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Los dentistas advierten del peligro de usar la ceniza volcánica como dentífrico

Tras la erupción del volcán de Cumbre Vieja se han multiplicado los mensajes en Internet que señalan la posibilidad de crear pastas dentífricas usando cenizas volcánicas

Los dentistas advierten del peligro de usar la ceniza volcánica como dentífricoFreepik

En el marco de la erupción del volcán de Cumbre Vieja, en la isla de La Palma, el Consejo General de Dentistas advierte de que, en los últimos días, han aparecido en la Red múltiples mensajes informando sobre la posibilidad de elaborar pastas dentífricas con ceniza volcánica, lo que podría dañar el esmalte dental, al ser abrasivo para los dientes.

Al igual que el carbón activado, la ceniza volcánica tiene una gran capacidad abrasiva, su efecto en los dientes es similar al de pasarse una lija. Al desgastar el esmalte natural, se producen varios efectos: queda a la vista la dentina, cuyo color es más amarillento que el esmalte; aumenta la sensibilidad dental, puesto que la pulpa dentaria (nervio del diente) estará más desprotegida; asimismo, las encías también pueden quedar dañadas.

Aun así, bajo la promesa de blanquear los dientes, algunas pastas dentífricas contienen una cantidad ínfima de minerales volcánicos, lo que no significa que sea un material imprescindible, ni que produzca el efecto blanqueante deseado.

El Consejo General de Dentistas insiste también en el riesgo que supone elaborar pasta de dientes caseras, por ejemplo, con arcilla blanca proveniente de ceniza volcánica, y otros elementos. Aunque determinados agentes naturales poseen propiedades incuestionables, no se debe promover su uso si carece de avales científicos que demuestren su eficacia y seguridad.

Hay que tener en cuenta que todas las pastas dentífricas comercializadas pasan por múltiples controles de calidad, entre otros, en lo referente a su capacidad abrasiva a través de escalas estandarizadas (Abrasividad de Dentina Relativa o RDA). Todas las organizaciones y sociedades científicas internacionales coinciden en que, actualmente, no existen evidencias científicas de que ningún elemento pueda reemplazar al flúor y que cuente con sus grandes cualidades preventivas.