La decisión recaerá individualmente en los miembros asociados del PDeCAT. La Crida Nacional per la República, el instrumento político que abandera Carles Puigdemont, celebrará el próximo sábado un congreso fundacional para el que se rechazaron las enmiendas más extremistas, tanto aquellas que eran sumamente críticas con la formación posconvengente como las que anhelaban algún tipo de simbiosis entre ambas organizaciones. En la ponencia se instará a que sean los afiliados de la antigua Convergència, que preside David Bonvehí, quienes resuelvan si quieren pertenecer a esta nueva plataforma a sabiendas de que quienes abogan por el centrismo y la moderación lo tienen complicado en el entorno del president en el exilio. De hecho, falta por resolver cómo este conglomerado se presentará a las próximas citas electorales. En un principio, la Crida no tiene intención de postularse en solitario como partido y, por ello, oposita como asociación ejerciendo diariamente como tal mediante una modernizadora estructura de funcionamiento. Pero Interior acaba de validar sus estatutos y registrarlo como fuerza política para concurrir a las urnas si así lo decidiera bajo las siglas CNxR.

Puigdemont ideó la Crida para articular un movimiento transversal de partidarios de la independencia para conseguir la república con mayores garantías y resultados para el soberanismo. Pero el choque de trenes en el mundo neoconvergente arrancó a las primeras de cambio, cuando se desplazó a la líder del PDeCAT, Marta Pascal, el pasado julio para colocar al tándem que conforman Bonvehí y su número dos, Miriam Nogueras, esta última aliada del exjefe del Govern. En la ponencia de esta plataforma se dejan abiertas las puertas a la movilización, a la desobediencia civil y al “legítimo derecho” de la unilateralidad, pero también al diálogo, la negociación y el consenso. En la nueva dirección se incluirán diferentes sensibilidades, incluidos perfiles conectados con el PDeCAT, pendiente de decantarse por el nexo con la Crida, a sabiendas de que no permite a sus asociados la doble militancia.

En el texto se han pulido detalles tales como que el presidente y el secretario general, cargos que recaerán a buen seguro en Puigdemont y en el expresidente de la ANC Jordi Sànchez, no podían ser revocados, y al final lo que no podrán ser sustituidos son los cargos pero sí las personas. La idea del congreso de la Crida es no tener que votar enmiendas, ya que han sido integradas o negadas previamente, y seguramente ninguna cuente con el 3,5% de votos favorables de los más de 15.000 fundadores con los que cuenta la entidad. La coordinadora de esta plataforma, que se reúne al menos una vez por semana, la configuran el propio Sànchez, encarcelado en Lledoners por la causa del procés, la portavoz Gemma Geis, Eduard Pujol, Joan Oliveras, Agustí Colomines, Josep Ferré, Antoni Morral, Marcel Padrós y Ferran Mascarell, pese a que éste último renunció a la portavocía anunciando su candidatura a alcaldable por Barcelona con un nuevo movimiento independentista.

Puigdemont y Bonvehí se citaron el pasado lunes en Waterloo para debatir sobre si respaldar o no los Presupuestos de Pedro Sánchez, y coincidieron en que no deben aprobarse aunque uno da vía libre a su tramitación y el otro no. El president en el exilio siempre ha hablado de la necesidad de aglutinar a todo el mundo secesionista, y más tras la imposibilidad de que JxCat y ERC sumen en una sola lista, pero quien dirigiera la Generalitat no habla de aunar partidos sino de adhesiones individuales mediante la estrategia de influir en la opinión pública. Y a ello ayudará el juicio por el referéndum del 1-O que está en puertas de arrancar en el Tribunal Supremo, y donde se acusa al Estado de urdir un relato “ficticio” para criminalizar al independentismo.

Puigdemont sabe que la mayoría de catalanes no aceptarán que sus dirigentes sean condenados a un solo día entre rejas. Ese escenario se complementará con la articulación práctica del llamado Consell de la República en lo que se viene a llamar internacionalización del conflicto. Y es que Puigdemont suspira por que desde Bruselas o Washington se inste al Gobierno español a sentarse en una mesa negociadora que facilite un referéndum al estilo escocés, o al menos a tratar el asunto. En el fondo se hallaría también la amnistía para los condenados y exiliados.

distintos prismas En verdad, los partidarios de la Crida sostienen que ese ensanchamiento de la base independentista de la que habla ERC y Oriol Junqueras no es necesaria, porque una cuarta parte del electorado nunca se dejará seducir por la ruptura y porque esto se trata de sumar una papeleta más, ese 47% -donde no se cuenta a los partidarios de los comunes que podrían votar sí- que, según las encuestas del CIS catalán (CEO), pugna con los contrarios a la secesión en cifras parecidas. Entre tanto, la plataforma plantearía tesis de centroizquierda que no gustan a los originarios del PDeCAT. El número dos de esta formación, Ferran Bel, advirtió del “riesgo de fragmentación” que puede provocar la Crida en un momento donde agrupar a todo el independentismo bajo un mismo paraguas “hoy por hoy no es viable”. Este sector considera que hay que explorar vías de diálogo con el Estado y que no se puede centrar toda la acción política en la independencia.

El manifiesto inicial que se presentó en el Ateneu Barcelonès planteaba cinco compromisos con la ciudadanía catalana. El primero era “desplegar una estrategia para convertir Catalunya en un Estado independiente, en forma de república”. Abogaba por constituir “un movimiento soberanista de amplio espectro y transversal” que “cristalice en un instrumento político organizado”, con todas aquellas personas que “compartan el objetivo de proclamar la república catalana mediante métodos exclusivamente pacíficos y democráticos”. La Crida adquiría el compromiso de disolverse “una vez alcanzado el objetivo de instauración de la república catalana”. El documento defendía el derecho a la autodeterminación y reiteraba el mandato expresado en el referéndum del 1 de octubre de 2017, por el que “el pueblo de Catalunya decidió” apostar por un “Estado independiente en forma de república, decisión ratificada por el Parlament” y que “volvió a ser validada” en las elecciones autonómicas. Ante la “excepcionalidad política, social e institucional, acompañada de una larga y dolorosa represión contra el autogobierno y el soberanismo, se hace un llamamiento a toda aquella gente que comparte la necesidad de unir estrategias y esfuerzos, renunciando a personalismos o a las estrategias de parte”.

El PDeCAT tiene prevista una consulta a la militancia para decidir su encaje con la Crida, pero no se convocará hasta conocer cómo se configura finalmente el movimiento liderado por Puigdemont, y en caso de cristalizar ésta como partido, miembros neoconvergentes creen que deberían tratarse “de igual a igual”. La relación sería “entre partidos políticos”, que podría plasmarse en forma de “coalición, federación o colaboración más o menos estable” ante cada cita electoral. Un cisma del que ERC se podría abastecer.