- John Hinkle era un gran jugador de bolos. Dedicó buena parte de su vida a disfrutar de este deporte tan americano y transmitió su amor por los bolos a sus hijos. John falleció en 2016, pero sus hijos no solo siguen jugando a su deporte favorito, sino que uno de ellos, John Jr., es uno de los mejores jugadores de Estados Unidos y ha querido homenajear a su padre.
John Hinkle Jr. ganó dos veces el campeonato universitario norteamericano y forma parte del equipo de la Universidad Western Illinois. Tiene una técnica especial con la que usa solo dos dedos para coger la bola, en lugar de los tres habituales. Así que decidió rellenar el tercer agujero con las cenizas de su padre para tenerle siempre presente cuando juega a los bolos.
Aunque John Jr. había conseguido en el pasado algunas partidas perfectas, es decir, tirar los 10 bolos en las doce jugadas de la partida, no lo había vuelto a conseguir desde que decidió poner las cenizas de su padre en su bola. Sin embargo, todo cambió el pasado 12 de abril, como él mismo explicó a través de su cuenta de Facebook. John Jr. ha reconocido al New York Post que “estaba hablando con mi hermano y le dije: Voy a conseguir un 300 con esta bola. Y Joe me dijo: ‘¡Hazlo!’ No dudé que iba a lograrlo”.
Sin embargo, no fue fácil porque los nervios le atenazaron. Hinkle, que tiene 39 años y trabaja como consejero de educación pública, no pudo reprimir las lágrimas cuando cumplió su sueño. Su padre nunca consiguió una partida perfecta, por eso es un homenaje muy especial “Llamé a Joe después de las jugadas 11 y 12 con lágrimas en los ojos: No podría decirte a dónde fue la última pelota, tenía tantas lágrimas al lanzarla…” Pero esa bola fue directa al objetivo y completó su racha de 12 strikes consecutivos, logrando la partida perfecta: “Fue una noche épica. No puedo expresar lo que significa para mí”.
Más tranquilo, John Jr. reconoce que ya había logrado anteriormente varias partidas perfectas de 300 puntos a lo largo de su carrera, pero esta fue especial. Recuerda que su padre fue quien le introdujo en este deporte, pero él nunca fue capaz de lograr la partida perfecta: “Es especial. Papá logró 298 y 299, pero nunca tuvo un 300. Tenía la piel de gallina, escalofríos. Él estaba ahí”.