pamplona - Gutiérrez-Rubí es un conocedor de las oportunidades y riesgos de la política y la comunicación digital, sobre las que ponemos el foco en las siguientes líneas.
“La pereza es el colesterol de nuestra conversación”, alerta en su libro. Nos falta contrastar ideas y argumentos. ¿Ese es un mal estructural?
-Sí, lamentablemente pasamos muchas horas conectados en nuestras redes sociales, diseñadas y programadas para generarnos placer y placebo. ¿Y qué hacen para retenernos, ya que el negocio es la atención? Eliminan la disonancia cognitiva. Evitan que tengamos opiniones y contrastes que pongan en cuestión nuestras propias creencias y apriorismos.
Pero depende de a quién sigamos...
-Sí, pero el algoritmo favorece muchísimo, creando entornos de confort que nos retienen en tiempo y atención eliminando diversidad y contraste. Ese es el modelo de negocio. Tenemos que educarnos en que si reducimos todo nuestro alimento informativo a entornos de confort, nos volvemos perezosos. Tenemos una alimentación digital, inadecuada, monotemática y monofuente que nos evita la diversidad. De la misma manera que en la alimentación comer variado es sano, en la información lo mismo. Por eso paradójicamente en sociedades hiperconectadas, cuando el bien escaso es el tiempo y el bien abundante la información, un exceso de colesterol digital nos vuelve perezosos, y la pereza política alimenta las pasiones, los populismos..., todo es un círculo vicioso.
Afirma que la ciudadanía es más crítica, autónoma e independiente ahora. Por contra, dice que la instantaneidad nos vuelve más pueriles. Y no sé si más crédulos con las denominadas ‘fake news’...
-Esta es una de las grandes paradojas. Disponemos de una tecnología que nos hace más libres y a la vez más esclavos, más abiertos y más cerrados. Por eso es tan importante que tengamos una buena educación digital y buenas normas de autonomía en el uso de los entornos digitales. Porque, si no, está en juego nuestro libre albedrío. Si los algoritmos simplifican nuestra vida y todo lo que nos rodea se parece mucho a lo que nosotros pensamos, se alimentan nuestros prejuicios. Si eso sucede, más que elegir, consumimos como una reverberación nuestras propias opiniones. Ya sabemos que cuando respiras siempre el mismo aire acabas envenenado; la única manera de respirar aire sano es abrir las ventanas.
¿Se atreve a vaticinar cómo evolucionarán de aquí a diez años las redes?
- La sobreabundancia de información va a crecer, pero aumentará la relevancia de quienes organizan, jerarquizan y contextualizan la información. Será una buena oportunidad para la selección y ordenación de contenidos, por lo que surgirán nuevos liderazgos con esa capacidad de identificación.
Otra idea interesante de su libro: el poder ahora es más fácil de obtener y más fácil de perder.
-Siguiendo con estas metáforas, porque creo que ayudan a comprender lo complejo, esto es como un polvorín, una mecha y una chispa. Si hay un polvorín, problemas que no se atienden, no se resuelven, o se desprecian, la sociedad conectada, gente con una capacidad de empoderamiento e intervención en el debate y en la agenda, se convierte en estos momentos en mechas. Por lo tanto, si hay polvorín y hay mechas, cualquier chispa puede prender. Puede ser en Ecuador, en Chile o en cualquier lugar del mundo. Prestemos más atención a cómo se llenan los polvorines, y no pensemos que por el hecho de que no exploten, no son un riesgo potencial. Por eso digo que el poder es muy fácil de obtener y muy fácil de perder, si no se está suficientemente atento a estas realidades.
“Es más importante ser rápido y ágil que ser grande”, enuncia también. Pero los partidos con estructura tienen un punto a favor muy importante.
-Lo que apunto es que parece que el poder ya no se puede medir solo por el tamaño y la posición. Que hoy hay poder en la rapidez y conectividad. En el fondo, se enfrentan dos tipos de poderes, el poder físico frente al poder líquido. A mi juicio en el ámbito económico es ese poder nuevo el que está ganando. Hoy en las principales compañías del mundo su materia prima más importante son datos. Esa datacracia es una evidencia más de que la velocidad y la conexión son más importantes que el tamaño y la posición.
La política nos otorga identidad, y todas las ideologías piensan que son mejores que las oponentes. Esa convicción múltiple también hay que gestionarla...
-En sociedades complejas y diversas como la nuestra, nunca se tiene poder suficiente, no hay un poder absoluto, ya no hay capacidad de victorias totales sobre el adversario. Eso obliga a una gestión más pragmática, centrada en el acuerdo, y en la compensación y en el equilibrio. Las sociedades actuales no toleran bien la imposición. - J.B.