A Pere Aragonès se le atraganta el nuevo año. A la espera de limar las diferencias que le separan con el PSC para cerrar un acuerdo presupuestario, cuestiones internas y externas cercan al Govern y a Esquerra, entre la cumbre hispanofrancesa que se celebra este jueves en Barcelona y los sondeos que propulsan al posconvergente Xavier Trias en Barcelona en perjuicio del republicano Ernest Maragall, que pasaría de haber obtenido un triunfo estéril en la anterior cita municipal a ser cuarta fuerza. Una de las paradojas del cónclave entre Pedro Sánchez y el galo Emmanuel Macron será el reparto de papeles acordado en la cúpula de ERC: mientras el president, que además es coordinador nacional del partido, acudirá al evento y estrechará la mano de los citados líderes europeos; el máximo dirigente de su formación, Oriol Junqueras, se dejará ver en los alrededores, donde participará en la protesta convocada por las entidades independentistas contra este acto.

Desde la Generalitat esgrimen que el Ejecutivo catalán tiene que estar en todos los foros, incluso en los que no pueda compartir, para transmitir su pulsión soberanista y, de paso, no dejar la representación en manos de la delegada del Gobierno en Catalunya, Maria Eugènia Gay. Pero el clamor llegará a escasos metros y desde sus propias filas, que pancarta en mano reivindicará que el procés sigue vivo, buscando contraponer el mensaje que se vende desde Moncloa. Aragonès justifica que su presencia es protocolaria y que, por ello, envió por carta a Moncloa una lista con 11 puntos que pide se aborden en este encuentro internacional, y que estructura en tres bloques: gobernanza, infraestructuras y asuntos transfronterizos. Sin embargo, junto a las Columnas de Puig i Cadafalch en Montjuïc, tendrá acampados a la ANC, Òmnium y el Consell per la República -espacio que lidera Carles Puigdemont desde Bélgica- que reunirán a miles de personas para denunciar lo que consideran una “provocación” de Sánchez. Aquí no ha acabado nada. Independencia, Países Catalanes, fin de la represión es el lema escogido por las entidades independentistas, entre las que seguramente se escaparán consignas contra los republicanos allí presentes.

El cónclave internacional llega marcado por las consecuencias de la reforma del Código Penal y, para sobresalto de ERC, por la encuesta publicada ayer por el diario La Vanguardia sobre la intención de voto en Barcelona. Un vuelco en toda regla. El sondeo otorga a Junts, que ha dejado manos libres a Trias para futuros pactos, una estimación de voto del 24,9% y le asigna 12 concejales, siete más (10,5%) que los del actual grupo; mientras que Esquerra perdería la mitad de las actas y se quedaría con 5 pasando del 21,4% al 10,4% de respaldo. Un hecho que, de confirmarse, avalaría la vía moderada posconvergente, sí, pero supondría un aldabonazo para JxCat y un soberano sopapo para Aragonès tras su divorcio en el Govern. El barómetro deja a los comunes de Ada Colau con los 10 concejales que ostenta, reparte otros 10 al PSC (sube dos), otorga 2 a la CUP (ahora no tiene representación” y deja al PP con los 2 que figuran en su casillero. Los cimientos secesionistas volverían a removerse.

Presupuestos

Más allá de las estrategias judiciales divergentes, hay otra cuestión que puede ahondar la brecha entre JxCat y el Govern: las Cuentas catalanas que el president quiere dejar atadas con el PSC de Salvador Illa -que este lunes visita Bilbao para arropar a Eneko Andueza (PSE)-, antes de que la precampaña del 28-M agudice más el pulso. Los obstáculos se hallan principalmente en las condiciones socialistas sobre proyectos de inversión como el Hard Roc o la ampliación del aeropuerto de El Prat. Aragonès exige a PSC y JxCat que antepongan su “responsabilidad” a los “intereses o proyectos de parte”, pero, de momento, le crecen los enanos.

"Quiero recuperar el orgullo"


Liderazgo. Xavier Trias celebra los buenos augurios de las encuestas esperanzado en poder liderar un cambio para que la ciudad “recupere el orgullo y el liderazgo” y sea capaz de competir con las mejores urbes del mundo. Aunque el candidato de Junts no se fía de los sondeos, sí que detecta “un ambiente importante de gente que quiere un cambio”. “Hemos de ser capaces de hacer una política que haga que las cosas en la ciudad cambien por el bienestar de la gente”, señaló ayer quien ya fuera regidor de Barcelona, que está dispuesto a entenderse con todo el mundo que compre su proyecto. De paso recordó cómo “la señora Colau -con quien se reunió la pasada semana- no se puso roja” cuando retuvo el poder gracias a Manuel Valls.