mutuamente y relacionarnos entre los seres humanos. Pero en realidad la escucha más profunda es a través del silencio. Me encanta recordar esta frase, “El lenguaje es el silencio de Dios, todo lo demás es una mala traducción”. Escucharte es un arte; desde que éramos niños, nuestros padres hicieron esfuerzos para educarnos, en la escuela recibimos la cultura dominante y crecimos escuchando historias a veces poco fidedignas y no siempre tan reales, pero como fueron escuchadas durante tanto tiempo, son ahora nuestras creencias. El aprender a desmontar y escuchar historias de símiles nos permite reescribir incluso nuestra historia con cierta neutralidad.
Se dice “un amigo es quien se para a escuchar tu respuesta cuando te ha preguntado qué tal estás”. ¿Sería un buen comienzo de escucha activa y empatía social?
Creo que sí, porque hasta eso lo hemos automatizado. Preguntamos cómo estás y es una respuesta automática y muchas veces quien pregunta no tiene el interés o el tiempo para quedarse a escuchar la respuesta; los amigos son los que te preguntan cómo estás y además tienen la disponibilidad, el tiempo y la energía de sentarse a escucharte. Realmente nosotros tenemos que aprender a dedicarnos más tiempo a la pregunta de cómo estamos, en qué andamos. De hecho, los padres es lo que deberían hacer también con los niños preguntarles qué han hecho en el colegio, etc.
Medios, redes, voces y tumultos urbanos… ¿Es posible escuchar en este ruido permanente? ¿Es posible aislarse, escuchar un corazón que sufre o el jadeo de una persona angustiada?
Sí, es posible. Pero para eso, nosotros tenemos que propiciar una cultura del aislamiento selectivo. Y digo eso porque estamos continuamente estimulados por las redes sociales, la tecnología y ahora la Inteligencia Artificial (IA) que clona la voz. Hay demasiado estímulo desde fuera para poder mantener la empatía y llevarla a compasión para poder hacer algo por el dolor ajeno. Vamos a tener que generar selectivamente espacios de autoaislamiento; lo que llamaríamos destrucción de lo digital para volver a la tecnología analógica, esa que tenemos ya dentro para escuchar nuestro corazón, un baño de naturaleza, respirar y saber lo que la respiración me da como información.
Desacuerdo, enfrentamiento… la felicidad corporativa no está en boga social. Con su escucha activa, ¿podríamos acercarnos al bienestar? ¿O es una revolución pendiente poco realista?
Creo que cada vez está siendo más evidente, para mí al menos, eso de que las empresas debieran invertir más en la parte emocional de sus colaboradores, porque el recurso más importante de una empresa es el talento humano. Después de la pandemia se entiende que una persona que no está feliz en su trabajo, sea por relaciones tóxicas o por un proceso personal que le impide una atención centrada, no produce. Por lo tanto, las empresas notan que la producción decae, que el absentismo se eleva. Cada vez son más convocados expertos en inteligencia emocional, gestión del cambio, manejo de la ansiedad, trastorno del sueño…
En un mundo de ruidos, ¿ya hay espacio para el silencio y escucharse a sí mismo? ¿Acaso interesa escuchar latir tu propio corazón y el fluir de los sentimientos intimísimos de tu alma?
Lo decía Sócrates: “Conócete a ti mismo para que puedas cuidar bien de ti”. Si vivimos siempre en el afuera, todo el estímulo e información que recibimos nos desequilibra por dentro. Si practicamos bien el escucharte, más del 85% de las enfermedades que padecemos podrían ser evitadas, porque tienen que ver con patrones de pensamiento y procesos emocionales no gestionados. Creo que el escucharnos y el aprender a hacer la técnica de escaneo corporal que presento en el libro, ayudaría mucho. El libro tiene recursos para que los lectores sepan en qué momento están de escucha hacia dentro y hacia los otros. Cuando uno aprende a escuchar a su corazón ya no le confía tantas cosas a la mente desde la lógica en decisiones que han de tomarse desde la intuición.
Parar a escucharse y pensar, ¿sirve de algo, aporta bienestar, felicidad, relajación…? ¿No es mejor correr disfrutando el momento sin echar la vista atrás?
Escucharnos no es siempre hacer un psicoanálisis que te devuelve al pasado sobre las preguntas de porqué sucedió esto. El escucharnos es, por el contrario, traernos al momento presente donde yo estoy como un silente testigo de mi propia realidad. El escucharnos es un momento de atención plena que detiene el péndulo antes de ir al pasado, desde donde muchas veces se traen dolores y traumas para revivirlos, o el péndulo que se va al futuro, pero no en el lado positivo, sino al futuro porque teme a lo desconocido y lo trae al presente. Escuchar es un momento de presencia, de serenidad; no es un momento de ir atrás con lo que ya fue y sucedió.
"Escucharse es un momento de presencia, de serenidad; no es un momento de ir atrás con lo que ya fue”
Escucharse es encender la luz en la habitación interior de mi yo. Pero, si sospechas que está sucia y desordenada, ¿qué interesa más, encender esa luz de autoescucha o seguir a oscuras?
Andar a oscuras genera traumas, porque cuando menos lo esperemos estaremos sumidos en la oscuridad y el polvo que queríamos tapar con las sombras. Les sucede a muchos. Son procesos tan profundos como la fibromialgia, gastritis, ¿por qué? Porque las personas muchas veces queremos obviar el conflicto, no darle la cara a lo que no nos gusta que ya sucedió o está sucediendo, pero el cuerpo lo rechaza. Para mí, lo más sabio es detenerme y no permitir que esas señales que ahora son débiles crezcan y me quiten salud, sonrisas y calidad de vida.
La salud mental en países desarrollados está en franco deterioro, ¿escucha, introspección… podría ayudar a mejorarla? ¿Nos ahorraríamos mucho en psicotrópicos tanto legales como ilegales?
La respuesta es un rotundo sí. A los 15 años estuve en tratamiento psiquiátrico y recuerdo al psiquiatra diciéndome “hay que cambiar la dosis”. Era entendible que a un chico de 16 años que sufría esquizofrenia, que su abuelito se había suicidado, el psiquiatra le dijera que debía ponerle algo que regulara la neuroquímica de su cerebro. Ante esto, la frase que yo digo es: “escojo y elijo estar meditado para no volver a caer medicado”. A mí me ha funcionado, porque la meditación es el camino que lleva al esfuerzo, al esfuerzo de que te sientes y te dedique 5 o 10 minutos; no es un proceso de silenciar la mente, simplemente de observarla. Todo proceso necesita un camino y lleva un tiempo; frente a este esfuerzo, mucha gente mira lo que hay sin prescripción médica en la farmacia y elige el atajo de la automedicación sin que el médico se entere. Son atajos que nunca compensarán de raíz las causas de lo que te ha descompensado.
¿A quién recomendaría su libro?
A todos. A los 28 años, cuando salí de Cuba, empecé a consultar literatura de desarrollo humano; a mí me sirvió y eso que estaba “sobreviviendo” en ese momento de mi vida. Siento como asignatura pendiente de la educación institucional el que nos deja huérfanos de sabiduría hacia dentro. Por ello, recomiendo este libro a todos los seres humanos que sientan la necesidad de autoconocerse para mejorar la calidad de su salud física, mental, emocional y energética. Si te escuchas y conoces a ti mismo, te cuidarás mejor.