1.Es todavía pronto para extraer derivadas claras en términos de lecciones; los momentos que ahora estamos viviendo pueden acabar incidiendo de forma positiva en un replanteamiento de la socialización; esta crisis va a poner en marcha una reorganización social y va a demostrar que las reagrupaciones narcisistas no bastan para formar una sociedad solidaria. Tal vez nos abrirá los ojos de una nueva pedagogía social: hay que promover el sentido de los valores auténticos, cuando hasta ahora parecía que lo único esencial era el consumo La responsabilidad y la solidaridad van a ser la piedra angular del porvenir de nuestra sociedad y de nuestra democracia, colectiva e individual.
2.No me siento capacitado para marcar una pauta social, pero cabe identificar tres etapas: contención, erradicación y de salida. Para esta última fase, hay que comenzar a reflexionar y a trabajar de manera compartida en escenarios próximos de la llamada “desescalada”: tiempos, ámbitos, modos, asumiendo que no podemos tolerar un retroceso. Habría que trabajar en ver cómo iniciar el proceso de recuperación económica analizando las lecciones aprendidas en Asia (China, Corea y Singapur). Y junto a esos escenarios escalonados para abrir progresivamente espacios de la economía habría que calibrar las “válvulas de oxígeno” para la ciudadanía: práctica deportiva, salida de menores, jóvenes, hábitos a desarrollar en el ámbito educativo.
3.Esta triple crisis (sanitaria, económica y social) debe ayudarnos a reflexionar sobre ello: lo complejo es que vamos a tener que actuar y reflexionar de forma casi sincrónica, porque el contexto postpandemia va a ser muy duro, catártico en lo económico y en lo social, y este reto exige grandes acuerdos, grandes consensos políticos y sociales. ¿Estamos preparados para ello? Una de las lecciones que esta crisis nos enseña es que ciertos bienes, ciertos productos, ciertos materiales de carácter estratégico exigen tener una soberanía europea para reducir nuestra dependencia. ¿Es posible definir una política industrial para toda Europa? Puede y debe hacerlo para industrias clave, como por ejemplo la industria automotriz, para la fabricación de baterías eléctricas, ya que actualmente dependemos de China. Debe ser capaz de hacerlo en el ámbito digital y sostener las pocas empresas europeas que están presentes en este sector. Es de una importancia decisiva, las empresas deben pensar en reubicar sus cadenas de valor y producción: una reconstrucción de nuestro tejido industrial y nuestras capacidades tecnológicas. Requerirá mucho dinero. Y ahí es donde también debe entrar en juego la necesaria cohesión y solidaridad europea.
4.Tal vez cabría articular soluciones por ejes, actuando de simétrica: ejesanitario, eje económico, eje tecnológico y eje social: cómo profundizar en medidas de higiene, convivencia social, normalización social, analizando los impactos territorializados, en función de las características diferentes de cada Territorio conciliándolo con una respuesta homogénea.