La consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Nerea Melgosa, ha rendido homenaje a las víctimas de la matanza del 3 de marzo en Gasteiz, unos hechos que "nunca tenían que haber sucedido" y ha destacado la importancia de "poner encima de la mesa la memoria histórica".

Melgosa, acompañada de la directora de Gogora, Aintzane Ezenarro, ha asistido este domingo en el monolito del 3 de marzo en Vitoria-Gasteiz a una ofrenda floral para recordar lo sucedido ese día hace 48 años, cuando la Policía Armada mató a cinco trabajadores e hirió a cientos de personas, tras disolver por la fuerza una asamblea obrera de la iglesia de San Francisco de Asís.

La consejera vasca ha señalado que es un día "muy importante" para la ciudad de Vitoria-Gasteiz y espera que el próximo 3 de marzo se pueda conmemorar dentro de la propia Iglesia de San Francisco.

Memoria histórica

"Para nosotros es importante este día, no solamente por lo que sucedió en Vitoria-Gasteiz, que nunca tenía que haber sucedido, sobre todo también para poner encima de la mesa la memoria histórica que llevamos ya tiempo trabajando el Gobierno vasco a través de la mano de Gogora", ha destacado.

La consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales ha destacado que en 2023 hubo un "hito" que fue la aprobación de la ley de Memoria Histórica, que cree que es la "guía" de lo que hay que hacer.

Asimismo, ha señalado que hay que seguir trabajando y reforzando en torno a la memoria porque "no se puede nunca olvidar lo que pasó en este pueblo y en esta ciudad".

En este sentido, ha aprovechado esta ocasión para animar a todas las personas a que hablen con su hijos "de lo que sucedió, cómo sucedió y por qué sucedió en este 3 de marzo".

Junto a ello, ha destacado la importancia de honrar a las personas fallecidas ese día y tener en cuenta los "momentos de injusticia" que se vivieron.

Mendia, en representación de Trabajo y Empleo

La vicelehendakari Idoia Mendia ha vuelto a sumarse, en nombre del Departamento de Trabajo y Empleo, al acto de memoria y reconocimiento de los trabajadores asesinados el 3 de marzo de 1976 en Vitoria-Gasteiz “cuando defendían pacíficamente sus derechos laborales”.

Acompañada de la viceconsejera de Trabajo, Elena Pérez Barredo, y otros miembros del Departamento, la Vicelehendakari ha recordado que hace doce años, en su condición de máxima responsable de Derechos Humanos en el Gobierno Vasco, instauró el reconocimiento oficial del Ejecutivo, no sólo con la asistencia a este homenaje anual, sino con el primer decreto reparador de las víctimas de la violencia por abusos policiales.

“Y en esta última legislatura como doble ejercicio colectivo de memoria para reparar a víctimas de la violación de derechos humanos y de derechos laborales. Porque estos trabajadores murieron como consecuencia de una represión injusta, una violación inaceptable del primero de los derechos elementales, que es el de la vida y la integridad física de todas las personas. Pero no queremos que se olvide que estas víctimas lo fueron por defender sus derechos como trabajadores, y que hoy es necesario seguir defendiendo”, ha explicado.

La masacre del 3 de marzo

La fecha del 3 de marzo de 1976 está marcada en la memoria de Vitoria-Gasteiz y de las y los vitorianos, como la propia consejera Nerea Melgosa, que contaba con 5 años de edad en marzo de 1976.

Los conocidos como sucesos de Vitoria llegaron pocos meses después de la muerte del dictador Francisco Franco. Ese 3 de marzo de 1976 se convocó una jornada de huelga y miles de trabajadores y trabajadoras se encontraban en las inmediaciones de la iglesia de San Francisco de Asís del barrio de Zaramaga, dónde querían celebrar una asamblea. Sobre las cinco de la tarde, efectivos la Policía Armada desalojaron el templo lanzando gases lacrimógenos al interior de la iglesia, provocando pánico. Mientras la gente salía de la iglesia dispararon fuego real y pelotas de goma.

Resultaron heridas centenares de personas y cinco de ellas murieron: José Castillo García, Bienvenido Pereda Moral, Romualdo Barroso Chaparro, Francisco Aznar Clemente y Pedro María Martínez Ocio, que tenían de 17 a 32 años de edad.