El Parlamento Vasco ha rendido esta mañana un sentido homenaje a Juan José Pujana, que presidió la Cámara entre 1980 y 1987, cuando las instituciones vascas se despertaban de la pesadilla que siguió al alzamiento franquista.
Al acto han asistido representantes de todos los grupos que hoy integran el Parlamento que él ayudó a poner en pie, así como otras personalidades que tomaron su testigo en el cargo como Juan Mari Atutxa e Izaskun Bilbao, que han acompañado a la actual presidenta de la Cámara, Bakartxo Tejería, quien se ha mostrado orgullosa de la “herencia” dejada por Pujana. “Creía en el parlamentarismo, en el valor de la discusión y de llegar a acuerdos”. “Ha sido un ejemplo de integridad, coherencia y lealtad” como lo fueron quienes le acompañaron en aquel viaje: una generación marcada por su “entrega y compromiso, referente”, ha dicho la presidenta del Parlamento, para los parlamentarios que han venido después.
Pero el protagonismo ha recaído en la familia de Pujana, a quien se ha concedido la medalla del Parlamento Vasco y en cuyo nombre ha hablado la hija del propio homenajeado, que ha subrayado que esta Cámara fue para él “su casa durante mucho tiempo” y ha agradecido la medalla recordando una frase que recoge el compromiso que mostró Pujana hacia el pueblo vasco: “Si olvido mi país, que se me seque la lengua”.