El solsticio de verano era una de las celebraciones más importantes para nuestros antepasados, hasta tal punto que, actualmente, seguimos celebrando ancestrales rituales en esta mágica fecha. Las creencias y tradiciones que se daban este momento, en el que el sol es el gran protagonista, se cristianizaron con la festividad de San Juan Bautista. En los pueblos y ciudades de Euskal Herria y de buena parte del viejo continente, se siguen prendiendo los fuegos solsticiales en la noche del 23 de junio; celebraciones que hunden sus raíces en los arcaicos cultos a los árboles. Estas fogatas son los posos más conocidos de aquellos ritos del solsticio, pero el fuego no era el único elemento protagonista de este momento. Las plantas, los árboles y el agua, eran fundamentales en las costumbres y creencias alrededor de esta fecha.
Un pequeño rincón de la montaña navarra atesora antiguos rituales unidos, precisamente, al agua solsticial: el santuario de San Juan Zar.
Al paraje, también se le conoce como San Juan Xarr, o San Juan Zarr, y tiene un fácil acceso desde la propia carretera que une las localidades de Igantzi y de Arantza, pero podemos realizar un bello paseo que nos lleva hasta este lugar sagrado.
Arranque en Arantza
Para ello, proponemos una ruta lineal, con comienzo en Arantza y final en el propio santuario, donde previamente dejaremos un coche en el pequeño aparcamiento, junto a la entrada del mismo. Llegados a la localidad de Arantza, aparcamos en la entrada del pueblo y comenzamos a caminar, buscando un camino empedrado, que nace junto a un grupo de casas.
El sendero desciende por un tramo que puede ser peligroso en caso de lluvia, que lo hace resbaladizo. Siguiendo las balizas de dossenderos, uno de gran recorrido (GR), y uno de pequeño recorrido (PR), alcanzamos unos pabellones industriales, junto a un cruce de pistas. Optamos por el camino que desciende en dirección al río, que cruzamos por un puente; un nuevo cruce sale a nuestro encuentro, en el que nos desviamos a la derecha, siguiendo las balizas del sendero de PR. Caminamos junto al arroyo, disfrutando de un precioso bosque de ribera, para pasar junto a una casa custodiada por un fresno protector y llegar a una presa que se ubica frente al molino Beheko Errota Zubia. El sendero alcanza la casa-torre de Aranibar, que esconde los secretos de viejas ferrerías, y batallas nobiliarias, desde el siglo XII.
En este punto, abandonamos la pista, y tomamos un sendero, a la izquierda, que no tiene perdida, ya que sigue las trazas del sendero balizado. El paisaje se abre, con praderas acotadas por muros de piedra, ejemplares de castaños, robles o espinos que nos acompañan.
De esta forma, llegamos a la entrada de San Juan Zar. Una puerta metálica da paso al impresionante universo de este santuario, utilizado como lugar de culto tanto al bosque como al agua. Un abrigo rocoso que se ha cristianizado con la presencia de un altar y una cruz donde se celebran misas en San Juan. En un rincón, una estatua de piedra, de factura moderna, asemeja a un Basajaun, el gran señor del bosque, si bien, la tradición nos dice que se trata de San Juan El Viejo.
La sucesión de Sanjuanes En esta fecha solsticial, este San Juan moriría, para dar paso al San Juan Joven, en una clara muestra de creencias unidas a la renovación de energías. La cueva se abre en medio de un bosque de carpes, interesante árbol poco común en nuestra geografía actualmente. Bajo ella mana un manantial, protagonista del rito acuático, hacia el que nos dirigimos. Salimos del santuario por la parte opuesta a la que nos ha traído hasta aquí. Otra puerta metálica cierra el paso y accedemos a un sendero, junto a los restos de un viejo castaño. A nuestra derecha, vemos unas escaleras que descienden a la fuente. A este lugar, aún hoy en día, los vecinos de los pueblos de alrededor siguen acudiendo a realizar, al ritual de la mañana de San Juan, que en su día recopilara Barandiaran, y que es el siguiente:
“En la mañana del día de San Juan, era tradición acudir a esta fuente de San Juan Xar a realizar diferentes ritos de agua. Era tradición beber de los tres caños que manan de la fuente de San Juan y luego, si es necesario, se moja un paño con esta agua y se aplica en zonas afectadas por alguna enfermedad cutánea. Luego se extiende dicho paño, junto a la fuente, el párroco se encargará de recogerlos y quemarlos. Asimismo era tradición caminar descalzos por el canal de agua que conecta la fuente con el riachuelo cercano”.
Misa en la gruta
Tras realizar el rito, los asistentes escuchan misa en la gruta, en una simbiosis cultural muy particular. Las aguas en el solsticio,han sido un elemento indispensable, junto a las plantas y los árboles y, cómo no, al fuego. Son elementos naturales que tenían, a ojos de nuestros antepasados, unas virtudes más destacadas en este momento. Además de los rituales, vinculados a las fuentes de San Juan, se daban otros ritos acuáticos en esta fecha. Era costumbre, bañarse en el rocío de los campos en esa mañana, o caminar descalzos sobre la hierba mojada, incluso, recoger ciertas ramas de árboles sagrados que luego se colocarían en las puertas.
Una vez visitado el santuario y, por qué no, realizado el rito solsticial, seguimos el sendero que desde la fuente nos lleva a la carretera, donde hemos dejado uno de los vehículos, para dar por finalizado el paseo.
FICHA PRÁCTICA
- ACCESO: Desde la carretera N-121 A, tomamos el desvío hacia Igantzi-Arantza, por la NA-4020. Conducimos por ella hasta una rotonda de acceso a la localidad de Igantzi, la cual dejamos a la derecha, y seguimos de frente por la misma vía. Tras 2,3 kilómetros aproximadamente desde la rotonda, vemos la entrada al santuario junto a una curva. Un pequeño apartado adyacente a la carretera nos permite estacionar. Con el otro coche, seguimos la carretera, que alcanza sin perdida Arantza.
- DISTANCIA: 3.6 kilómetros
- DESNIVEL: -100 metros
- DIFICULTAD: Fácil