Las respuestas a estos interrogantes son harto evidentes para aquellos que han tenido la oportunidad de visitar la ciudad de Bellagio, vivirla, admirarla, y saborear su ambiente. Este lugar ha sido catalogado como uno de los más sorprendentes y seductores de Italia. Incluso entre las miles de encantadoras ciudades y villas italianas. El primer pensamiento que me asalta al olfatearla es: Me gustaría quedarme a vivir aquí si alguien me prestara una segunda vida para pasarla en mi casa.
Y es que Bellagio es un oasis de belleza y serenidad. Su arquitectura está perfectamente conservada y sus paisajes lacustres y montañosos son completamente irresistibles para las cámaras fotográficas de los profesionales y de los turistas convencionales. Cada rincón es como una hermosa postal de la que se quiere hacer partícipe inmediatamente a amigos y familiares a través de Instagram o Whatsapp. Es como si el viajero se sintiera Livingstone descubriendo por primera vez un tesoro oculto.
Código de protección
Los argumentos generales con los que he comenzado a describir Bellagio, aún siendo verdaderamente estimulantes, no justifican todavía la atracción que los personajes famosos sienten por este lugar. Como es sabido, actrices y actores de cine, así como conocidos escritores o cantantes, padecen en su vida cotidiana la presión social de ser reconocidos por la calle, abordados por el público, y perseguidos por los paparazzi, lo que supone una grave pérdida de su intimidad (solo los artistas poco conocidos se decepcionan cuando están en la cola del supermercado y la cajera no les reconoce).
Pero en Bellagio los personajes famosos pueden tomarse un verdadero descanso de su propia vida. "Su privacidad está totalmente asegurada -me revela la guía Paola Collina- pues hoteleros, restauradores e incluso los propios habitantes respetan un código secreto no escrito: el de no delatar a la prensa la presencia de tales personajes". Para aquéllos, por lo tanto, poseer una villa en el entorno de Bellagio es como tener el privilegio de vivir una doble vida.
Velada en uno de los muchos embarcaderos de Bellagio.
Hotel Villa Serbelloni
Este hermosísimo palacio se encuentra en el promontorio justo cuando el lago Como se separa en dos vertientes y es el verdadero icono de Bellagio. Se hizo famoso porque el escritor Alessandro Manzoni lo incluyó en su obra The Bertroyed. Originalmente, fue una casa privada construida por el millonario Frizzoni para homenajear a su esposa.
Pero a ella no le satisfizo y pasó a manos de diversos propietarios que, finalmente, lo convirtieron en 1873 en un hotel de lujo. Desde el principio fue el establecimiento preferido por miembros de la realeza y la aristocracia europeas. Hoy ofrece a todos los amantes de la calidad de vida una vacación fuera de lo común. Lejos del ruido y el bullicio. Curiosamente, la familia Bucher, propietaria del hotel por generaciones, tiene su hogar en el interior del mismo.
Impresionan sus amplias habitaciones con vistas al lago, a las montañas pre-alpinas y a los propios Alpes, así como sus majestuosos 30 salones, en los que, al atardecer, puede escucharse música en vivo por parte de excelentes músicos, cuyos sones subliman tu espíritu (¿dónde estamos cuando escuchamos música?). Uno de los detalles que reflejan la extremada atención que el establecimiento dedica a sus clientes lo experimento en mi habitación cuando descubro en la carpeta del escritorio dos cartulinas, aparte de la clásica Please, do not disturb, que pueden colgarse en el pomo de la puerta en caso de que alguna necesidad o emergencia obligue a sus ocupantes a abandonar la habitación. Una de ellas, alerta así: Soy un bebé y estoy solo. Si lloro, por favor, avise al conserje. Y la otra: Cuidado, hay un perro en la habitación El riesgo en la vida es no saber qué hacer. En Villa Serbelloni sí lo saben.
Las grandes villas ajardinadas abundan en esta localidad italiana.
Una ciudad paseable
Antes de dar mis primeros pasos por Bellagio, Antonio Calzolaro, director del hotel, cuenta la apasionante historia del lugar donde tengo el privilegio de ubicarme, digna de llevarse al cine (de lo que podría ocuparme si convenzo a mi vieja amiga Gina Lollobrigida, a la que presenté en Madrid su primera exposición fotográfica). Siguiendo el consejo de Wallace Stevens, "para descubrir la verdad basta dar un paseo por el contorno del lago", camino por su orilla a través de la larga Piazza Mazzini, con antiguos soportales, hasta descubrir el bello jardín de Villa Mezzi.
Durante el paseo observo los incontables hoteles, cafeterías, y animadas terrazas que esperan a nuevos visitantes llegados en los ferry boats. Circunvalo después la ciudad ascendiendo hasta la vía Garibaldi. La diferencia de altura entre la urbe alta y la baja se salva a través de angostas callejuelas con escalinatas, flanqueadas en ambos lados por tiendas de souvenirs y típicos restaurantes. En la mayoría de ellos se habla un suave español gracias al nutrido número de camareras colombianas que los atienden. Colón descubrió América y ¡ellas Bellagio!
"La mejor forma de conocer el lago es navegarlo", me aconseja con seguridad un viejo pescador. Durante la navegación, en ferry boat o vapporetto, se pueden admirarse las espléndidas villas del contorno de Bellagio: las de Serbelloni, Carlota, Giulia, entre otras muchas. En la villa Balbianello (en Tremezzina) se han rodado muchos filmes. El último, un episodio de Star Wars en 2002. Cada una de estas villas, posee su propio embarcadero. También hay pequeñas playas naturales donde bañarse, así como practicar deportes náuticos. Y, cómo no, visitar otros pueblitos cercanos y con encanto como Varenna o Menaggio. O ciudades como Lecco. O incluso acercarse a Lugano (Suiza), que se encuentra casi a tiro de piedra (28 km.)
Por su posición lejana del ferrocarril y de las autopistas, Bellagio no es frecuentado por un turismo de masas, lo que es muy apreciado por el viajero vocacional o el turista culto. Pese a ello, el número de visitantes crece. Todos encuentran acomodo en cualquiera de los numerosos hoteles que posee el entorno lacustre. Los nombres de algunos de ellos evocan historias románticas como los del Hotel del Lago u Hotel Belvedere, dotados todos ellos de jardines, piscinas y solariums con, eso sí, espléndidas vistas al lago que invitan al relax, la meditación y la ensoñación.
Tiziana Martinelli, la regente del Hotel Belvedere, quien me invita a un suculento almuerzo, me habla entusiasmada, en mi último día, del color, la intimidad, la serenidad y el privilegiado clima que inspiran Bellagio. Sus palabras me entristecen por dejar la ciudad, pero también me alegran por la esperanza de retornar algún día a ella. ¡Arrivederci Bellagio!
Calle peatonal del centro histórico.
Más datos
Lago de Como
Superficie: 146 km2.
Anchura máxima: 4,3 km.
Anchura mínima: 650 m.
Profundidad máxima: 410 metros (5º más profundo de Europa tras 4 lagos noruegos).
Perímetro: 170 km.
Altitud: 198 msnm.
Provincias: Como, Lecco.
Información general Información general
Provincia de pertenencia: Como.
Población 2011: 3.082.
Temperaturas medias estivales: Máx. 28°C Mín. 18°C.
Atractivos:
Iglesias históricas: San Giorgio - Basílica de San Giacomo.
En áreas limítrofes: San Giovanni - Iglesia de la Madonna del Rosario en San Martino - Santa Maria di Loppia.
Museos:
Museo degli Strumenti della Navigazione (Museo de los instrumentos de navegación)- San Giovanni.
Torre delle Arti (Torre de las Artes)- Espacio de exposiciones.
Excursiones y recorridos a pie
Punta Spartivento, 10 minutos.
Pescallo, 15 minutos.
Loppia, 25 minutos.
San Giovanni, 35 minutos.
Mulini del Perlo, 1 hora.
Chevrio-Makallè, 1 hora y 30 minutos.
Piano Rancio, 2 horas y 30 minutos.
Monte San Primo, dos horas para llegar a los 1.686 m de la cima partiendo de Alpe delle Ville, a los pies de la montaña.
Otras visitas interesantes
Como - Industrias de la seta (31 km).
Invernaderos y viveros de BellagioPequeña iglesia de la Madonna del Ghisallo en Magreglio (a 10 km, dedicada a los ciclistas) y su interesante Museo del Ciclismo.
Museo de la Navegación, Pianello lario (30 minutos).
Bérgamo, 45 km.
Lugano (Suiza) - 25 km desde Menaggio.