Seguro que alguna vez has dado vueltas y más vueltas por la casa buscando las llaves, el móvil o las gafas y, aunque los tenías delante, no los veías. En principio podría considerarse que se trata solo de un despiste, sin embargo en el ámbito científico este fenómeno tiene un nombre y se llama ceguera por inatención.

Lo cierto es que vemos todo lo que miramos, pero no miramos todo lo que vemos; basta con que tengamos los ojos abiertos para ver, pero para mirar hace falta prestar atención y tener la voluntad de mirar. De esta forma, cuando pasamos por alto algunas informaciones que están en nuestro campo visual debemos tener en cuenta la atención y la percepción, es decir, el mecanismo por el cual procesamos, de forma profunda y consciente, la información que nos llega a través de los sentidos. 

Una joven pone cara de sorpresa al ver algo que llama su atención. Freepik

Experimento científico

Así lo confirma un estudio llevado a cabo por la Universidad de Illinois (EEUU) en el que se mostraba a una serie de voluntarios un vídeo en el que dos equipos de tres personas, uno vestido de blanco y otro de negro, jugaban a baloncesto haciéndose pases. 

Los participantes en el experimento debían contar el número de veces que los jugadores vestidos de blanco se pasaban el balón, aunque en realidad, esto no era importante. Lo relevante era que, en un momento dado, un gorila atravesaba la pista y la mitad de los voluntarios no se daba cuenta

¿Y cómo puede ser esto? Los investigadores señalan que la atención es muy selectiva y que en ese momento estas personas la tenían centrada en los objetos blancos, de forma que los negros, como es el caso del gorila, quedaban en un segundo plano. 

Al tener el cerebro una capacidad tan limitada para mantener la atención, este intenta ahorrar energía poniendo el foco en un detalle concreto de lo que ve y rellenando después el resto. Debe ser muy selectivo, sobre todo porque recibe del entorno una enorme cantidad de estímulos.

Las gafas y el móvil son dos de los objetos fáciles de despistar. Freepik

Escasa capacidad de atención

El acelerado ritmo de vida que llevamos, pendientes de muchas tareas a la vez y con mil cosas en la cabeza, tampoco ayuda y hace que el cerebro deseche toda aquella información que considera irrelevante para llevar a cabo una acción concreta. Este proceso ocurre por debajo del umbral de consciencia de lo que se deduce que nuestro cerebro procesa sin que nos demos cuenta mucha de la información que recibimos por los sentidos.

Sin embargo, a veces esta información que se omite puede ser necesaria para realizar determinadas actividades y no disponer de ella puede tener consecuencias negativas (no ver un obstáculo que tenemos delante, ir a adelantar sin darnos cuenta de que viene un vehículo por el otro carril...) y en el peor de los casos ser la causa de un accidente. 

En cualquier caso, la ceguera por inatención es el precio que tenemos que pagar por que nuestro cerebro procese la información de una forma más rápida y eficaz para poder llevar a cabo las actividades cotidianas. Si no existiera ese filtro y el cerebro tuviera que procesar cada estímulo, sería imposible ejecutar muchas tareas

Para tratar de evitar este fenómeno sería importante dejar al cerebro trabajar de una manera secuencial, ya que una mente clara será siempre mucho más productiva. Además, si prestamos más atención a nuestro entorno no nos perderemos nada importante que pueda pasar a nuestro alrededor.