madrid - Pedro Sánchez ha ofrecido señales inequívocas en las últimas horas de que no piensa dar el brazo a torcer con el asunto de la entrada de ministros de Unidas Podemos en el próximo Gobierno español. El choque de personalidades y la desconfianza llegan a tal punto que nada de lo que haga o diga Pablo Iglesias va a servir para superar la aprensión que le genera a Sánchez la idea de compartir el Consejo de Ministros. El PSOE añade ahora el argumento de Catalunya, donde Unidas Podemos se abre a un referéndum que los socialistas rechazan de manera frontal y creen que plantearía problemas de convivencia en el gobierno de coalición o, incluso, una crisis en el Ejecutivo. Los socialistas pretenden que este argumento sea el último clavo en el ataúd del debate y no dejan de lanzar mensajes para dificultar que se materialice la coalición. Faltan dos semanas para que arranque el primer intento de investidura el día 22, y Podemos solo ve excusas porque su rama catalana ha renunciado a colocar el referéndum como condición. Sánchez no se fía y cree que el afán de protagonismo que ha demostrado Iglesias en varias ocasiones le puede poner en un aprieto, por su interés en presentarse como mediador con Catalunya y por episodios como su visita a Junqueras en la cárcel para sondear el respaldo de ERC a las Cuentas.

En paralelo, Unidas Podemos rechazó la última oferta de Sánchez y no se conforma con proponer independientes que no sean cargos del partido. Iglesias, que presentó a Podemos desde sus inicios como un partido destinado a asaltar los cielos, no se resigna a no tocar poder al máximo nivel. Pero la oferta de Sánchez tiene visos ya de ser un ultimátum o, al menos, los socialistas intentan proyectar que no se moverán más y enseñan a Iglesias el abismo de la repetición de las elecciones en noviembre. La reunión del martes puede aportar claridad.

Sánchez había deslizado ya el problema de discurso que podría generar Catalunya en un equipo conjunto y, en un intento de desactivarlo, el secretario de Acción de Gobierno de Podemos, Pablo Echenique, prometió ayer que no van a presentar batalla con este asunto y dejarán manos libres a los socialistas porque son conscientes de que su posición no sería mayoritaria ni tendría fuerza en un eventual gobierno conjunto. Pero la portavoz del Gobierno socialista en funciones, Isabel Celaá, no tomó demasiado en consideración sus palabras y esgrimió con claridad dos obstáculos para compartir gobierno: que no suman mayoría absoluta, y que no comparten el modelo de país para resolver la crisis catalana.

abrirse a otros El PSOE desliza que la entrada de Podemos provocaría dos gobiernos paralelos, con mensajes confusos en un asunto tan delicado como el catalán, un indulto a los presos o cualquier vertiente de la sentencia del procés que se conocerá en otoño. La derecha española aprovecharía para desgastar a Sánchez y, además, este asunto levanta ampollas en los sectores más centralistas del PSOE, personalizados en la andaluza Susana Díaz, ahora debilitada, y el castellano-manchego García Page, con una flamante mayoría absoluta.

En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, Celaá respondió a las preguntas sobre Echenique y dijo que con Podemos tienen muchos puntos en común, “pero no el mismo modelo de país”. “Han tenido posiciones sobre Cataluña que no compartimos”, dijo. Reiteró los dos argumentos para rechazar la coalición: “Con Podemos no tenemos mayoría absoluta”, y habría que tener alguna “cautela” con el asunto del modelo de Estado. Todo ello lleva al PSOE a considerar más conveniente un gobierno con manos libres para poder abrirse a otros partidos con quienes compartan posición sobre Catalunya. De lo contrario, el PSOE cree que quedaría abocado con claridad a apoyarse en el independentismo catalán para la gobernabilidad y para completar los escaños que faltan hasta la mayoría absoluta. De ahí que Celaá insistiera en el gobierno de cooperación y no de coalición. “Esa es la oferta. Y no es baladí. Tiene contenido programático y parlamentario. Y de incorporación al Gobierno. No tiene por qué ser en el Consejo de Ministros”, dijo.

Sánchez limita su oferta a los niveles inferiores de la administración, pero no ofrece ministerios. Solo se abre a que Podemos propusiera nombres de independientes para ser ministros, pero no aceptaría, por ejemplo, que lo fueran el propio Pablo Iglesias, Irene Montero, o Pablo Echenique, que ha sonado desde que dejó la secretaría de Organización. Montero rechazó esta vía y aseguró que todos en su coalición son independientes “del Ibex 35, los poderosos y los fondos buitre”. Cree que Sánchez claudicará cuando no logre la abstención del PP y C’s. Podemos también plantea que la coalición se firme y se someta a prueba en la investidura en julio. Si fracasara, renunciaría. El PSOE sabe que Podemos intuye la abstención de ERC y ve una trampa.

Echenique había prometido en Telecinco que no habría líneas rojas sobre Catalunya. Su grupo no presionaría para buscar “puntos medios”. Además, dijo que respetarán la sentencia del procés. “No existe una sola noticia en la hemeroteca donde mi formación no respete las decisiones de la justicia”, defendió.