25 años del verano más sangriento de ETA
En los tres meses estivales de 2000, la banda cometió 8 de los 23 asesinatos que certificó aquel año. Juan María Jauregi, Joxe Mari Korta o Manuel Indiano se contaron entre las víctimas
Seguramente, en los 80 y en los 90 del pasado siglo, hubo años en los que la actividad de ETA resultó, numéricamente, más sanguinaria que en 2000. En lo cualitativo, sin embargo, aquel año y aquel verano marcaron una siniestra diferencia.
ETA llegó al año 2000 con sed de sangre atrasada. La llamada tregua de Lizarra había tenido inactiva la maquinaria de matar, secuestrar y extorsionar de la banda desde mediados de 1998.
El asesinato, en junio de ese año, del concejal del PP en Errenteria Manuel Zamarreño fue seguido por un paréntesis de esperanza que se vio truncado en noviembre de 1999, con el anuncio de la ruptura unilateral del alto el fuego, acusando a PNV y EA de haber quebrado un supuesto acuerdo para “lograr una institución única y soberana” para todos los territorios de Euskal Herria.
No era más que una burda excusa. Jamás hubo tal acuerdo. Lo planteado en las distintas conversaciones que dieron lugar a la tregua más larga desde el nacimiento de la organización terrorista era bastante más realista. Se pretendía buscar cauces para empujar al Estado a una negociación política que pusiera fin al ciclo violento, al tiempo que la sensibilidad política mayoritaria en el país se comprometía a avanzar en la demanda del reconocimiento nacional de Euskal Herria, con el campamento base del derecho de autodeterminación.
El Parlamento Vasco recuerda en silencio a los socialistas Fernando Buesa y Enrique Casas
El asesinato que inauguró la vuelta a la actividad fue el del teniente coronel del Ejército de Tierra Pedro Antonio Blanco García. El 18 de enero, un coche bomba le segó la vida cuando salía de su domicilio en Madrid.
Poco más de un mes después, el 22 de febrero, ETA se cobró un objetivo especialmente significativo. De nuevo un coche bomba acabó con las vidas deldirigente socialista Fernando Buesa y su escolta, el ertzaina Jorge Díez Elorza, cuando caminaban por el campus de la EHU en Gasteiz.
Ruptura con Euskal Herritarrok
La conmoción y la repulsa por el doble crimen fue la puntilla para el pacto de gobernabilidad que PNV y EA habían suscrito con Euskal Herritarrok –marca electoral de la izquierda abertzale en aquella época– en mayo del año anterior. Quedó hecha añicos la histórica fotografía de la firma, en la que aparecían Juan José Ibarretxe, Xabier Arzalluz, Joseba Egibar, Arnaldo Otegi, Joseba Permach, Carlos Garaikoetxea y Rafa Larreina.
Aunque algunos acuerdos municipales se mantuvieron agónicamente durante unos meses, ya no había marcha atrás. La premisa fundamental de Lizarra era la renuncia al uso de la violencia y ETA demostró que no estaba por la labor.
Se comprobó el 7 de mayo, con el asesinato en Andoain del columnista del diario El Mundo del País VascoJosé Luis López de Lacalle. Dos pistoleros lo tirotearon cuando salía de desayunar en el bar donde siempre lo hacía. Su paraguas rojo abierto a unos metros de su cadáver se convirtió en una imagen icónica de la lucha contra la barbarie.
Pedrosa, nuevo hito
El siguiente gran impacto fue el asesinato del concejal del PP en Durango y militante del sindicato ELA Jesús Mari Pedrosa. El 4 de junio, un terrorista le descerrajó un tiro en la nuca al edil cuando paseaba por el centro de su pueblo. Iba sin escolta porque Pedrosa estaba seguro de que nunca atentarían contra él y, menos, en su propia localidad.
Esos fueron los antecedentes del objeto de estas líneas, la gran sangría cometida por ETA en el inolvidable verano de 2000, en cuyo transcurso la banda acabó con la vida de las ocho personas que se detallan al pie de esta página, cada uno con su propia significación.
La macabra relación muestra que la intención de la banda era demostrar que tenía capacidad para actuar en Euskal Herria (Jauregi, Korta, Indiano), pero también en todo el territorio peninsular (Martín Carpena, los guardias civiles de Sallent de Gállego o Ruiz Casado).
Eso, contabilizando solo los atentados mortales. Si nos fijamos en los que no alcanzaron sus objetivos, nos encontramos con que solo en aquellos tres meses estivales de 2000, la banda cometió otros trece atentados a lo largo y ancho del Estado español. Dos de ellos tuvieron como simbólico escenario Madrid. Se buscaba trasladar el mensaje de que ETA mantenía intacta la capacidad de actuar en la capital del reino y la facultad de regenerar los sucesivos comandos Madrid.
Bolueta
En este relato no puede omitirse que, también aquel verano, concretamente el 7 de agosto, la banda perdió a cuatro de sus integrantes. Patxi Rementeria, Ekain Ruiz Ibarguren, Zigor Aranbarri Garamendi y Urko Gerrikagoitia Agirre fallecieron al estallar los 25 kilos de explosivo que trasladaban en el vehículo por el que transitaban en el barrio bilbaino de Bolueta. Los cuerpos quedaron tan destrozados, que su identificación resultó una ardua tarea y solo la propia banda pudo aclarar cuántos y quiénes fueron los fallecidos. Todo hacía indicar que los objetivos del atentando que se disponían a perpetrar eran los diarios DEIA, El Correo y El Mundo, que en esos momentos tenían sus instalaciones en la zona.
Lluch
Antes de final de año, y para completar las 23 víctimas mortales que se anotó en el funesto año 2000, ETA asesinó a otras once personas. Evidentemente, cada una merece su recuerdo y su consideración, pero entre todas ellas destaca el nombre de Ernest Lluch.
El dirigente socialista, que pasaba largas temporadas en Donostia y que se había significado por su apuesta por el diálogo, cayó fulminado el 21 de noviembre por los disparos de un pistolero en el garaje de su domicilio en Barcelona.
El mensaje no podía ser más claro: a ETA y a sus inspiradores políticos les molestaban especialmente los perfiles dialogantes.
Cronología siniestra
* 15 de julio. El concejal del PP en el ayuntamiento de Málaga, José María Martín Carpena, de 50 años, fue asesinado de cuatro disparos, cuando se dirigía al pregón de la Biznaga en compañía de su mujer y su hija, que fueron testigos del crimen.
* 29 de julio. El miembro del PSE-EE y exgobernador civil de Gipuzkoa Juan María Jauregi, de 48 años, fue tiroteado en la cafetería del frontón Beotibar de Tolosa donde se encontraba con su amigo, el periodista de EITB Jaime Otamendi.
Las amenazas recibidas le habían hecho trasladar su residencia a Chile, pero volvía ocasionalmente a Euskadi para visitar a su familia. Fue asesinado de dos tiros en la nuca en presencia de multitud de testigos. Nada impidió que los autores de la ejecución huyeran del lugar de los hechos.
* 8 de agosto. Una bomba colocada en los bajos del vehículo del empresario y presidente de la patronal guipuzcoana Adegi Joxe Mari Korta, de 52 años, acabó con su vida cuando salía de una de sus empresas en Zumaia. Tras su asesinato, ETA continuó con su acoso a la familia Korta. Un mes después del atentado, una bomba destruyó la discoteca Txitxarro de Itziar, propiedad de Narciso Korta, hermano del empresario.
* 9 de agosto. Después de varios intentos fallidos, la banda consiguió acabar con la vida del subteniente del Ejército de Tierra Francisco Casanova Vicente, de 46 años. El militar iba a aparcar su coche en el garaje de su domicilio, en Berriozar, cuando fue abordado por un miembro de ETA que le disparó tres tiros en la cabeza. Fue su hijo, de 11 años, quien encontró su cuerpo sin vida derrumbado sobre el volante del vehículo.
* 20 de agosto. Los agentes de la Guardia Civil Irene Fernández Perera y José Ángel de Jesús Encinas fueron asesinados en la localidad oscense de Sallent de Gállego al estallar una bomba lapa colocada en el vehículo en que patrullaban.
* 29 de agosto. El concejal del PP en Zumarraga Manuel Indiano fue asesinado en el pequeño local donde vendía chucherías, prensa y pan. Recibió un total de 13 disparos, de los que siete impactaron en su pecho y abdomen. Tenía 29 años y, aunque no era militante del PP, aceptó representar al partido en el consistorio porque no había más voluntarios. Al principio, llevó a escolta, pero renunció a ella argumentando que espantaba a la clientela de su comercio.
* 21 de septiembre. José Luis Ruiz Casado, de 42 años, concejal del PP en Sant Adrià de Besòs, fue asesinado al salir de su casa para dirigirse a su trabajo en una empresa de la zona franca de Barcelona. Los terroristas, que llevaban siguiendo sus pasos desde marzo, lo interceptaron cuando se encaminaba al lugar en el que estaba aparcado su vehículo. Uno de ellos le disparó en la cara desde metro y medio de distancia y lo remató de un segundo tiro.
* Otras fechas. Los reseñados hasta ahora son solo los atentados mortales. Sin embargo, a lo largo del verano de 2000, ETA realizó muchas otras acciones. Entre ellas, cabe destacar la tentativa de acabar con la vida del número dos del PSOE andaluz, José Asenjo (19 de julio), el intento de asesinato de la senadora del PP por Bizkaia Pilar Aresti (24 de julio), o la colocación de un coche bomba en Madrid que causó 11 heridos (8 de agosto). Particular relevancia adquirió, el 14 de septiembre, el atentado contra el socialista José Ramón Recalde, que había sido consejero de Educación. Al dirigirse a su domicilio en Igeldo, un terrorista le disparó al rostro produciéndole heridas graves en la mandíbula a las que consiguió sobrevivir, sin bien con grandes secuelas hasta su muerte en 2016.
Temas
Más en Política
-
El PP de Madrid admite que su 'número 3' no terminó la licenciatura con la que hizo campaña electoral en dos ocasiones
-
Feijóo manda a tomar albariño a quienes critican su chiste de las vacaciones sobrevaloradas
-
El viaje de Pradales tiende puentes con la diáspora científica, económica y política
-
Etxerat y Sare piden en 11 playas vascas "avanzar a escenarios de convivencia"