raba es la guinda del pastel en estas elecciones autonómicas. Lo saben bien los partidos. Curiosamente, quizás no tanto los propios ciudadanos alaveses, todavía no conscientes del valor que tiene, no solo la papeleta que depositan en la urna, sino también aquella que no dejan por abstención.
En Araba se deciden 25 de los 75 escaños que conforman el Parlamento Vasco. Es en lo que el artículo 26.1 del Estatuto de Gernika nos iguala a Bizkaia y Gipuzkoa, que establece que "el Parlamento Vasco estará integrado por un número igual de representantes de cada territorio histórico".
Sin embargo, en el recuento, la cosa cambia y el territorio alavés se vuelve un tesoro por la diferencia de papeletas necesarias para conseguir un escaño en la Cámara vasca con respecto a nuestros vecinos. Somos menos en población, así que se necesitan menos papeletas para convertir a las y los candidatos en parlamentarios.
Así que, como se suele decir, el voto de Araba vale doble. Una llave para entrar en el Parlamento Vasco que, históricamente, ha permitido la llegada de formaciones a la Cámara vasca que, en otros territorios, no hubiera sido posible. En 1990, Pablo Mosquera, salido de las propias filas del PP, consiguió sentar a tres diputados de Unidad Alavesa en la principal institución de Euskadi y en 1994 a un total de cinco, convirtiéndose en la segunda fuerza del territorio por detrás del PNV.
También supo del valor de nuestra papeleta la exconsejera socialista hoy en las filas del PP, Rosa Díez, que logró sentar en el Parlamento Vasco a su pupilo de UPyD Gorka Maneiro dos legislaturas seguidas. Y ahora recala en el caladero de la tierra que le vio nacer Santiago Abascal y busca en esta vía alavesa la manera de colarse en el hemiciclo de la calle Becerro de Bengoa de Vitoria-Gasteiz.
La posibilidad de la llegada de la ultraderecha antivasca y antitodo es real. No es un espejismo. Lamentablemente, ya no podemos hacer nada para evitar la entrada de Ciudadanos al Parlamento Vasco. El PP nos ha hecho ese flaco favor. Por mucha fotografía que se haga Inés Arrimadas en Gernika sigue siendo la misma que ha menospreciado nuestro Concierto Económico, a eliminar a toda costa; y que aplaudía a su fallido presidente Albert Rivera cuando hablaba de "cuponazo" para referirse al Cupo vasco. La misma que antaño defendió la necesidad de revisar la ley electoral para evitar la entrada en el Congreso de los diputados de PNV. Y ahora, como el mejor converso, la foralidad que antes fue privilegio a los nacionalistas ahora se respeta "a ultranza". Vivir para ver.
Pero además de la mala noticia de la llegada de Ciudadanos, todavía podría ser peor si debemos asumir el éxito de Vox por alcanzar el 3% de papeletas en territorio alavés.
Los y las alavesas, sin embargo, sí que podemos hacer algo. Podemos ir a votar para cerrarles la puerta. Dejarles fuera de la Cámara vasca es el triunfo de una sociedad que dice no a mensajes contra el feminismo, la inmigración, la diversidad y un largo etcétera. De nuevo es la hora de implicarse. De no abstenerse ante la ultraderecha. Vayamos a votar.