El principal atractivo de un faro es su ubicación. En islas o sobre acantilados, señalan puntos de peligro y marcan rumbos. Estos son nueve faros de Euskadi en los que los temporales pueden mostrar todo su poder. Visitarlos en estas condiciones puede ser un riesgo y verlos cuando hace bueno también emociona.
Cabo de Higer, Hondarribia
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El primero desde el este y sobre la bahía de Txingudi, permite ver la costa francesa y vigilar la salida de los barcos de los puertos de Hondarribia y Hendaia. Cuando sopla el viento del noroeste se desata la fuerza del mar. Es de 1881, su torre tiene 21 m y se alza 65 m sobre el nivel del mar. Su luz se ve a 23 millas náuticas (42,5 km).
Faro de La Plata, Pasaia
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En la entrada del estrecho fiordo que lleva al puerto de Pasaia se puede ver un acastillado edificio blanco y gris que en lo alto tiene una torre de luz. Está en plena ruta entre Pasaia y San Sebastián, que también es camino de Santiago. Con buen tiempo es paseo casi obligado pero cuando el temporal acecha, es mejor buscar senderos más protegidos. En funcionamiento desde 1855, su altura es de 13 m y se alza 153 m sobre el mar. Su luz alcanza las 13 millas náuticas (24 km)
Faro de Santa Clara, San Sebastián
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Aunque en realidad es una baliza que marca la entrada a la bahía de la Concha, popularmente se le conoce como faro. En su interior la obra Hondalea, de la artista Cristina Iglesias, se puede visitar en verano. El resto del año se puede ver por fuera. La isla protege la bahía de los temporales parando la mayor parte de la olas que rompen en su farallones. Un espectáculo que se puede contemplar desde lejos ya que el acceso al paseo marítimo suele cortarse. Construido en 1864, la torre tiene 10 m y su altura focal es de 53 m sobre el mar. Son 9 millas las que tiene de alcance (16,6 km).
Faro de San Antón, Getaria
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En lo alto del Ratón, luce una sencilla construcción de dos alturas con una torre adosada. La antigua isla se ha convertido en un paseo con museo al aire libre entre sus árboles. El acceso al faro lo impide una cerca y su elevación protege a los caminantes de la furia del mar. Los miradores al final de la ascensión ofrecen una bonita vista en dirección a Zarautz. Una oculta senda lleva hasta la atalaya desde la que se vigilaba la aparición de ballenas. De 1863, la torre mide 14 m pero se alza 93 m sobre el mar. Su alcance es de 21 millas (38,8 km).
La Atalaia, Zumaia
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De un blanco impoluto y con una linterna azul, el nombre del último faro guipuzcoano remite a su origen: un apostadero para vigilar el mar sobre un fragmento desgajado del flysch de Zumaia, con la playa Inpernupe a un lado y la acanalada desembocadura del río Urola al otro. Abierto a todos los vientos, las olas chocan con violencia contra las paredes rocosas cuando la tormenta se desata. El soporte de la luz es de 12 m de altura, que la elevación del cubo de piedra sobre el que se asienta levanta hasta los 41 m. Su luz viaja hasta 12 millas mar adentro (22,2 km).
Faro de Santa Katalina, Lekeitio
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Directamente sobre el mar, el faro de Santa Katalina se ha reconvertido en un Centro de Interpretación de la Navegación que explica los sistemas de orientación en el mar y hace entender mejor qué supone para los marinos los faros. En tiempo de temporal, la espuma de las olas que rompen al pie del acantilado puede llegar hasta la linterna. En algún caso incluso ha llegado a romper los cristales. Con buen tiempo es un buen mirador para asistir al amanecer. Encendió su luz en 1862. La torre mide 13 m y su plano focal sobre el mar es de 46 m. Los barco que naveguen a 17 millas de Santa Katalina (31,4 km) pueden distinguir sus destellos.
Faro de Matxitxako, Bermeo
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Este del cabo Matxitxako es sin lugar a dudas el más monumental de la costa vasca. Fue uno de los elegidos como sede de una escuela de fareros, profesión que desde 1992 está declarada a extinguir. Una recientemente arreglada carretera de acceso lo ha vuelto muy popular entre los que en verano viajan en autocaravana. Su puesta de sol sobre San Juan de Gaztelugatxe es de las más bonitas de esta costa. Que el antiguo faro este desmontado y el actual se haya llevado 110 metros al interior atestiguan de la violencia que pueden alcanzar los vientos en esta zona. El viejo faro, de 1852, es ahora una sirena de niebla a la que recomiendan no acercarse cuando suena. El actual faro data de 1909. Su linterna está a 20 m del suelo y a 122 m de la superficie del mar. Su alcance es de 24 millas (44,4 km).
Faro de Gorliz
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El más moderno de los faros vizcaínos, de 1991 como está marcado en la veleta que corona la cúpula, vigila desde el cabo Billano la circulación de los barcos que avanzan paralelos a la costa. Completamente blanco es también el más alto, aunque solo por un metro supera al de Matxitxako. En su interior alberga un ascensor que los técnicos procuran no usar por miedo a quedarse colgados dentro. Es uno de los hitos en el camino que va de Gorliz a Armintza. Los acantilados sobre los que transcurre esta ruta son continuamente batidos por el mar y es fácil ver en ellos las huellas de los grandes temporales, momento en el que no es recomendable transitar por aquí. Construido en 1991, su altura es de 21 m y su plano focal está a 165 m. La luz llega a las 22 millas náuticas (40,7 km).
Faro de punta Galea, Getxo
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El faro de punta Galea se abre sobre la entrada del superpuerto de Bilbao y la vista llega hasta Cantabria, avistándose en el horizonte, cuando hace buen tiempo, el faro de Castro Urdiales. Las vistas son impresionantes, pero el mal tiempo ha sido su principal enemigo. De hecho, la climatología adversa obligó a tres intentos para lograr la ubicación actual. Al primero, en el antiguo fuerte que protegía la entrada a la ría y del año 1850, lo derrotó la niebla. Al segundo, de 1905, las olas le limaron la base del acantilado y fue abandonado en 1950, siendo sustituido por el actual. Con buen tiempo es un gran paseo de domingo por la mañana, pero con malo, mejor quedarse en Algorta. La torre es de 8 m y su elevación sobre el mar es de 84 m. Su alcance es de 19 millas (35,1 km).
El primero desde el este y sobre la bahía de Txingudi, permite ver la costa francesa y vigilar la salida de los barcos de los puertos de Hondarribia y Hendaia. Cuando sopla el viento del noroeste se desata la fuerza del mar. Es de 1881, su torre tiene 21 m y se alza 65 m sobre el nivel del mar. Su luz se ve a 23 millas náuticas (42,5 km).