barcelona - “No voy a ser el trofeo de un bando ni de otro. Ni la tierra a conquistar. Queremos diálogo para superar esta política de vetos”. Así justificó ayer Ada Colau su decisión de presentarse a la investidura aunque acuda con el riesgo de no tener ningún acuerdo ni con ERC ni con el PSC, abogando por un tripartito de izquierdas y desmarcándose de la posibilidad de que Manuel Valls acabe dándole la Alcaldía regalándole los apoyos. Su apuesta choca con la propuesta de los socialistas de Jaume Collboni, que exigen un pacto previo para juntar sus ocho representantes a los diez de Barcelona en Comú y, al menos, tres de los seis de cabeza de lista de la marca blanca de Ciudadanos. “Yo asumo el riesgo personalmente y mi formación también”, señaló la regidora, que se resiste a dar por ganador de las elecciones al republicano Ernest Maragall, aludiendo a la diferencia mínima de 4.800 votos y echando mano al concepto de “empate técnico en concejales”, algo que no existe.
Colau relativizó la crítica procedente del independentismo de poder mantenerse en el cargo a cargo del “candidato de las élites”, después de que en plena campaña ella misma afirmara que nunca participaría en una operación para desplazar a un ganador de los comicios con el apoyo del exministro francés. “No estoy negociando con Valls”, se excusó. “No he cambiado de opinión. No hay pactos ni operaciones extrañas con Valls ni con fuerzas de derechas. No negociamos con él”, recalcó insinuando que no es responsabilidad de ella que Valls le quiera dar sus votos. Maragall le critica que siga en el poder con el respaldo de sufragios procedentes de partidos que han cooperado con “la represión” y le reclamó que decida si está al lado de los “carceleros o las víctimas”. “Pediría más prudencia. Que Maragall use ese tema como arma arrojadiza es un gran error que espero que no se vuelva a producir. Falta a la verdad. El Ayuntamiento de Barcelona ha sido una de las instituciones que más ha actuado judicialmente contra las cargas del 1-O”, replicó Colau. “Valls tiene su posicionamiento, lo que yo he dicho es que no pacto con él porque no compartimos modelo de ciudad con él ni con Ciutadans. Nuestro proyecto no puede depender de lo que haga Valls. Él tiene que responder de sus posicionamientos”, dijo.
Colau reiteró la propuesta de un de un tripartito con ERC y PSC y que ella debería ser alcaldesa de ese gobierno y no Maragall porque ni el republicano ni Collboni creen realmente en ese acuerdo. Una valoración peculiar: cree que ambos deberían sumarse a la fórmula pero no dirigirla porque no tienen fe en ella. “Somos la única fuerza que puede liderar ese gobierno transversal. Por eso no nos planteamos retirar mi candidatura”, sostuvo.
Maragall le avisó de que los apoyos de Valls serán su “permanente hipoteca”. “No le importa ninguna otra cuestión más que ser alcaldesa. No le importa llegar por la vía de la dependencia de Collboni y de Valls”, comentó al diario Ara. “El voto de Valls será decisivo para la investidura, pero también cada semana. No nos explican la letra pequeña”, advirtió. “Sería la alcaldesa de los partidos que se manifestaron juntos en Colón y que mantienen presos a Joaquim Forn, a Oriol Junqueras, a Carme Forcadell y en el exilio a Carles Puigdemont”.