Las malas noticias nunca son bienvenidas. Surgen de manera inesperada y algunas pueden ser realmente dolorosas. El primero de los consejos para enfrentarse a una es ser conscientes de lo que ha sucedido. Cuando nos la dan, tendemos a dejarnos llevar por el estrés que sentimos en ese momento, y esto nos impide ver lo que ha sucedido con claridad. Con mucha frecuencia, estas cosas nos dejan sin capacidad de reacción.
A pesar de que al principio cuesta mucho contar cierto tipo de noticias por miedo a dar pena, por ejemplo cuando te han despedido o te ha dejado tu pareja, la tendencia debe ser a compartir lo que te ha ocurrido. De este modo, otras personas te darán sus puntos de vista, pero principalmente se hace para recibir cariño y apoyo de los demás.
La equivocación más grande que podemos cometer al recibir una mala noticia es no contarla. A veces nos autoengañamos a nosotros mismos argumentándonos que no queremos preocupar a nadie. No obstante, necesitamos expulsar lo que nos ha pasado de una u otra manera. "Compartir una mala noticia nos va a ayudar a desahogarnos. Esto es clave, ya que cualquier noticia en negativo va a tener un gran impacto emocional en nuestra persona. Y la emociones, si las reprimimos, acaban saliendo y lo harán de una manera poco agradable", subraya la psicóloga Miren Josune Noain.
Intentar no pensar en lo sucedido y volcarnos en actividades para olvidar solo conseguirá que cuando estemos solos todos los sentimientos se desborden y nos dejen más hundidos que en el momento de recibir la noticia. "Hay que aceptar lo que nos ha ocurrido y también dejar salir la rabia, el dolor, la impotencia, la frustración y el desengaño, para que después de todo este proceso se pueda continuar con la vida cotidiana sin arrastrar lastres emocionales", comenta la psicóloga, al tiempo que hace hincapié en que si no se es capaz de volver a la vida diaria después del mal trance se debe pedir ayuda profesional especializada.
Siempre hay una salida del túnel
En este sentido, los psicólogos son de gran interés en los momentos en los que no se logra ver una salida al túnel negro, "pero siempre, siempre la hay", reconoce. "Aunque todos sabemos que a lo largo de nuestra vida nos ocurrirán cosas inesperadas, nunca estamos preparados para enfrentarnos a ellas", añade.
Aunque muchas personas sienten vergüenza por acudir al psicólogo, la experta indica que, aunque un amigo o un hermano nos pueden ayudar mucho, en el caso de que estemos estancados es un profesional quien nos va a dar las herramientas que necesitamos para enfrentarnos a la situación de la mejor manera posible. "Y enseñará igualmente a afrontar las futuras malas noticias que vendrán en el futuro", subraya.
A su juicio, las personas más resilientes, más optimistas, más resolutivas y con mayores recursos para gestionar problemas y tomar decisiones son las que, por lo general, tienden a llevar mucho mejor este tipo de acontecimientos que las que, ya de antemano, interpretan la realidad en términos más catastrofistas o de manera distorsionada.
"A pesar de que casi siempre es posible hacer una mínima lectura positiva de cualquier situación en la vida, hemos de focalizarnos en el aprendizaje que ha supuesto, o en lo que nos ha permitido conocer sobre nosotros mismos y también del mundo en el que vivimos". Porque, según la experta, con el paso del tiempo el impacto de una mala noticia puede transformarse. Aunque también es consciente de que no se puede demandar a alguien que "trate de hacer una lectura de inmediato, ya que se le estaría faltando al respeto a esa persona y a su dolor, mostrando una nula incomprensión, al tiempo que le estaríamos negando el acompañamiento que precisa durante su proceso de reconstrucción personal para asimilar la mala nueva".
Tu inteligencia emocional, tus habilidades sociales o tus niveles de asertividad serán grandes aliados para hacer frente a estas situaciones que, por lo común, nos descolocan.
En ocasiones no podemos hacer nada, por lo que debemos practicar la aceptación. Sin embargo, los psicólogos sostienen que hay noticias que puede que las magnifiquemos cuando, en realidad, si las vemos con perspectiva no resultan tan graves.